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La sueca que denunció al fundador de Wikileaks es kirchnerista

7.12.10

Anna Ardin, que demandó a Julián Assange por abuso sexual, es una admiradora de Néstor Kirchner. Su paso por Buenos Aires en 2005. De qué la acusan en Cuba.

foto perfil.com 
 
La sueca Anna Ardin, conocida alrededor del mundo por ser una de las mujeres que denunció por abuso sexual a Julian Assange, fundador de WikiLeaks, es una ferviente admiradora del modelo K.
La feminista sueca se convirtió en kirchnerista durante su paso por la Argentina en mayo de 2005, cuando prestó funciones en la embajada de su país en Buenos Aires.
Ella misma lo afirma en su blog, en el que dedica un post a la muerte del ex presidente Néstor Kirchner y otro titulado “peronista en mi corazón”.
“Kirchner ha muerto. ¡Viva Kirchner!”, afirma Ardin en un texto de su blog, que escribió el 28 de octubre, un día después del fallecimiento de patagónico en su casa de El Calafate. “El 30 de mayo de 2005 escribí este informe en mi pasantía en la Embajada de Suecia en Buenos Aires", explica la sueca y luego publica un extenso detalle del segundo aniversario de Kirchner a cargo de la Presidencia.
“El 83% de la población está satisfecha con cómo el presidente Kirchner ha manejado su trabajo”, esgrime y subraya avances en política fiscal, renegociación de deuda externa y derechos humanos.
En su informe, Ardin además resume los principales textuales de una entrevista que Kirchner dio a los principales medios al cumplir dos años en el cargo y también las principales críticas de Recrear, la UCR y el ARI contra el modelo K.
La sueca que tuvo relaciones con Julián Assange con un preservativo roto y luego lo denunció por acoso sexual, explica que las encuestas sobre Néstor Kirchner destacan su “honestidad” y “voluntad de cambio”, y que el “74% de la población cree que el país mejoró desde su llegada al poder”.
Como un comentario al margen, en el informe Ardin califica a la política K como "una mezcla de nacionalismo y la lealtad a Perón y sus ideas sobre la justicia social, independencia económica y soberanía política” y manifiesta que “el presidente tiene un amplio apoyo público en la actualidad, cuando el clima económico internacional es positivo, aunque son pocas las reformas económicas implementadas en realidad”.
“Hace dos años, Néstor Kirchner, llamado K, fue nombrado presidente de la República Argentina. Hoy en día, el 83% de las personas están satisfechas con la manera en que manejó su trabajo, pero aún queda mucho por hacer en términos de desempleo y la desigualdad de ingresos”, concluye.
Corazón peronista. Otra entrada del blog de Ardin se titula “peronista en mi corazón”. En él, la sueca afirma que en Buenos Aires se siente como en casa y compara al kirchnerismo con la socialdemocracia de Suecia. “Hay un montón de luchas que se canalizan en una manifestación en Buenos Aires. Cada día hay una movilización en Plaza de Mayo. Tambores y pancartas”, describe la entonces aprendiz de la embajada nórdica.
“El partido más importante es el Justicialista, PJ, se dicen a si mismos nacionalistas, socialdemócratas y leales a Juan Perón. Ellos devoran a todos los demás partidos tratando de incluir más gente o afiliando a personas importantes que podrían haber estado en otro partido; la única oposición a tener en cuenta está dentro del partido”, desmenuza la sueca, que agrega que “los hombres están luchando por el poder” a través de “mujeres que se relacionan o están casada con ellos”, en referencia a Cristina Fernández de Kirchner, Alicia Kirchner y Chiche Duhalde.
Ardin cierra su post con una opinión: “Hay tantas cosas similares entre los socialdemócratas en Suecia con los peronistas de aquí. Y no puedo dejar de pensar que Kirchner parece simpático. Me siento como en casa. Me siento como en casa”.
¿Espía de la CIA? El nombre de Anna Ardin también está vinculado a Cuba, donde la sueca es considerada una "colaboradora cubana de la CIA, vinculada con el terrorista Carlos Alberto Montaner", según replicaron medios castristas, como el diario Granma.
El régimen de los hermanos Castro cataloga así a la militante feminista por su tesis de licenciatura "El sistema multipartidario cubano. ¿Es la alternativa democracia realmente democrática y alternativa después del regimen de Castro", escrita en 2007 para la Universidad Uppsala de Suecia, en la que reúne opiniones de socialdemócratas opositores al castrismo.

La censura de las corporaciones

CULTURA DIGITAL › WIKILEAKS TIENE MAS DE 500 SITIOS ESPEJOS


Según la Electronic Frontier Foundation está en riesgo la neutralidad de Internet. Wikileaks podría ser la excusa del gobierno de Obama para que las empresas privadas discriminen el contenido “legal” del “ilegal”.

 Por Mariano Blejman

Los intentos de censura (y muy pocos logros) que sufrió el sitio Wikileaks después de la filtración de 250 mil cables diplomáticos demostraron hasta dónde depende Internet del humor de los gobiernos de cada país, y sobre todo de los proveedores de Internet. Como es sabido, desde la liberación de los cables, el dominio wikileaks.org fue dado de baja, su cuenta en PayPal (usada para recibir donaciones y que pertenece a Meg Whitman, perdedora candidata republicana a la gobernación por California) fue “frizado” y siguió sufriendo ataques de denegación distribuida de servicio (Ddos) por parte de los hackers. Mientras, el Departamento de Estado de Estados Unidos recomendó “No tweetear sobre Wikileaks”, ya que podría ser algo “peligroso para las búsquedas laborales”, una recomendación tomada por la Escuela de Asuntos Públicos e Internacionales de la Universidad de Columbia, aunque finalmente la decisión fuera revertida ayer.
Hay algo curioso: todas estas decisiones que han afectado el funcionamiento de Wikileaks han sido tomadas por empresas privadas que rescindieron contratos con la excusa de violación de cláusulas, aunque bajo presión política. Según la prestigiosa organización Electronic Frontier Foundation, debido a la existencia de la Primera Enmienda, “el gobierno no puede tomar acciones oficialmente para silenciar a Wikileaks, pero una compañía de web hosting no es el gobierno”. Ante la ausencia de su dominio original, Wikileaks se las arregló para organizar un sistema de espejos (al cierre de esta nota ya eran más de 500 servidores que replicaban los documentos), ha distribuido la información a través del protocolo peer-to-peer y puso a disposición archivos encriptados como una especie de póliza de seguro de vida del creador del sitio Julian Assange. Twitter es la fuente principal de divulgación oficial de Wikileaks: de hecho, hoy la cuenta de Wikileaks tiene más de 400 mil seguidores, aunque ayer diversos blogs especializados aseguraban que Twitter estaba sacando a Wikileaks de los llamados “trending topics”, o los temas más mencionados.
Estos esfuerzos absurdos por enterrar a Wikileaks (con el dominio que sea, albergado en el país que sea) son apenas una muestra de la fragilidad de Internet como estructura política. De hecho, podría haber un problema mayor en un futuro no muy lejano: el fin de la neutralidad de Internet (net neutrality, en inglés), ofreciendo una zambullida de las corporaciones hacia la censura y el monopolio. El concepto de neutralidad de Internet acuñado por Tim Wu, profesor de Derecho de la Universidad de Columbia, presupone que las compañías que ofrecen los servicios de Internet (Arnet, Speedy, Fibertel, Telecentro, Sion, en el caso de Argentina) deben tratar de la misma manera cualquier tipo de “dato” que se envía o se recibe. El debate en los últimos tiempos, según el diario The New York Times, se centró en la idea de que “las compañías proveedoras de Internet pueden darles trato preferencial a quienes paguen por una transferencia más rápida, o hacia su contenido, creando algo así como dos tipos de web, o incluso blockear contenidos que representen puntos de vista controversiales”.
Mientras en Argentina el uso de datos tanto con conexiones cableadas como inalámbricas no está regulado, y se han registrado discriminaciones de servicios p2p en proveedores como Fibertel o Arnet, en Estados Unidos la situación está un poco más “avanzada”: la propuesta conjunta de Google y la compañía proveedora Verizon, publicada en agosto pasado en la web, propone que Internet sea neutral para las conexiones “alámbricas”, aunque no así en las conexiones “inalámbricas”. Es decir, en pocas palabras, Google recibiría un trato preferencial por parte de Verizon y viceversa en el caso de telefonía móvil. La inesperada declaración del buscador de Internet (conocido por su diatriba a favor de los sistemas abiertos y que jamás se hubiese convertido en Google de haber existido estas limitaciones en el pasado) generó una fuertísima reacción por parte de otras compañías de la web y de organizaciones no gubernamentales, así como organizaciones de usuarios, algunos de ellos viajaron incluso hasta la puerta de Google para manifestarse en contra.
Tiempo atrás, Mitchell Baker, representante de la Fundación Mozilla, le pidió una reunión al jefe de la Federal Communications Commission (F.C.C.), Julius Genachowski, donde le exigió una intervención concreta en el mercado a favor de la neutralidad de la red. La Justicia estadounidense no les dio cabida a los intentos de regulación de la F.C.C., aun así, y contra lo que se preveía –teniendo en cuenta el expreso “compromiso” con la neutralidad de la red del presidente Barack Obama durante su campaña presidencial– dos días después de la liberación de los cables de Wikileaks, el 1 de diciembre pasado, Genachowski abrió una puerta sinuosa a la regulación del tráfico: por un lado, pretende prohibir a los proveedores de Internet bloquear “contenidos legales”, pero deja abierta la puerta para cobrar “diferentes tarifas” para diferentes tipos de servicios. La propuesta también permitiría a los proveedores “gestionar sus redes para limitar la congestión del tráfico”. Esta discutida propuesta se votará los últimos días de diciembre en Estados Unidos.
En esas palabras, la regulación de la neutralidad de la red les daría a las corporaciones privadas la posibilidad de definir “contenidos legales” y, a su vez, permitiría a las grandes corporaciones hacer uso “discriminado” por posibles congestión de tráfico, y –amparados en la libre empresa– tendrían una mayor libertad para “censurar” filtraciones, algo que el gobierno no puede hacer. Mientras el senador Joseph Lieberman ingresa al Congreso de Estados Unidos legislación anti Wikileaks que pretende convertir en crimen federal a todo aquel que publique el nombre de una fuente de inteligencia militar, está claro que los vientos que soplan sobre la neutralidad en la red están más bien en contra, aunque son absurdos. Porque como dijo Barry Diller, gestor general de Expedia, Ticketmaster y Match.com entre otros sitios al The New York Times, una legislación contraria a la neutralidad “sería el equivalente a pedirle a la tostadora que pague para tener la posibilidad de ser conectada al sistema eléctrico”.
culturadigital@pagina12.com.ar
@cult_digital
/ @blejman