Que los argentinos tengan figuras tan destacadas (ahora el Papa Francisco) se debe a que tienen un encanto que seduce, entusiasma y logra grandes individualidades.
por Andrés Benítez - 16/03/2013 - 04:00
Tener individuos destacados es tan importante como tener una sociedad organizada. Es cierto, sin sus compañeros, Messi, probablemente, no sería el mejor jugador de fútbol del mundo. Pero él no es uno más; es el alma, el motor del Barcelona. El que genera la pasión de los hinchas por el equipo y por ello su presencia es fundamental. Porque en el fútbol, como en toda actividad, no basta ganar; también hay que encantar.
Las figuras argentinas no nacen solas, la sociedad las potencia, las adora, llevándolas a estados superiores. Y las defienden cuando caen en desgracia, como a Maradona. Para ellos, todos son los mejores del mundo, cosa que a los chilenos nos revienta, porque nosotros somos exactamente lo contrario: somos chaqueteros. Y si son ganadores, los tiramos para abajo. Como a Pablo Neruda, por ejemplo, que lo ninguneamos. Porque era comunista, dicen algunos. Porque era creído, otros. Y pocos, muy pocos, lo leen. Al final del día, a Neruda le hubiera convenido ser argentino, porque sería un dios, un grande, el mejor.
Algunos dicen que esto tiene que ver con nuestra baja autoestima, que no nos creemos el cuento. Que nos carga ver el éxito ajeno y por eso castigamos al que lo alcanza. ¿A quién le ha ganado? ¿De dónde salió este? ¿Qué se cree? Claro, uno podría decir que los argentinos tienen demasiada autoestima. Pero les resulta, ellos sí se la creen y generan héroes. Y por eso generan personas que llaman la atención en todo el mundo, mientras los chilenos no encantamos a casi nadie. Ni siquiera a nosotros mismos.
Todo este encanto seduce, entusiasma y logra grandes individualidades. Pero también es atroz cuando la sociedad no funciona. Pero la mezcla contraria también es mala. Es cierto, tener una economía ordenada sirve para pagar las cuentas, lo que no es menor. Pero vivir para eso no conmueve a nadie. Porque al final del día, la estabilidad sólo genera el piso sobre el cual podemos construir. Llegar al techo, al límite, requiere de personas notables, distintas, que corren riesgos inesperados, que se creen el cuento. Y esos tipos no sólo mueven las cosas, sino que también generan entusiasmo necesario para que todos avancen. Apostar a ellos es fundamental.
http://www.latercera.com/noticia/opinion/ideas-y-debates/2013/03/895-513922-9-el-atroz-encanto-de-ser-argentino.shtml