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Piñera anti Unasur?
18.10.10
Foto: Reuters
El presidente de Chile, Sebastián Piñera, dio inicio a sus actividades en Londres con una conferencia de prensa en la que evitó manifestar el apoyo al reclamo de la Argentina por las maniobras militares británicas en las Islas Malvinas.
Escribir a mano ayuda a ejercitar el cerebro
Por Gwendolyn Bounds
A Zane Pike, un niño de Arkansas de 4 años, no le hace ninguna gracia que le pidan que escriba a mano su nombre o el alfabeto. En la escuela, esquiva las prácticas y en casa ignora sus tareas.
Pero Angie Pike, la madre de Zane, insiste ya que cree que la caligrafía constituye un bloque importante del aprendizaje.
Tiene razón. Mediante herramientas avanzadas como las imágenes de resonancia magnética (MRI, por sus siglas en inglés), los investigadores se están dando cuenta de que escribir a mano es más que una forma de comunicación. La práctica ayuda a aprender letras y formas, puede mejorar la composición de ideas y la expresión, y contribuye a desarrollar las facultades motoras.
Los niños no son los únicos beneficiados. Los adultos que estudian nuevos símbolos, como los caracteres chinos, pueden mejorar el reconocimiento al escribir las grafías a mano, sugieren los expertos.
Algunos médicos aseguran que la caligrafía podría ser un buen ejercicio cognitivo para la gente que está envejeciendo.
Los estudios apuntan a una ventaja manifiesta en aprender y mantener esta antigua habilidad, incluso ahora que nos comunicamos cada vez más de forma electrónica con teclados grandes y pequeños. De hecho, a menudo la tecnología adquiere el papel de villano en el ocaso de la escritura a mano.
Pero en un giro interesante, están apareciendo programas para aparatos con pantallas táctiles, como el iPad, que vigorizan la práctica.
La mayoría de colegios aún incluye la instrucción convencional de la caligrafía en sus planes de estudio de los primeros grados, pero hoy en día eso supone poco más de una hora a la semana, según Zaner-Bloser Inc., una de las mayores editoriales especializadas en material escolar de escritura.
Incluso en escuelas privadas de prestigio, "algunos padres dicen que no pueden creer que se pierda el tiempo con esto", lamenta Linda Boldt, directora de aprendizaje de Brearley School, un colegio privado en Nueva York.
Recientes experimentos ilustran cómo la caligrafía involucra al cerebro en el proceso de aprendizaje.
Durante un estudio en la Universidad de Indiana publicado este año, los investigadores invitaron a varios niños a que se subieran a una "nave espacial", en realidad un escáner de MRI especializado en detectar la actividad neuronal en los cerebros. Una vez dentro, les mostraban diferentes letras antes y después de darles diversas instrucciones de aprendizaje de letras.
En los niños que tenían experiencia escribiendo a mano, la actividad neuronal era mucho más destacada que en aquellos que simplemente habían mirado las letras.
"Parece que hay algo realmente importante en la manipulación manual y el dibujo de cosas bidimensionales que vemos todo el tiempo", dice Karin Harman James, profesora asistente de psicología y neurociencia de la Universidad de Indiana y directora del estudio.
Los adultos podrían beneficiarse de una manera parecida al aprender una lengua gráficamente distinta, como el mandarín o los símbolos sistémicos para las matemáticas, la música o la química, apunta James. Algunos estudios, por ejemplo, revelan la asombrosa relación que existe entre la mano y el cerebro a la hora de componer pensamientos e ideas. Virginia Berninger, una profesora de psicología educacional en la Universidad de Washington, dice que la escritura a mano difiere de escribir a máquina porque requiere ejecutar trazos secuenciales para formar una letra, mientras que al escribir con un teclado, uno selecciona una letra completa al presionar una tecla.
Un impulso inesperado
Incluso en la era digital, las personas siguen fascinadas con la caligrafía por distintas razones: desde la intimidad de una carta escrita a mano por un ser querido a los rasgos de personalidad que pueden revelar la inclinación y forma de las letras que uno escribe a mano. Más allá de la grafología, algunos doctores que tratan enfermedades neurológicas aseguran que la caligrafía puede ser una herramienta para establecer un diagnóstico temprano.
Los creadores de material de aprendizaje caligráfico dicen que están viendo un nuevo interés por parte de los padres para mejorar la letra de sus hijos o incluso la suya propia. Algunos aliados tecnológicos también están dándole un impulso inesperado a la práctica mediante el desarrollo de aplicaciones que funcionan en los teléfonos inteligentes y computadoras tipo tableta.
Dan Feather, un diseñador gráfico y consultor informático en Tennessee, dice que nunca logró adaptarse a los teclados en los aparatos pequeños.
Por eso, utiliza una aplicación de US$3.99 llamada WritePad en su iPhone, que acepta la información escrita a mano con un dedo o un bolígrafo stylus y luego la transforma en texto.
Esta clase de aplicaciones también están ayudando a Zane Pike, el niño de 4 años que se niega a practicar sus letras. El pequeño está encantado con el iPhone de su madre, donde ésta descargó una aplicación de US$1,99 llamada "abc PocketPhonics".
El programa enseña a Zane a dibujar letras con el dedo. "Cree que es un juego", dice Angie.
A Zane Pike, un niño de Arkansas de 4 años, no le hace ninguna gracia que le pidan que escriba a mano su nombre o el alfabeto. En la escuela, esquiva las prácticas y en casa ignora sus tareas.
Pero Angie Pike, la madre de Zane, insiste ya que cree que la caligrafía constituye un bloque importante del aprendizaje.
Tiene razón. Mediante herramientas avanzadas como las imágenes de resonancia magnética (MRI, por sus siglas en inglés), los investigadores se están dando cuenta de que escribir a mano es más que una forma de comunicación. La práctica ayuda a aprender letras y formas, puede mejorar la composición de ideas y la expresión, y contribuye a desarrollar las facultades motoras.
Los niños no son los únicos beneficiados. Los adultos que estudian nuevos símbolos, como los caracteres chinos, pueden mejorar el reconocimiento al escribir las grafías a mano, sugieren los expertos.
Algunos médicos aseguran que la caligrafía podría ser un buen ejercicio cognitivo para la gente que está envejeciendo.
Angie Pike
A Zane Pike, de 4 años, no le gustaba nada escribir. Ahora le gusta gracias a una aplicación del iPhone.
Pero en un giro interesante, están apareciendo programas para aparatos con pantallas táctiles, como el iPad, que vigorizan la práctica.
La mayoría de colegios aún incluye la instrucción convencional de la caligrafía en sus planes de estudio de los primeros grados, pero hoy en día eso supone poco más de una hora a la semana, según Zaner-Bloser Inc., una de las mayores editoriales especializadas en material escolar de escritura.
Incluso en escuelas privadas de prestigio, "algunos padres dicen que no pueden creer que se pierda el tiempo con esto", lamenta Linda Boldt, directora de aprendizaje de Brearley School, un colegio privado en Nueva York.
Recientes experimentos ilustran cómo la caligrafía involucra al cerebro en el proceso de aprendizaje.
Durante un estudio en la Universidad de Indiana publicado este año, los investigadores invitaron a varios niños a que se subieran a una "nave espacial", en realidad un escáner de MRI especializado en detectar la actividad neuronal en los cerebros. Una vez dentro, les mostraban diferentes letras antes y después de darles diversas instrucciones de aprendizaje de letras.
En los niños que tenían experiencia escribiendo a mano, la actividad neuronal era mucho más destacada que en aquellos que simplemente habían mirado las letras.
"Parece que hay algo realmente importante en la manipulación manual y el dibujo de cosas bidimensionales que vemos todo el tiempo", dice Karin Harman James, profesora asistente de psicología y neurociencia de la Universidad de Indiana y directora del estudio.
Los adultos podrían beneficiarse de una manera parecida al aprender una lengua gráficamente distinta, como el mandarín o los símbolos sistémicos para las matemáticas, la música o la química, apunta James. Algunos estudios, por ejemplo, revelan la asombrosa relación que existe entre la mano y el cerebro a la hora de componer pensamientos e ideas. Virginia Berninger, una profesora de psicología educacional en la Universidad de Washington, dice que la escritura a mano difiere de escribir a máquina porque requiere ejecutar trazos secuenciales para formar una letra, mientras que al escribir con un teclado, uno selecciona una letra completa al presionar una tecla.
Un impulso inesperado
Incluso en la era digital, las personas siguen fascinadas con la caligrafía por distintas razones: desde la intimidad de una carta escrita a mano por un ser querido a los rasgos de personalidad que pueden revelar la inclinación y forma de las letras que uno escribe a mano. Más allá de la grafología, algunos doctores que tratan enfermedades neurológicas aseguran que la caligrafía puede ser una herramienta para establecer un diagnóstico temprano.
Los creadores de material de aprendizaje caligráfico dicen que están viendo un nuevo interés por parte de los padres para mejorar la letra de sus hijos o incluso la suya propia. Algunos aliados tecnológicos también están dándole un impulso inesperado a la práctica mediante el desarrollo de aplicaciones que funcionan en los teléfonos inteligentes y computadoras tipo tableta.
Dan Feather, un diseñador gráfico y consultor informático en Tennessee, dice que nunca logró adaptarse a los teclados en los aparatos pequeños.
Por eso, utiliza una aplicación de US$3.99 llamada WritePad en su iPhone, que acepta la información escrita a mano con un dedo o un bolígrafo stylus y luego la transforma en texto.
Esta clase de aplicaciones también están ayudando a Zane Pike, el niño de 4 años que se niega a practicar sus letras. El pequeño está encantado con el iPhone de su madre, donde ésta descargó una aplicación de US$1,99 llamada "abc PocketPhonics".
El programa enseña a Zane a dibujar letras con el dedo. "Cree que es un juego", dice Angie.
Sos un foodie?
Ni un sibarita, ni un bon vivant, el foodie es un joven que encuentra en la comida y la bebida una forma de entretenimiento. Nace un nuevo tipo de consumidor.
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Está el que te invita a cenar a su casa y, no bien llegás, despega un imán de la heladera, levanta el teléfono y te pregunta qué gusto de empanada preferís.
Y está el que te recibe con panes caseros y un dip de queso crema con albahaca y ciboulette. En la mesa, ya tiene descorchado un Pinot Noir de la bodega Las Perdices.
Sentís un olorcito rico que llega desde la cocina. “Bondiola a la cerveza negra con papines andinos”, comenta tu anfitrión, casi al paso.
¿Cómo se explica la diferencia entre uno y el otro? Muy simple: el segundo es un foodie.
Este término es el que se utiliza hoy en Estados Unidos y en Europa para denominar a una persona joven con un marcado interés por la cocina, el vino y la gastronomía en general.
A diferencia de otros conceptos similares como “sibarita” o “gourmet”, el foodie no es exclusivamente un consumidor de productos de alta gama, que desdeña bodegones barriales, mercados callejeros y vinos de supermercado. Por el contrario, es un buscador de rincones desconocidos para el gran público. No le interesa sólo lo mejor de la gastronomía; le interesa todo. Además, no tiene ningún vínculo profesional con el mundo de la comida y la bebida: es un amateur apasionado, que ama comer, cocinar y recibir gente en su casa.
El foodie es, en definitiva, el consumidor que tienen como target las marcas de productos top en el rubro gastronómico: un hombre o una mujer de entre 30 y 40 años, de clase media, o media alta, para quien comer es mucho más que alimentarse.
Si el argentino promedio destina un 10 % de sus ingresos a la compra de alimentos y salidas a restaurantes, un foodie pone un 25% en ese rubro. Esto no quiere decir que sea millonario. Simplemente, deja de lado otros placeres y prioridades para comer como más le gusta. Prefiere gastar $200 en una cena en algún bistró, antes que comprarse una camisa en Penguin. Si no le queda otra que perderse un recital para poder seguir yendo a la vinoteca a elegir sus vinitos para el fin de semana, no tiene problema en hacerlo.
Sin saber que se los llama de esa manera, los foodies abundan en Buenos Aires. Muchos de ellos están leyendo esta nota. A continuación, te contamos algunos de los comportamientos típicos del foodie porteño. Si te sentís identificado con estas costumbres, ya sabés cómo presentarte a partir de ahora.
1. AMA LOS BISTROTS DE AUTOR
El foodie esta dispuesto a gastar entre 150 y hasta 250 pesos en una buena experiencia gourmet. Es decir: en probar platos de autor que sólo se sirven en determinado restaurante. Sólo en The Food Factory puede degustar un pulpo al horno con aire de ajos, miel y cilantro como el que prepara Tomás Kailka. Sólo en Demuru podrá comer esa bondiola en salsa de cassis con el toque justo de tomillo y coriandro que le pone Juan Pedro Demuru. No hay otro restaurante que no sea Tipula, en donde se prepare una salsa como el caldo de jamón serrano, guisantes y berberechos que utiliza Hernán Gipponi para darle sabor a la pesca del día. Su elección va más allá de la calidad de la comida. Al foodie lo atrae la calidez del lugar y agradece la posibilidad de poder conversar con el chef que se acerca a la mesa, o de verlo trabajar en la cocina, ya que muchos de estos restós tienen sus cocinas a la vista; para el foodie eso es mucho más que una simple curiosidad. Otros restaurantes de su predilección son, por ejemplo, Paraje Arévalo, Sifones & Dragones, Almacén de los Milagros, Las Pizarras, Café San Juan y Doppio Zero.
2. ADA CONCARO PUEDE ESPERAR
El foodie no se desvive por comer en las mesas de los grandes popes de la alta cocina porteña, como La Bourgogne o Tomo I. Sabe que algún día, cuando quiera darse un gusto, podrá juntar 400 pesos, ponerse el saco y los zapatos para una cena especial y probar las codornices sobre endibias a la salamandra de Ada Cóncaro, o el faisán en dos cocciones de Jean Paul Bondeaux. Pero tiene claro que puede conseguir platos de autor, igual de buenos en restaurantes más informales, económicos y acordes con su onda.
3. ACUDE A LOS BODEGONES
La principal característica que diferencia a un foodie de un sibarita es su amplitud de visión. Indistintamente, puede elegir comer un atún rojo con maní tostado en Paraje Arevalo, o un guiso de lentejas en Miramar. Es que, fuera de la orbita top de la cocina porteña, el foodie transita los suburbios: conoce desde los peruanos del Abasto (Cusco Hatuchay, Los Trujillanitos), hasta los bodegones de la zona sur de la capital (La Coruña, Gijón), pasando por los enigmáticos restaurantes coreanos de la avenida Carabobo, en el Bajo Flores. Busca el folclore y todo lo que ello implique. Llorar y moquear por el Kimshi picante en el coreano Biwon, ser maltratado por el excéntrico dueño japonés de Sukiyaki, o salir de La Maroma con olor a guiso en la campera. Nada de eso le importa al foodie. La gastronomía es parte de su entretenimiento urbano.
4. COME CARNE EN PARRILLAS MEDIAS
Cuando quiere comer buena carne argentina, un foodie no gastará una fortuna para cenar en Cabaña Las Lilas, El Mirasol u otras parrillas high class. Va a alguna parrilla barrial, donde sabe que la calidad de los cortes no es superlativa, pero guarda una buena relación con el precio. ¿Quién quiere pagar $130 por un ojo de bife en La Brigada cuando por $70 tiene una jugosa entraña acompañada de una ensalada de hojas verdes y hongos portebello en El Bonpland? La Dorita, Las Huazas y Miranda son algunos de sus puntos cárnicos predilectos. Pero para juntarse con los amigos después de un partido de fútbol, también elige fondas como Lo de Mary, El 22, o La Luli.
5. PREPARA ASADOS ESPECIALES
Al preparar asados en su casa, es afecto a los condimentos y las marinadas: deja los cortes en chimichurri desde la noche anterior y, una vez ya cocinados, les agrega una gota de humo líquido antes de comerlos. Pequeños detalles que le dan nuevos sabores al asado de siempre. Por ser caro y no guardar ningún secreto en su preparación, suele evitar el lomo. En cambio, es afecto a la bondiola. Sueña con tener un horno de barro.
6. EN LA SEMANA SALE; LOS SABADOS COCINA
Otra característica del foodie porteño es que sale a cenar durante la semana (idealmente miércoles o jueves), cuando hay menos gente en los restaurantes y se garantiza un mejor servicio para disfrutar de la cena tranquilo y, llegado el caso, conversar con los cocineros. Los fines de semana, con más tiempo disponible, prefiere dedicarlos a hacer compras durante la mañana, cocinar a la tarde y recibir amigos en casa por la noche.
7. FAST FOODIE
El agitado ritmo de vida de Buenos Aires es una complicación para el foodie. Almorzar en la ciudad, bien, rápido y a buen precio no siempre es fácil. Ante todo, evita dos cosas: las tartas recalentadas en microondas y los menús de mediodía medio pelo (tiene claro que la carne al horno con papas son las sobras del día anterior). En cambio, agradece la llegada de restaurantes que se suman al concepto de “fast good”, acuñado por el catalán Ferrán Adriá, que apunta comidas rápidas y simples, pero con ingredientes frescos y originales. Así, en lugar de gastar $9 en un pebete de jamón y queso en un quiosco y terminar la tarde hambriento y picando Cerealitas, va a Mineral, sobre la calle Reconquista, y elige un contundente sándwich Normandie, de queso brie, rúcula, pesto y tomates secos. Sopas, wraps, woks y ensaladas son algunas de los platos predilectos del foodie en lugares como Open Kitchen, Mark’s, Platón, WokiShop, Nsalad, WokInn y Ambiente Wok.
8. CREATIVIDAD FOODIE
El foodie puede vivir tranquilamente sin imanes en la heladera: jamás necesita recurrir al delivery. ¿Le sobraron fideos del día anterior? Rompe dos huevos, los mete al horno y se arma una fritata. ¿Le quedó asado del domingo en la heladera? Lo corta en cubitos y se arma flor de estofado. Siempre tiene a mano una cebolla, un queso crema, y una lata de tomates, para armar una rica cena sin levantar el tubo.
9. CONOCE LOS MERCADOS
Un foodie sabe desde hace tiempo que en el Barrio Chino de Belgrano se consigue por $16 un kilo de jibia, un marisco que similar al pulpo, casi igual de bueno, pero dos o tres veces más barato. Pasea por los supermercados de la zona sabiendo exactamente adónde ir y qué conseguir en cada local. Suele discutir con otros foodies sobre si Casa China (“el de Arribeños”) es el mejor súper para comprar corvinas enteras o si son más frescas los de Asia Central (“el de Mendoza”). Además, conoce el mercado Andino de Liniers, el Galpón Orgánico de Chacarita y el mercado de San Telmo. Pero el Barrio Chino es el punto neurálgico de sus compras.
10. IMPORTADOS FETICHE
Salsas Tabasco, humo líquido San Giorgio, bitter Angostura, leche de coco Sococo, tinta de calamar Nortindal, Mostaza de Dijon Delouis Fils. Los productos importados son una perdición para el foodie: sabe que muchas veces un toque de estos condimentos le cambian radicalmente el sabor a sus platos. Los compra en delis como The Pick Market, casas de productos importados como Geson, o gondolas de gourmet como la del supermercado Jumbo.
11. ES ORGANICO POR COMODIDAD
El foodie se hartó de las verdulerías de barrio donde no puede conseguir cilantro, morrones amarillos, y cebollas moradas y donde, además, la fruta huele a pesticida. Encuentra una solución en deliveries de verdura orgánica como Tallo Verde o Quinta Fresca, donde recibe en su casa mandarinas jugosas, romero fresco, ciboulette y pack choy. Como las verduras duran mucho y no se ponen feas, le termina siendo más económico que ir a la esquina y comprarle a Don Carlos. En este sentido, el foodie es orgánico por comodidad; no por convicción.
13. EL SUEÑO DE LA NESPRESSO PROPIA
Habiendo ya degustado vinos, tés y aceites, el foodie de 2010 está ávido de conocimiento sobre café: intenta diferenciarlos según su origen, y sólo pide cortados y ristrettos en cafeterías en las que sabe que usan granos tostados de alta gama (The Coffee Store, Café Martínez, Bonafide y las que utilizan productos de Central de Café, entre otras). Aspira a tener algún día una cafetera Nespresso en su casa, pero hoy está muy feliz con su Bodum. Cuando puede, compra café en los locales de Bonafide, en Starbucks o en Establecimiento General de Café. Sino, va al súper y elije el Cabrales tostado. Jamás prepara café instantáneo y huye de las máquinas expendedoras de la oficina.
14. BARRA FOODIE
Cuando llega la hora del after office, el foodie prefiere evitar promos engañosas y pagar $25 por un Gibson, o un Manhattan, antes que poner $20 por dos porroncitos de cervezas de gama media. Eso sí: tiene claro en qué bares puede pedir cocktails elaborados. Jamás ordenará un Old Fashioned en un bar de Plaza Serrano que tenga a la vista botellas de Cusenier y licores Tres Plumas. Algunas de sus barras predilectas son las de Ocho7ocho y Doppelgänger. También aprovecha los generosos happy hours de Kansas. Es enemigo declarado del fernet cola. Lo considera vulgar y aburrido. En todo caso, agrega un chorrito de fernet (siempre Ramazzotti o 1882) a su Cinzano con soda. Es que el foodie es adepto al vermú. Y para eso, no necesita ir a ningún reducto de alta gastronomía.
15. ELIJE VINOS DE ACUERDO AL WINE MAKER
Así como busca restaurantes de autor, el foodie también sigue de cerca de los enólogos, en busca de vinos que cuenten una historia personal y donde se vea la mano del enólogo, sin importar su etiqueta, ni los puntajes que puedan otorgarle los medios especializados. Una vez que descubrió el trabajo de un wine maker que le gusta, comienza a seguirle los pasos. Cuando va a la vinoteca, pregunta si hay nuevas etiquetas de sus favoritos, como pueden llegar a ser Héctor Durigutti, Mauricio Lorca, Alberto Antonini, o Patricio Santos entre otros. Esa es su forma de buscar vinos con cierto riesgo gustativo que encuentra desafiante.
16. YA SE CANSO UN POCO DE LOS TINTOS
El foodie se declara a favor del vino blanco y el rosado. En medio de la dictadura del tinto, su afán por conseguir sabores afilados y combinar bien platos con vinos, lo llevan a cambiar de color de la botella, incluso en una misma comida. Sabe que en una cena de seis personas se cambia el vino al menos cuatro veces y por eso apuesta por beber blancos, rosados y tintos sin amilanarse frente los tinto-dependientes. ¿Sus uvas preferidas? Entre los blancos, el Sauvignon Blanc y el Torrontés. De los rosados, busca los tradicionales, como por ejemplo Montfelury.
17. NO COMPRA VINOS DE MAS DE 50 PESOS
El foodie no bebe vidrio. Sabe que a partir de los 50 pesos, la relación precio calidad de un vino empieza a empeorar y que, para sus aspiraciones, no tiene sentido gatillar 100 o 200 mangos en una botella. Debajo de ese rango de precios, sabe que hallará una buena variedad de vinos además de estar bien hechos, son poco conocidos. Así, además de beber rico, podrá luego darse el lujo de comentar y recomendar sus hallazgos en su círculo de amigos, sin por eso dejar medio sueldo en el camino.
18. BUSCA EL DESCORCHE
Con una pequeña pero digna cantidad de buenos vinos en su casa, el foodie se enoja cuando va a un restaurante y se ve obligado a pagar por una botella el doble de lo que paga en la góndola. Así, a la hora de elegir un restaurante, se fija muy bien cuáles ofrecen descorche y hacía allí enfila, con un tinto bajo el brazo. ¿Algunos de sus favoritos? Paladar Buenos Aires, Irifune, Brotes del Alma y Demetria, por ejemplo.
19. NARDA SI, DONATO NI, MARTINIANO NO
Públicamente, el foodie habla pestes de Donato de Santis y lo tilda de “ladri”. Pero la realidad es que envidia su capacidad de venderse como tano cool y lo respeta. Le caen bien Narda Lepes por ser “buena onda” y por “acercarse al cocinero amateur”. Respeta a Dolly Irigoyen por su trayectoria. Sueña con ser como Francis Mallmann, aunque jamás haya probado sus platos. Siente indiferencia hacia Maru Botana. Definitivamente, descree de Martiniano Molina.
20. SIGUE A TONY BOURDAIN
En cuanto a la catarata de programas sobre comidas y restaurantes que se transmiten por cable, el foodie es selectivo, pero no escapa al lugar común: venera a Anthony Bourdain, al igual que muchos “no-foodies” (en eso radica el genio del chef norteamericano: en captar la atención de todo el mundo sobre un tema que a no a todo el mundo le interesa). Su libro Kitchen Confidential es una suerte de biblia y no se pierde las emisiones de No Reservations, por Discovery Travel & Living. También venera al inglés Gordon Ramsay, por ser un gran showman, como lo demuestra en su programa Kitchen Nightmares (que ahora se transmite por Fox Life), donde agarra restaurantes venidos a menos y los recicla.
Por Claudio Weissfeld
Y está el que te recibe con panes caseros y un dip de queso crema con albahaca y ciboulette. En la mesa, ya tiene descorchado un Pinot Noir de la bodega Las Perdices.
Sentís un olorcito rico que llega desde la cocina. “Bondiola a la cerveza negra con papines andinos”, comenta tu anfitrión, casi al paso.
¿Cómo se explica la diferencia entre uno y el otro? Muy simple: el segundo es un foodie.
Este término es el que se utiliza hoy en Estados Unidos y en Europa para denominar a una persona joven con un marcado interés por la cocina, el vino y la gastronomía en general.
A diferencia de otros conceptos similares como “sibarita” o “gourmet”, el foodie no es exclusivamente un consumidor de productos de alta gama, que desdeña bodegones barriales, mercados callejeros y vinos de supermercado. Por el contrario, es un buscador de rincones desconocidos para el gran público. No le interesa sólo lo mejor de la gastronomía; le interesa todo. Además, no tiene ningún vínculo profesional con el mundo de la comida y la bebida: es un amateur apasionado, que ama comer, cocinar y recibir gente en su casa.
El foodie es, en definitiva, el consumidor que tienen como target las marcas de productos top en el rubro gastronómico: un hombre o una mujer de entre 30 y 40 años, de clase media, o media alta, para quien comer es mucho más que alimentarse.
Si el argentino promedio destina un 10 % de sus ingresos a la compra de alimentos y salidas a restaurantes, un foodie pone un 25% en ese rubro. Esto no quiere decir que sea millonario. Simplemente, deja de lado otros placeres y prioridades para comer como más le gusta. Prefiere gastar $200 en una cena en algún bistró, antes que comprarse una camisa en Penguin. Si no le queda otra que perderse un recital para poder seguir yendo a la vinoteca a elegir sus vinitos para el fin de semana, no tiene problema en hacerlo.
Sin saber que se los llama de esa manera, los foodies abundan en Buenos Aires. Muchos de ellos están leyendo esta nota. A continuación, te contamos algunos de los comportamientos típicos del foodie porteño. Si te sentís identificado con estas costumbres, ya sabés cómo presentarte a partir de ahora.
1. AMA LOS BISTROTS DE AUTOR
El foodie esta dispuesto a gastar entre 150 y hasta 250 pesos en una buena experiencia gourmet. Es decir: en probar platos de autor que sólo se sirven en determinado restaurante. Sólo en The Food Factory puede degustar un pulpo al horno con aire de ajos, miel y cilantro como el que prepara Tomás Kailka. Sólo en Demuru podrá comer esa bondiola en salsa de cassis con el toque justo de tomillo y coriandro que le pone Juan Pedro Demuru. No hay otro restaurante que no sea Tipula, en donde se prepare una salsa como el caldo de jamón serrano, guisantes y berberechos que utiliza Hernán Gipponi para darle sabor a la pesca del día. Su elección va más allá de la calidad de la comida. Al foodie lo atrae la calidez del lugar y agradece la posibilidad de poder conversar con el chef que se acerca a la mesa, o de verlo trabajar en la cocina, ya que muchos de estos restós tienen sus cocinas a la vista; para el foodie eso es mucho más que una simple curiosidad. Otros restaurantes de su predilección son, por ejemplo, Paraje Arévalo, Sifones & Dragones, Almacén de los Milagros, Las Pizarras, Café San Juan y Doppio Zero.
2. ADA CONCARO PUEDE ESPERAR
El foodie no se desvive por comer en las mesas de los grandes popes de la alta cocina porteña, como La Bourgogne o Tomo I. Sabe que algún día, cuando quiera darse un gusto, podrá juntar 400 pesos, ponerse el saco y los zapatos para una cena especial y probar las codornices sobre endibias a la salamandra de Ada Cóncaro, o el faisán en dos cocciones de Jean Paul Bondeaux. Pero tiene claro que puede conseguir platos de autor, igual de buenos en restaurantes más informales, económicos y acordes con su onda.
3. ACUDE A LOS BODEGONES
La principal característica que diferencia a un foodie de un sibarita es su amplitud de visión. Indistintamente, puede elegir comer un atún rojo con maní tostado en Paraje Arevalo, o un guiso de lentejas en Miramar. Es que, fuera de la orbita top de la cocina porteña, el foodie transita los suburbios: conoce desde los peruanos del Abasto (Cusco Hatuchay, Los Trujillanitos), hasta los bodegones de la zona sur de la capital (La Coruña, Gijón), pasando por los enigmáticos restaurantes coreanos de la avenida Carabobo, en el Bajo Flores. Busca el folclore y todo lo que ello implique. Llorar y moquear por el Kimshi picante en el coreano Biwon, ser maltratado por el excéntrico dueño japonés de Sukiyaki, o salir de La Maroma con olor a guiso en la campera. Nada de eso le importa al foodie. La gastronomía es parte de su entretenimiento urbano.
4. COME CARNE EN PARRILLAS MEDIAS
Cuando quiere comer buena carne argentina, un foodie no gastará una fortuna para cenar en Cabaña Las Lilas, El Mirasol u otras parrillas high class. Va a alguna parrilla barrial, donde sabe que la calidad de los cortes no es superlativa, pero guarda una buena relación con el precio. ¿Quién quiere pagar $130 por un ojo de bife en La Brigada cuando por $70 tiene una jugosa entraña acompañada de una ensalada de hojas verdes y hongos portebello en El Bonpland? La Dorita, Las Huazas y Miranda son algunos de sus puntos cárnicos predilectos. Pero para juntarse con los amigos después de un partido de fútbol, también elige fondas como Lo de Mary, El 22, o La Luli.
5. PREPARA ASADOS ESPECIALES
Al preparar asados en su casa, es afecto a los condimentos y las marinadas: deja los cortes en chimichurri desde la noche anterior y, una vez ya cocinados, les agrega una gota de humo líquido antes de comerlos. Pequeños detalles que le dan nuevos sabores al asado de siempre. Por ser caro y no guardar ningún secreto en su preparación, suele evitar el lomo. En cambio, es afecto a la bondiola. Sueña con tener un horno de barro.
6. EN LA SEMANA SALE; LOS SABADOS COCINA
Otra característica del foodie porteño es que sale a cenar durante la semana (idealmente miércoles o jueves), cuando hay menos gente en los restaurantes y se garantiza un mejor servicio para disfrutar de la cena tranquilo y, llegado el caso, conversar con los cocineros. Los fines de semana, con más tiempo disponible, prefiere dedicarlos a hacer compras durante la mañana, cocinar a la tarde y recibir amigos en casa por la noche.
7. FAST FOODIE
El agitado ritmo de vida de Buenos Aires es una complicación para el foodie. Almorzar en la ciudad, bien, rápido y a buen precio no siempre es fácil. Ante todo, evita dos cosas: las tartas recalentadas en microondas y los menús de mediodía medio pelo (tiene claro que la carne al horno con papas son las sobras del día anterior). En cambio, agradece la llegada de restaurantes que se suman al concepto de “fast good”, acuñado por el catalán Ferrán Adriá, que apunta comidas rápidas y simples, pero con ingredientes frescos y originales. Así, en lugar de gastar $9 en un pebete de jamón y queso en un quiosco y terminar la tarde hambriento y picando Cerealitas, va a Mineral, sobre la calle Reconquista, y elige un contundente sándwich Normandie, de queso brie, rúcula, pesto y tomates secos. Sopas, wraps, woks y ensaladas son algunas de los platos predilectos del foodie en lugares como Open Kitchen, Mark’s, Platón, WokiShop, Nsalad, WokInn y Ambiente Wok.
8. CREATIVIDAD FOODIE
El foodie puede vivir tranquilamente sin imanes en la heladera: jamás necesita recurrir al delivery. ¿Le sobraron fideos del día anterior? Rompe dos huevos, los mete al horno y se arma una fritata. ¿Le quedó asado del domingo en la heladera? Lo corta en cubitos y se arma flor de estofado. Siempre tiene a mano una cebolla, un queso crema, y una lata de tomates, para armar una rica cena sin levantar el tubo.
9. CONOCE LOS MERCADOS
Un foodie sabe desde hace tiempo que en el Barrio Chino de Belgrano se consigue por $16 un kilo de jibia, un marisco que similar al pulpo, casi igual de bueno, pero dos o tres veces más barato. Pasea por los supermercados de la zona sabiendo exactamente adónde ir y qué conseguir en cada local. Suele discutir con otros foodies sobre si Casa China (“el de Arribeños”) es el mejor súper para comprar corvinas enteras o si son más frescas los de Asia Central (“el de Mendoza”). Además, conoce el mercado Andino de Liniers, el Galpón Orgánico de Chacarita y el mercado de San Telmo. Pero el Barrio Chino es el punto neurálgico de sus compras.
10. IMPORTADOS FETICHE
Salsas Tabasco, humo líquido San Giorgio, bitter Angostura, leche de coco Sococo, tinta de calamar Nortindal, Mostaza de Dijon Delouis Fils. Los productos importados son una perdición para el foodie: sabe que muchas veces un toque de estos condimentos le cambian radicalmente el sabor a sus platos. Los compra en delis como The Pick Market, casas de productos importados como Geson, o gondolas de gourmet como la del supermercado Jumbo.
11. ES ORGANICO POR COMODIDAD
El foodie se hartó de las verdulerías de barrio donde no puede conseguir cilantro, morrones amarillos, y cebollas moradas y donde, además, la fruta huele a pesticida. Encuentra una solución en deliveries de verdura orgánica como Tallo Verde o Quinta Fresca, donde recibe en su casa mandarinas jugosas, romero fresco, ciboulette y pack choy. Como las verduras duran mucho y no se ponen feas, le termina siendo más económico que ir a la esquina y comprarle a Don Carlos. En este sentido, el foodie es orgánico por comodidad; no por convicción.
13. EL SUEÑO DE LA NESPRESSO PROPIA
Habiendo ya degustado vinos, tés y aceites, el foodie de 2010 está ávido de conocimiento sobre café: intenta diferenciarlos según su origen, y sólo pide cortados y ristrettos en cafeterías en las que sabe que usan granos tostados de alta gama (The Coffee Store, Café Martínez, Bonafide y las que utilizan productos de Central de Café, entre otras). Aspira a tener algún día una cafetera Nespresso en su casa, pero hoy está muy feliz con su Bodum. Cuando puede, compra café en los locales de Bonafide, en Starbucks o en Establecimiento General de Café. Sino, va al súper y elije el Cabrales tostado. Jamás prepara café instantáneo y huye de las máquinas expendedoras de la oficina.
14. BARRA FOODIE
Cuando llega la hora del after office, el foodie prefiere evitar promos engañosas y pagar $25 por un Gibson, o un Manhattan, antes que poner $20 por dos porroncitos de cervezas de gama media. Eso sí: tiene claro en qué bares puede pedir cocktails elaborados. Jamás ordenará un Old Fashioned en un bar de Plaza Serrano que tenga a la vista botellas de Cusenier y licores Tres Plumas. Algunas de sus barras predilectas son las de Ocho7ocho y Doppelgänger. También aprovecha los generosos happy hours de Kansas. Es enemigo declarado del fernet cola. Lo considera vulgar y aburrido. En todo caso, agrega un chorrito de fernet (siempre Ramazzotti o 1882) a su Cinzano con soda. Es que el foodie es adepto al vermú. Y para eso, no necesita ir a ningún reducto de alta gastronomía.
15. ELIJE VINOS DE ACUERDO AL WINE MAKER
Así como busca restaurantes de autor, el foodie también sigue de cerca de los enólogos, en busca de vinos que cuenten una historia personal y donde se vea la mano del enólogo, sin importar su etiqueta, ni los puntajes que puedan otorgarle los medios especializados. Una vez que descubrió el trabajo de un wine maker que le gusta, comienza a seguirle los pasos. Cuando va a la vinoteca, pregunta si hay nuevas etiquetas de sus favoritos, como pueden llegar a ser Héctor Durigutti, Mauricio Lorca, Alberto Antonini, o Patricio Santos entre otros. Esa es su forma de buscar vinos con cierto riesgo gustativo que encuentra desafiante.
16. YA SE CANSO UN POCO DE LOS TINTOS
El foodie se declara a favor del vino blanco y el rosado. En medio de la dictadura del tinto, su afán por conseguir sabores afilados y combinar bien platos con vinos, lo llevan a cambiar de color de la botella, incluso en una misma comida. Sabe que en una cena de seis personas se cambia el vino al menos cuatro veces y por eso apuesta por beber blancos, rosados y tintos sin amilanarse frente los tinto-dependientes. ¿Sus uvas preferidas? Entre los blancos, el Sauvignon Blanc y el Torrontés. De los rosados, busca los tradicionales, como por ejemplo Montfelury.
17. NO COMPRA VINOS DE MAS DE 50 PESOS
El foodie no bebe vidrio. Sabe que a partir de los 50 pesos, la relación precio calidad de un vino empieza a empeorar y que, para sus aspiraciones, no tiene sentido gatillar 100 o 200 mangos en una botella. Debajo de ese rango de precios, sabe que hallará una buena variedad de vinos además de estar bien hechos, son poco conocidos. Así, además de beber rico, podrá luego darse el lujo de comentar y recomendar sus hallazgos en su círculo de amigos, sin por eso dejar medio sueldo en el camino.
18. BUSCA EL DESCORCHE
Con una pequeña pero digna cantidad de buenos vinos en su casa, el foodie se enoja cuando va a un restaurante y se ve obligado a pagar por una botella el doble de lo que paga en la góndola. Así, a la hora de elegir un restaurante, se fija muy bien cuáles ofrecen descorche y hacía allí enfila, con un tinto bajo el brazo. ¿Algunos de sus favoritos? Paladar Buenos Aires, Irifune, Brotes del Alma y Demetria, por ejemplo.
19. NARDA SI, DONATO NI, MARTINIANO NO
Públicamente, el foodie habla pestes de Donato de Santis y lo tilda de “ladri”. Pero la realidad es que envidia su capacidad de venderse como tano cool y lo respeta. Le caen bien Narda Lepes por ser “buena onda” y por “acercarse al cocinero amateur”. Respeta a Dolly Irigoyen por su trayectoria. Sueña con ser como Francis Mallmann, aunque jamás haya probado sus platos. Siente indiferencia hacia Maru Botana. Definitivamente, descree de Martiniano Molina.
20. SIGUE A TONY BOURDAIN
En cuanto a la catarata de programas sobre comidas y restaurantes que se transmiten por cable, el foodie es selectivo, pero no escapa al lugar común: venera a Anthony Bourdain, al igual que muchos “no-foodies” (en eso radica el genio del chef norteamericano: en captar la atención de todo el mundo sobre un tema que a no a todo el mundo le interesa). Su libro Kitchen Confidential es una suerte de biblia y no se pierde las emisiones de No Reservations, por Discovery Travel & Living. También venera al inglés Gordon Ramsay, por ser un gran showman, como lo demuestra en su programa Kitchen Nightmares (que ahora se transmite por Fox Life), donde agarra restaurantes venidos a menos y los recicla.
Por Claudio Weissfeld
CENSO 2010 - PREGUNTAS FRECUENTES
12.10.10
¿Cuándo se hace el Censo 2010?
El miércoles 27 de octubre.
¿Ese día va a ser feriado?
El día del Censo será feriado nacional, por lo tanto no se podrán realizar reuniones públicas y no habrá actividad comercial. La Ley 24.254/93 declara feriado nacional el día de cada año en el que se efectúe el Censo Nacional de Población y Vivienda y establece sus alcances en el artículo 2: "Quedan prohibidas hasta las veinte (20) horas del día indicado para la realización del Censo, las funciones teatrales, exhibiciones cinematográficas, competencias deportiivas y en general toda clase de espectáculos y reuniones públicas al aire libre o en recintos cubiertos. Los restaurantes, confiterías, casas de expendio de bebidas y similares, rotiserías, panaderías y en general todo comercio de venta de artículos alimenticios y de bebidas y clubes, permanecerán cerrados hasta la hora indicada.”
¿Es obligatorio responder el censo?
Sí, el decreto 67/2010 establece que todos los habitantes de la Nación tienen que responder las preguntas del censo.
¿Cada cuánto se hacen los censos de población?
Cada diez años, tal como estipula la Constitución Nacional (Segunda parte: autoridades de la Nación, art. 47) las recomendaciones internacionales y la legislación vigente. El decreto 3110/7, reglamentario de la Ley de Estadística N° 17.622, estipula que los censos nacionales de población, familias y viviendas se realicen en los años terminados en cero, en coincidencia con las recomendaciones internacionales (Ver : Principles and Recomendations for Population and Housing Censuses. Revision 2. Statistical papers, Series M. No.67/Rev.2.United Nations, New York 2007. ISBN: 978-92-1-161505-0 , bajar este documento PDF )
¿Cuál es el objetivo del censo?
Cuantificar y caracterizar las viviendas, los hogares y la población del país en un momento determinado. A partir de sus resultados, se podrán conocer las principales características demográficas, económicas y sociales de todos los habitantes del país y sus condiciones habitacionales
¿Qué información proporciona?
- La cantidad y distribución de viviendas en el territorio-Los materiales con los que están construidas las viviendas-Los servicios con que cuentan los hogares (agua, luz, gas, etc).-El número, tamaño y composición de los hogares-Características del hábitat.-La cantidad de hombres y mujeres y su edad-Lugar de nacimiento y de residencia (habitual y hace cinco años)-Cobertura previsional y de salud-Movimientos migratorios-Nivel educativo-Situación conyugal-Características de empleo de la población-Fecundidad de las mujeres-Número de viviendas colectivas, su tamaño y su tipo.-Equipamiento del hogar. -Población afrodescendiente -Personas con discapacidad -Personas descendientes o pertenecientes a pueblos originarios
¿Para qué se usan los resultados?
-Orientar la implementación de políticas sociales en áreas como: educación, salud, trabajo, familia, vivienda y transporte. -Establecer el número de representantes legislativos a nivel nacional, provincial y municipal (art.45 y 47 de la Constitución Nacional-Segunda parte del capítulo 1) -Estimar la demanda de bienes y servicios a partir de los datos sobre concentración de la población y su distribución por edad y sexo, fundamentales para la industria, el comercio, las empresas y los particulares. -Instalar empresas a partir de consideraciones sobre la disponibilidad de mano de obra local. -Investigar en el área de las ciencias sociales. -Realizar comparaciones a nivel nacional e internacional. -Ser la base a partir de la cual se realizan las proyecciones de población
¿Cúal es el decreto que ordena la realización del Censo?
El Decreto N° 67 de enero de 2010 ordena el levantamiento del Censo Nacional de Población, Hogares y Viviendas en el territorio nacional el 27 de octubre de 2010. Por medio de este decreto, se establecen además los responsables de la estructura censal y sus funciones: El Consejo Superior del Censo 2010 tendrá a su cargo la coordinación entre los organismos nacionales y provinciales para la movilización de los recursos humanos y materiales involucrados en el censoEstará presidido por el Ministro de Economía y Finanzas Públicas e integrado por funcionarios de la Jefatura de Gabinete de Ministros y de todos los Ministerios del Poder Ejecutivo Nacional. El INDEC estará a cargo de la Secretaría Ejecutiva.El Comité Operativo tiene la función de hacer efectivas las políticas fijadas por el Consejo Superior. Está presidido por la Dirección del INDEC El INDEC tendrá a su cargo el diseño metodológico, la planificación, organización, implementación, supervisión y evaluación de todas las etapas del operativo censalLas provincias serán responsables de ejecutar el relevamiento en sus respectivas jurisdicciones.
¿Cómo será el operativo?
El día del Censo, más de 600.000 censistas recorrerán todo el país para censar a las personas que pasaron la noche del 26 al 27 de octubre en la vivienda, independientemente de que residan allí.
¿A qué hora pasa el censista?
El censista pasará a partir de las 8 de la mañana.
¿Qué preguntas me van a hacer?
Este censo combina dos cuestionarios: el básico y el ampliado. Como es un censo con muestra, a algunos hogares les tocará responder el cuestionario básico y a otros, el ampliado. El cuestionario básico (con menos preguntas) se aplica a la mayor parte de la población y el cuestionario ampliado, se aplica sólo a una muestra.El cuestionario básico contiene las preguntas necesarias para el cálculo de los principales indicadores sociodemográficos habitualmente utilizados en nuestro país para la toma de decisiones: -Tipo y características de la vivienda -Servicios e infraestructura del hogar -Equipamiento del hogar -Sexo y edad -Nacionalidad -Educación -Uso de computadora -Empleo El cuestionario ampliado incluye todas las preguntas del cuestionario básico ya mencionadas, con el agregado de más preguntas sobre los siguientes temas: -Personas descendientes o pertenecientes a pueblos originarios -Población afrodescendiente -Discapacidad -Migraciones -Cobertura de salud -Situación conyugal -Situación previsional -Fecundidad -Características de la ocupación El cuestionario básico se aplica a la mayor parte de la población que vive en localidades de más de 50.000 habitantes. El cuestionario ampliado se aplica a una muestra de la población en las localidades de 50.000 habitantes y más, y con cobertura total para las localidades de menos de 50.000 habitantes. El resultado de la muestra hace posible estimar la información para el conjunto total de la población.
¿Cuántas preguntas me van a hacer?
El cuestionario básico contiene 35 preguntas: 9 referidas a la vivienda y al hogar; y 16 referidas a cada uno de los integrantes del hogar. El cuestionario ampliado tiene 67 preguntas en total: 28 referidas a la vivienda y al hogar; 39 referidas a cada uno de los integrantes del hogar.
¿Cuánto dura la entrevista?
La entrevista del Cuestionario Ampliado tiene una duración aproximada de 20 minutos; la del Cuestionario Básico, de 11 minutos.
¿Quiénes serán los censistas?
Los censistas serán personas capacitadas para llevar adelante el relevamiento censal. Tendrán una credencial que los identifica. Tradicionalmente nuestro país relevó los censos de población con personal de la estructura educativa. En las jurisdicciones donde el personal docente no fuera suficiente, se convocará a estructuras de personal pertenecientes a otros organismos públicos nacionales, provinciales o municipales. También se podrá recurrir a personas voluntarias que cumplan con los requisitos para desempeñarse como censistas.
¿Hay que esperar al censista en casa?
Sí, esto garantiza mejores resultados. El día del censo será feriado nacional, para asegurar que todos podamos estar en nuestras viviendas. Si usted debe salir de su casa, asegúrese de que en todo momento haya alguien que pueda responder las preguntas del censista.
¿Cómo identifico al censista?
Los censistas tendrán una credencial que los identifica, con el nombre, apellido, firma y sello autorizante. Usted debe pedírsela cuando lo visiten.
¿Es necesario que el censista ingrese a mi hogar para completar el cuestionario censal?
No es necesario. Puede responder todas las preguntas desde la puerta de la vivienda.
¿La persona que vive conmigo puede responder por mí, en caso de que tenga que ausentarme por algún motivo?
Sí, la entrevista puede ser respondida por la persona con quien comparte el hogar.
¿Cómo se determina quién es el jefe de hogar?
El jefe de hogar lo determinan las personas que viven allí. Es una figura que sólo se utiliza para determinar la relación de parentesco que tienen las demás personas que comparten el hogar.
¿Los bebés y ancianos también se censan?
Sí, todas las personas incluyendo a los bebés recién nacidos se censan.
¿Cuándo van a estar disponibles los resultados?
Resultados provisionales (total de población por sexo): 20 de diciembre de 2010Resultados generales (cuestionario básico): 20 de junio de 2011Resultados generales (cuestionario ampliado): 15 de diciembre de 2011
¿Las respuestas son confidenciales?
La información que se suministra es totalmente confidencial. Según lo determina la Ley de Esatdística 17622/68, el INDEC brinda los datos en forma agrupada de forma tal que no puedan individualizarse las respuestas. Para responder el cuestionario, no hace falta dar el apellido ni el DNI, sólo el nombre.
¿Qué hay que hacer el día del censo?
La población debe estar atenta a que pase el censista. Cuando llegue a su puerta, verifique su credencial y responda sus preguntas. El censista preguntará por las personas que pasaron la noche del 26 al 27 de octubre, en cada hogar, independientemente que vivan en forma habitual allí o no.
¿Tengo que presentar el documento al censista?
No hace falta presentar el documento para responder el censo. Sólo le pedirán su nombre. Las respuestas son confidenciales.
¿Es necesario dar mi apellido?
No, sólo el nombre de pila basta para identificar a la persona.
¿Dónde se censan las personas que se encuentran fuera de la ciudad, pero dentro del territorio nacional trabajando o estudiando ?
Las personas que se encuentren dentro de la República Argentina serán censadas en el lugar donde pasaron la noche anterior al día del censo.
¿Dónde se censan los que viven o se encuentran en el extranjero?
Las personas que se encuentren fuera del territorio nacional y no hayan pasado la noche del martes al miércoles en Argentina no serán censados.
¿Los comercios como los shoppings, kioscos, etc., deben estar cerrados el día del censo?
Sí, es un día que se declara feriado con el fin de que las personas puedan permanecer en sus casas y recibir al censista.
¿Cómo se censan las personas que están en tránsito como los trabajadores de transportes públicos y las personas que están de guardia en los hospitales?
Las personas que al momento del censo están en tránsito y viven solas, se deberán acercar a la escuela más próxima para censarse. En cambio, las personas que prestan servicio en hospitales o realizan algún tipo de guardia y también viven solas, lo harán con el censista que visita esa vivienda colectiva.
¿Los turistas también tienen que ser censados?
Sí, los turistas deben ser censados ya que el censo de hecho es como una foto instantánea de la República.
¿Se censan las personas que viven en los consulados extranjeros?
No, las personas que viven en los consulados extranjeros son considerados habitantes de ese país.
¿Cómo se censa la gente que pasó la noche del 26 al 27 de octubre viajando en avión?
Si viaja hacia la Argentina, se lo censará donde se encuentre al momento del censo. Si viaja fuera de Argentina, no se censa. Si viaja entre provincias, se lo censa donde se encuentre al momento del censo. Lo importante, es que sea censado una sola vez de modo de no duplicar la información.
http://www.censo2010.indec.gov.ar/
Noel Gallagher quiere tocar con Carlos Tévez
"Si él alguna vez quiere romper la guitarra y hacer un poco de ruido, estoy siempre disponible", manifestó el ex músico de Oasis, según publica The Sun. Tevez, jugador del Manchester City, club del cual Gallagher es fanático, reconoció su profunda admiración por el futbolista. Por otra parte, el delantero argentino ya reconoció su gusto por la música e incluso cantó con su hermano, quien toca en la banda de cumbia “Piola Vago”. Además, Tevez compartió escenario con el cuartetero Carlos “La Mona” Jiménez en la ciudad de Córdoba. Gallagher reconoció su idolatría por Tevez y dejó en claro que admira la sencilles que el argentino tiene con la gente y su vida llevada en Inglaterra. "Me gusta la manera de ser y él no tiene ningún deseo de aprender el idioma y agradece a cada uno diciendo que le gusta la ciudad”, finalizó el músico. |
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