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Las mujeres al PODER

18.8.05

Desde Tijuana hasta Tierra del Fuego, las mujeres aumentan su perfil político y entran en terrenos nuevos.



Para su bien merecida reputación de escaparate económico de Latinoamérica y modelo democrático, Chile se ha rezagado de la mayoría de sus vecinos en materia de derechos de la mujer. Hace sólo 18 meses, Chile tenía la dudosa distinción de ser la única nación en el hemisferio occidental que aún prohibía el divorcio. En ese país, una ley contra el acoso sexual en el trabajo entró en vigor sólo a principios de este año. En una sociedad conservadora en la que la Iglesia católica todavía tiene mucha influencia, Michelle Bachelet parecería, a primera vista, una candidata más que improbable a suceder al actual presidente, Ricardo Lagos.
“Soy mujer, soy socialista, divorciada y agnóstica”. Pero la madre soltera de tres hijos lleva la ventaja en las encuestas sobre la elección presidencial programada para diciembre de este año, y los analistas consideran su victoria como una consecuencia prevista. “En el gobierno, trabajé duro para que confiaran en mí”, dijo ella, “no como una mujer en el Ministerio, sino como una ministra que trabajaba para conseguir lo que Chile necesitaba”.

Michelle Bachelet candidata a la Presidencia de Chile


Si las encuestas de opinión están en lo correcto, Bachelet será la primera mujer en ser elegida presidenta en un país mayor de América Latina. Sus anteojos anticuados, montados en un armazón dorado podrán darle un aire de directora de escuela, pero Bachelet está a la vanguardia de una generación de mujeres seguras que hacen oír su voz en la tradicionalmente machista política en América Latina.
Desde 1991, 11 países han promulgado leyes que obligan a los partidos políticos a nominar un porcentaje mínimo de candidatas para puestos legislativos, y en algunos casos el número de legisladoras se duplicó entre 1997 y 1999. Colombia aprobó en 2000 una ley que establece que las mujeres ocupen por lo menos el 30 por ciento de los puestos de toma de decisiones en la rama ejecutiva. Este año, las elecciones de mitad de período para el Congreso en Argentina serán dominadas por la lucha por escaños senatoriales entre la primera dama del país, Cristina Fernández de Kirchner, y su predecesora inmediata, Hilda (Chiche) Duhalde, en la provincia de Buenos Aires. “En los últimos 10 años ha habido un aumento tremendo en el número de mujeres en puestos de poder, no sólo postulándose para ellos sino fungiendo en los ministerios y como legisladoras electas”, dice Mala Htun, politóloga de la Nueva Facultad de Investigación Social en Nueva York, quien ha escrito ampliamente al respecto. “Se están abriendo oportunidades para mujeres muy preparadas y muy competentes”.



La región tardó en entrar en la era del sufragio femenino: ninguna mujer tenía derecho a votar en Latinoamérica hace 80 años, un vestigio de la discriminación que persistió en Colombia hasta 1956. Cuando María do Carmo Lara fue elegida para la legislatura de la provincia brasileña de Minas Gerais a mediados de la década de 1980, descubrió asombrada que no había baños reservados a las legisladoras en el edificio en que se reunía la legislatura. Cuando se convirtió en la primera mujer en ser elegida alcalde de la ciudad industrial de Betim en 1992, Lara encontró que tendría que ganarse los corazones de los votantes otra vez.



Hasta el día de hoy, Argentina y Costa Rica han tenido los resultados más impresionantes, con un tercio de los miembros en las dos cámaras de sus congresos nacionales compuesto por mujeres (en contraste, sólo el 14 y 15 por ciento del Senado y la Cámara de representantes de EE UU son mujeres). En México, uno de los bastiones más notorios de machismo en la región, las mujeres suman casi un cuarto de los miembros de la Cámara de Representantes del Congreso Nacional. Por su parte, el Senado colombiano hizo historia el mes pasado cuando una mujer fue elegida presidenta del organismo por primera vez.



Tal vez nadie represente mejor a la nueva clase de políticas de Latinoamérica que Cristina Fernández de Kirchner, o Cristina a secas, como le conocen todos. Criada en La Plata, Argentina, Cristina se inspiró en el modelo de Eva Perón, la apasionada esposa de Juan Domingo Perón que abanderó las demandas de los obreros del país y se convirtió en un icono nacional cuando murió de leucemia a los 33 años de edad. Durante sus estudios universitarios, Cristina se unió al movimiento juvenil del Partido Peronista entre la caótica violencia política que azotó a Argentina a principios de la década de 1970 y culminó con el golpe militar de 1976. La represión de la junta a los activistas peronistas de izquierda, como Cristina y su esposo, Néstor Kirchner, llevó a la joven pareja a retirarse a la provincia natal de Néstor, Santa Cruz, en la Patagonia. Con la restauración de la democracia en 1983, Kirchner y Cristina, exitosos abogados de cerca de 30 años, empezaron a planear sus carreras políticas.

Pero, contrario a Eva Perón, su ídolo, el ascenso de Cristina al pináculo de la política argentina no se debió al poderío de su marido. Ella se volvió una figura nacional en 1995, al ser elegida para el Senado argentino, en un momento en que Néstor era un oscuro gobernador provincial y muchos años antes de que él se postulara a la presidencia de ese país. En un lapso de meses, Cristina se había convertido en una figura conocida en los populares programas políticos de Argentina, denunciando la venta de armas y la corrupción que floreció durante el gobierno de Menem, quien también presidía al Partido Peronista por esa época. Sus críticas eventualmente provocaron su expulsión del comité senatorial peronista, un castigo que ella atribuye a su género (ver el artículo adjunto). Y luego de que Néstor obtuvo una sorprendente victoria en la elección de 2003, ella tuvo el acierto al permanecer en su curul de la cámara senatorial el día que él vistió la banda azul y blanco en el Congreso Nacional, en lugar de subir con él al podio. “Mi carrera política no empezó [ese día]”, dijo a newsweek. “Antes de que Kirchner fuera presidente, yo había sido una legisladora, una activista, una política”.



Aparentemente, Néstor Kirchner considera a su mujer un arma útil en su lucha por ganarle el control del Partido Peronista a su predecesor como presidente, Eduardo Duhalde. Esto podría ayudar a explicar por qué Cristina se postuló para el Senado este año en contra de la esposa de Duhalde, Chiche, por la provincia de Buenos Aires, feudo político de Duhalde desde hace tiempo, en lugar de lanzarse por la provincia de Santa Cruz, de donde es oriundo Kirchner. Cristina goza de una ventaja sobre Chiche en las encuestas, pero otras primeras damas han sido grandes inconvenientes para sus compañeros. El hábito despilfarrador de Marta Sahagún de Fox, de México, y el estilo de Eliane Karp, de Perú, han dado a sus esposos algunos dolores de cabeza.

Muchas de las mujeres que han buscado puestos de elección en Latinoamérica no se convierten necesariamente en defensoras de los derechos de la mujer. Cristina Fernández de Kirchner nunca se ha destacado mucho en esa área durante sus 16 años como senadora y congresista, y los expertos no han hallado correlación entre el elevado perfil de estas mujeres en política y el progreso en asuntos como la igualdad de sueldos en el trabajo o el aborto (que aún no es legal en ningún país de la región, excepto Cuba). “No ha tenido efecto en la mayor parte”, dice Mark P. Jones, un profesor adjunto de ciencias políticas en la Universidad Rice. “Las legisladoras son, primera y principalmente, miembros de sus partidos, y la alianza partidista tiende a dominar al género”.

Para la chilena Michelle Bachelet, el lugar de una mujer debe ser el gabinete, no la cocina, y de ser elegida como presidenta de su país durante las elecciones de este año, ha prometido que la mitad de los curules de su gobierno será destinados a las mujeres. “Las mujeres chilenas hoy en día, están en busca de una nueva clase de liderazgo, una que simbolice a una mujer”, asegura Bachelet. “Cuando muestras tu capacidad, tu competencia y tu liderazgo, ello ayuda a disminuir los prejuicios de la sociedad”. El porvenir de las mujeres en América Latina en lo que a corredores de poder se refiere, nunca se había presentado más luminoso.

Fuente: Revista Newsweek (en español)