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Otra vez un Banco Nacional de Desarrollo a lo brasilero?

14.8.09

A veces vale la pena recordar lo que fue el Banco Nacional de Desarrollo (BANADE)
Comparto con ustedes una nota

De la ANSeS al BNDES, por Marcelo Zlotogwiazda


"Vamos a hacer el gran Banco de Desarrollo de la Argentina”, afirmó con entusiasmo Amado Boudou.
Por supuesto que el modelo a seguir no es el ya desaparecido Banco Nacional de Desarrollo, que terminó siendo disuelto en 1993 con una cartera de créditos incobrables por alrededor de 6.000 millones de dólares, de los cuales aproximadamente un 60 por ciento era deuda de veinte grandes grupos económicos.
En sus algo más de veinte años de existencia como Banade, la institución asistió crediticiamente a muchas pymes, pero lo que predominó fue el aprovechamiento por parte de compañías como Celulosa Argentina (el Citibank se la quedó pagando insignificancias), Papel del Tucumán de los Bulgheroni (quebró con un pasivo que rondaba los 200 millones de dólares) o la textil Uzal de la familia Eurnekian.
El Banade fue uno de los más acabados sinónimos de un Estado ineficaz, corrupto y funcional a la concentración del poder económico.
En su momento, el entonces presidente Néstor Kirchner habló de imitar al exitoso Banco Nacional de Desarrollo (BNDES), el gigante brasileño que aun prestando a tasas preferenciales y condiciones promocionales arroja ganancias por miles de millones de dólares anualmente. El año pasado terminó con activos por 118.000 millones de dólares y realizó desembolsos por 50.000 millones de dólares. Tiene la mitad de activos que el Banco Mundial pero prestó el quíntuple. Su activo equivale a una vez y media del activo del BID y prestó siete veces más. Obtuvo 2.650 millones de dólares de beneficios.
La idea de crear una nueva institución fue reemplazada luego por el proyecto de fortalecer al Banco de Inversión y Comercio Exterior (BICE) con inyección de capital para que cumpla esa misión. Todo quedó en papeles y buenas intenciones, pero nada en concreto.
El flamante ministro de Economía resucitó el planteo original, y su muy ambiciosa pretensión es que el nuevo banco comience a tomar forma hacia fin de año. En su esquema mental, la experiencia de la ANSeS es el embrión de lo que vendrá. De ahí que dijera que “lo que hemos hecho desde la ANSeS ha permitido empezar a generar ese gran instrumento que es el Banco de Desarrollo, que posibilita que proyectos de inversión de envergadura sean financiados con una fuente de repago y con garantías”. Se refería expresamente al uso de fondos previsionales para obras de infraestructura y para proyectos de compañías privadas, a lo que habría que agregar el dinero que la ANSeS puso a disposición para los planes de estímulo al consumo de bienes durables (que resultaron muy poco efectivos), y fundamentalmente el aporte a las líneas de préstamos para vivienda a través del Banco Hipotecario, que están funcionando algo mejor.
La primera duda que surge es de dónde saldrá el dinero para capitalizar y viabilizar el nuevo banco. En teoría es posible pensar que el origen sea la propia ANSeS. Ahí hay fondos acumulados por algo más de 100.000 millones de pesos, sumando lo que había antes de la estatización del sistema previsional y lo que recibió de las AFJP. Un poco más de la mitad de ese total lo conforman colocaciones en títulos públicos que habían realizado los privados. Bastaría con que la ANSeS se desprenda de un 20 por ciento de esa tenencia para que dispusiese de fondos líquidos por 10.000 millones de pesos para aportar a la causa; es una cifra más que significativa como para poner en marcha un banco de desarrollo con la ANSeS como accionista.
Pero ese ejercicio teórico choca contra la cruda realidad de que hoy resulta impensable que haya tomadores de títulos públicos en magnitudes grandes y a precios que no sean de remate. Si los hubiera, eso significaría que el Estado está en condiciones de acceder al mercado voluntario de créditos, que si bien es uno de los objetivos que se ha impuesto Boudou, su cumplimiento está por verse.
El BNDES ha sido una pieza clave en el desarrollo brasileño porque fue concebido como tal, porque su existencia fue política de Estado desde que se fundó hace 57 años, y porque los resultados prueban que ha sido bien gestionado. Un dato que ilustra la importancia crucial que se le da, es que su fondeo está garantizado por un artículo de la Constitución, que establece que el 40 por ciento del Fondo de Amparo al Trabajador (un aporte patronal sobre la nómina salarial) tiene como destino fijo al BNDES, que le retribuye una tasa de interés de largo plazo (el 60 por ciento restante del FAT financia el seguro de desempleo y subsidios al salario). Los recursos provenientes del FAT representan aproximadamente la mitad del fondeo del BNDES, que además recibe partidas presupuestarias.
A lo que se suma la ganancia de sus operaciones. La que se origina en las líneas de crédito que lucen una tasa de incobrabilidad de apenas el 0,15 por ciento, y la rentabilidad de sus participaciones accionarias. El BNDES es socio de 186 compañías, entre las que se destacan Petrobras y Electrobras, en las que posee acciones valuadas en el mercado a 7.500 y 1.800 millones de dólares, respectivamente. La tenencia accionaria totaliza unos 25.000 millones de dólares.

Como parte de su función histórica de ser principal fuente de crédito a largo plazo, en determinadas circunstancias el BNDES asume roles específicos. Por ejemplo, en los primeros meses de la crisis financiera internacional el banco tuvo un protagonismo central en la asistencia a empresas que estaban muy endeudadas, y en algunos casos promovió fusiones o adquisiciones de enorme envergadura. En el sector alimentación el banco participó de la fusión de los grupos Sadia y Perdigao, y se erigió como uno de los dos principales socios controlantes de la que pasó a ser la mayor papelera del mundo luego de que el grupo Votorantim absorbiera Aracruz.
Esta contribución a favor de las grandes traslatinas brasileñas le ha generado al BNDES críticas desde la izquierda.

También la ANSeS recibió críticas desde la izquierda, por la asistencia a grandes compañías como General Motors, y por no usar parte de su fondo acumulado para reforzar haberes jubilatorios.
Pero más cobró la ANSeS por derecha. Además de recibir por la estatización del régimen previsional, fue muy castigada por la designación de directores en las empresas que formaban parte de la cartera de las AFJP.

Si bien la estatización del régimen previsional contó con amplio consenso legislativo y con bastante aceptación social, el flamante sistema dista de haber consolidado confiabilidad y legitimidad. Dado ese contexto, cabe como mínimo preguntarse sobre la conveniencia de usar dinero de los jubilados para fondear un banco que va a servir en primera instancia para financiar a empresas.

¿Alternativas? Un aporte patronal a la brasileña o parte de algún impuesto que grave a las empresas.Una lógica sencilla: que el capital financie la acumulación de capital.