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"La soja se puede mantener un año o más sin venderse" , Luis Miguel Etchevehere, Presidente de la Sociedad Rural

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ME CUESTA DECIRTE GRACIAS

1.11.10

por el Gallego Fernández.


El escribir, es para mí el mejor ejercicio de racionalidad y de expresión de sentimientos, y me costaba escribirte Flaco; porque el corazón no estaba en sintonía con la cabeza; y algo me molestaba, hasta que pude encontrar la explicación.

Los tipos que asumimos ser militantes de la liberación, sabemos, que la vida es ese compromiso; somos rebeldes, cabrones, críticos, a veces ácidos; jamás tenemos gestos de agradecimiento, hacia los compañeros que militan esta causa, porque es el deber de cada uno de nosotros ponerle la vida, somos parte de esa generación, del todo o nada, donde lo natural es morir por amor al pueblo, porque esa es nuestra épica.

Cuesta una enormidad decirle gracias a uno de los nuestros, (como si lo realizado hubiese sido un gesto generoso), y este tipos de gestos solamente se agradecen, cuando proviene de alguien que no esta con el pueblo, de un extraño, del cual no esperamos nada.

En cierto modo agradecerle a cualquier compañero, es una falta de respeto; que en tu caso, nos devuelve la brutal contradicción de un pueblo agradecido, que nos conmueve y nos hace llorar. Contradicción insalvable, porque ese gesto de reconocimiento, es el criterio de verdad de las convicciones compartidas, y la justificación irrevocable, de que todos los sacrificios, las frustraciones y toda nuestra lucha; es el registro del avance, en la incansable marcha hacia la liberación; es la confirmación de haber transitado el camino correcto.

A Walsh le agradecen los periodistas comprometidos, para el resto de los militantes es uno de los nuestros; con vos Flaco, me pasa lo mismo; entraste a las piñas en la historia, combatiendo, confrontando, lo hiciste de la mano del pueblo; y por ello pasaste a integrar esa galería de valientes, que solamente se pueden honrar militando por la felicidad de los argentinos.

Seguramente Feiman de esto, no entienda un carajo; y a los pibes que lloraban desconsolados, tal vez le cueste entendernos, pero los comprendo, porque a la mayoría de sus padres le robaron la historia, y vos demostraste, que es posible hacerla. Hacia el filósofo, profeso mi más absoluto desprecio, porque desconoce que la violencia en las manos del pueblo es justicia, cuando nos gobierna una dictadura.

Me cuesta agradecerte, porque tengo bronca de que hayas puesto el cuerpo a miles de cuestiones, que te quitaron la vida, porque muchas de ellas, debieran resolverse con organización política; y esto también es contradictorio, porque es la admiración y el reconocimiento a tu compromiso; como también es una limitación que compartimos, y es sentir la responsabilidad propia, de no aportarte lo suficiente y que tuvieses, que echar mano a los odres viejos, para el vino nuevo.

Me cuesta agradecerte, por el miedo de parecer oportunista, porque quienes somos portadores de un pensamiento crítico, nos confunden con críticos, pero vos y yo sabemos, que cuando se alcanza un mundo mejor, hay que cambiarlo para hacerlo mejor, y porque seguramente compartimos, que aún nos quedan en la agenda las batallas decisivas.

Y aún con todas esas contradicciones necesito darte gracias, porque esa ausencia de patria que vivíamos en los noventa, un puñado de nostálgicos irredentos, portadores de ideologías, cuando estas habían muerto, que valoraban las gestas populares, la sangre derramada, y el destino compartido de una patria liberada; vos con tu ejemplo, llenaste la soledad de nuestra existencia, con millones de compatriotas.

Gracias Flaco porque desde las ruinas nos devolviste una patria.