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Votamos por los sueños

23.6.09

Por Jorge Giles
Para El Argentino

Llegó el último lunes, previo al desenlace final. El aire se carga de inquietud, de esperanzas, de viejos y nuevos interrogantes, de antiguos y renovados sueños.
Un cosquilleo entra a recorrer las espaldas del pueblo. Se nota en las calles y en los rostros.
“¿Qué será de nosotros?” Se pregunta el laburante, el que perdió todo en tiempos de Menem y De la Rúa perdiendo su fuente de trabajo, el que es parte de los cuatro millones de empleos recuperados desde que un flaco patagónico vistiera la banda presidencial jurando que no iba a ingresar a la Casa Rosada dejando sus convicciones en la puerta de entrada.
Su nombre, se sabe, es Néstor Kirchner, desaliñado en su ropaje pero firme a la hora de defender una causa, la suya y la del pueblo.
“¿Y qué será de nuestros sueños?” Se pregunta Juan Cabandié, ese argentino nacido en la Esma, cuando todavía era el domicilio del infierno durante la larga noche de los genocidas. Cuando sus amados Viejos se iban arrancados de la vida, pero lo dejaban a él para que siga la marcha que les negaron los asesinos. Juan es el que habló el día aquel que Kirchner rescató ese lugar de las tinieblas para llenarlo de luz y de memoria y de Madres y de Abuelas. Y de historia nacional y popular.
“¿Alguien cuidará de nosotros mañana?”, preguntan los jubilados que cobijan con sus canas este país que volvió a nacer a golpe de verdades y de justicia, temiendo que este presente de hoy corra un mínimo riesgo de retroceder hasta otro descuento del poco hilo de voz que les queda. Ya lo hicieron antes. Ya los humillaron. Ya los privatizaron. Ya los negaron antes.
Todo esto es lo que se pone en juego en esta encrucijada.
Y la suerte está en manos del pueblo.
Porque suyas son las viviendas que pudo comprar después tanto tiempo sin poder hacerlo.
Suyas son las escuelas y los hospitales y los caminos nuevos.
Suyos son los aviones de nuestras Aerolíneas Argentinas. Suyos son los ahorros de toda la vida. Suyo es el Correo. Suyo es el agua potable. Suyo es el bosque. Suya es la Patria. Suyo es el Estado de todos y para todos y no para unos pocos como era antes.
El próximo domingo habrá que votar con lo que se tenga a mano.
Votar por el salario y por los sueños. Por profundizar este modelo de soberanía y justicia y por los sueños. Votar por el terreno, el departamento nuevo, las vacaciones y por los sueños.
Esta vez los enemigos del pueblo tienen cuatro huesos duros de roer: el mundo, América Latina, la memoria y el buen gobierno de esta democracia.
El mundo gira, aunque no les agrade, en la misma dirección de Barack Obama. Es el Estado y no el mercado el que manda esta vez. La derecha quedó sin su brújula mayor.
América Latina está unida como nunca antes en toda la historia. Y en su adentro está Argentina. “O nos salvamos juntos o no se salva nadie”, dicen el Uruguay, Chile, Bolivia, Ecuador, Venezuela, Cuba, México, Brasil, Paraguay, toda la sangre toda, todas las voces todas.
La memoria colectiva se sublevó nuevamente cuando Macri y De Narváez salieron a defender a rajatabla el modelo neoliberal que nos mató una y mil veces. Si esa memoria vota consecuentemente, los condenaría para siempre a volverse estampas del olvido, pegadas en las paredes y en las plazas para que sepamos todos que a ese pasado oprobioso no queremos volver nunca más.
Y finalmente pudimos tener un buen gobierno. Allí están las cuentas. Y allí está la vida que es lo que realmente vale.
Ya no podrán decir que del pueblo son las banderas y las utopías y de la derecha son los gobiernos “austeros y equilibrados”.
Miren cómo nos dejaron el país en el 2001 y el 2002, los “eficientistas” del FMI de los años noventa.
Mientras el mundo cruje y se cae de norte a sur, la Argentina es hoy una barca con timón seguro, atravesando la tempestad que viene de afuera.
Los laburantes, los Juancitos, los abuelos y los maestros empezaron la vigilia semanal. Hablarán con sus vecinos y amigos y no tan amigos, para convencerlos.
De Narváez, Macri y Carrió declararon la guerra contra sus sueños de un país más justo. Y los que siguen soñando, saben que deberán triunfar con millones de votos para que la paz sea duradera, sea justa, sea digna.
El humilde Huracán de Ángel Cappa, es una metáfora del país soñado.
El próximo domingo no se elige sólo un candidato, se elije un país y un modo de vivir. Es para estar orgullosos, si el que juega la final es Usted.