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"La soja se puede mantener un año o más sin venderse" , Luis Miguel Etchevehere, Presidente de la Sociedad Rural

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La Conquista del Desierto

16.12.13





LA EXPANSION DEL COMERCIO Y DE LA OLIGARQUIA

 Por Andrés Asiain y Lorena Putero

Uno de los hitos históricos de la configuración de la economía nacional fue la denominada Conquista del Desierto. La producción de carnes y lanas para la exportación era el lugar que el capitalismo mundial del siglo XIX había asignado a la Argentina en la división del trabajo construida bajo la hegemonía británica. La expansión de ese comercio y del poderío de la oligarquía terrateniente dependía de la expansión de la frontera pecuaria. A ese fin se constituyeron una serie de campañas militares siendo la liderada por el general Roca hacia finales de 1870 una de las más importantes.

La contradictoria tarea de conquistar un desierto por las armas deja en evidencia que la desertificación poblacional de las tierras a conquistar era, en realidad, uno de los objetivos de las campañas. El despoblamiento de las tierras “conquistadas” era funcional a una ganadería que sólo requería tierra y alambre y muy poca mano de obra. Sin embargo, las tierras se encontraban pobladas por entre 20 y 60 mil seres humanos de origen tehuelche y mapuche.

 Para justificar el robo de sus tierras por parte de la elite blanca se construyó una teoría racista que negaba el carácter humano de los pueblos indígenas reduciéndolos a unas bestias salvajes. Al respecto, así se expresaba Domingo Faustino Sarmiento, el “padre del aula”: 

“¿Lograremos exterminar a los indios? Por los salvajes de América siento una invencible repugnancia sin poderlo remediar. Esa canalla no son más que unos indios asquerosos a quienes mandaría colgar ahora si reapareciesen. Lautaro y Caupolicán son unos indios piojosos, porque así son todos. Incapaces de progreso, su exterminio es providencial y útil, sublime y grande. 
Se los debe exterminar sin ni siquiera perdonar al pequeño, que tiene ya el odio instintivo al hombre civilizado” (El Nacional, 25/11/1876).

La negación de su humanidad fue la condición para proceder a su exterminio. Asesinatos masivos de mujeres, hombres y niños, torturas, campos de concentración, cambios de identidad y reparto de los sobrevivientes como esclavos al servicio de las familias pudientes fueron las herramientas utilizadas por los “civilizados” durante las sucesivas campañas. 

El genocidio de los pueblos del sur y el robo de sus tierras cotizaba en las Bolsas porteña y londinense. Como señala Mario Rapoport en “Historia económica, política y social de la Argentina”, para financiar la campaña de Roca se emitió un empréstito internacional garantizado por las tierras a conquistar. 

Cada suscriptor se aseguraba como mínimo una extensión de 10.000 hectáreas, siendo así que antes de iniciarse la campaña ya se había comprometido la entrega de 10 millones de hectáreas entre los inversionistas locales y extranjeros. Con lo obtenido se preparó la expedición militar que contó con los principales adelantos tecnológicos de la época, como el fusil Remington Patria, también conocido como “mataindios”.

El resultado de la campaña dirigida por Roca fue tan “exitoso” que dio un excedente de tierras por encima de las ya suscritas, que fue repartida entre la cúpula del ejército, la oligarquía local e inversionistas extranjeros. 

El cuadro final fue una brutal concentración de la propiedad en pocas manos. Según el censo de 1914, en el pleno esplendor del “granero del mundo”, más del 50 por ciento de la superficie agropecuaria del país era concentrada por menos del 2 por ciento de las explotaciones.

andresasiain@gmail.com

Sidras con ingredientes no permitidos

Un equipo de especialistas del Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI) detectó un conservante no permitido en bebidas que se venden como sidras, una de las más populares que se consumen durante las fiestas.
 
Por ello, se estableció que se venden en el mercado bebidas que no deberían denominarse como “sidra” y se advirtió la falta de información útil para el consumidor.

El INTI analizó en sus laboratorios la calidad de un producto de consumo masivo para acercar a los consumidores información segura y confiable que les permita tomar buenas decisiones a la hora de elegir una marca entre las góndolas. En vísperas de las fiestas, trabajó sobre la sidra, un producto cuyo consumo se concentra en un 80% entre los meses de octubre y diciembre.

Como parte del “Programa de desempeño de productos”, el INTI analizó la calidad de la sidra que según el Código Alimentario Argentino (CAA) define como la resultante “exclusivamente de la fermentación alcohólica del jugo recién obtenido de manzanas sanas y limpias, con o sin la adición de hasta un 10% de jugo de peras” al cual se le agregan endulzantes y gasificantes. 

En este sentido, el Instituto analizó 30 presentaciones de sidras correspondientes a 20 marcas existentes en el mercado, una de las cuales corresponde a una marca propia de un supermercado. Para realizar los ensayos en los laboratorios del Centro INTI-Agroalimentos e INTI-Diseño Industrial, previamente se efectuaron compras en distintos puntos de venta del país, localizados en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires; y en las provincias de Buenos Aires, Mendoza, San Luis y Río Negro.

Los resultados del informe
En base a los ensayos y análisis físico-químicos que se efectuaron, se detectó el conservante benzoato en nueve de los productos analizados sobre un total de 30. Se trata de un conservante no permitido en este tipo de bebidas por el CAA.

Si bien es empleado en numerosos alimentos de muy diversas características y composición por su actividad antimicrobiana, hay personas sensibles a estas sustancias que, por simple contacto con la piel, manifiestan síntomas típicos de una alergia en forma principalmente de urticaria.

Las personas sensibles al ácidoacetilsalicílico (más conocido como aspirina) tienen más probabilidad de manifestar sensibilidad a los benzoatos dada la semejanza en la estructura química de ambos compuestos. También son más propensos a reacciones de tipo alérgico a estos aditivos quienes manifiestan sensibilidad a la tartracina (aditivo colorante).

La tendencia mundial es utilizar cada vez menos benzoato y sustituirlo por otros conservantes de sabor neutro y menos problemáticos, como el sorbato y el dióxido de azufre que son conservantes que sí están permitidos para prolongar la vida útil del producto evitando el desarrollo de microorganismos.

Si bien en los casos analizados los valores obtenidos en estos dos conservantes permitidos se corresponden a los admitidos para sidra por el CAA (no deben exceder los 320 mg/L en el caso del dióxido de azufre y 250 mg/L en los sorbatos), uno de los productos analizados no lo declaró en el listado de ingredientes y, peor aún, ocho declararon en su etiqueta “sin conservantes”, cuando en realidad, sí contienen conservantes.

Por otro lado, la cantidad del extracto seco, la masa del residuo fijo obtenido después de la evaporación de las sustancias volátiles de la sidra, es uno de los parámetros que establece el C.A.A. como condición para definir que una bebida pueda llamarse “sidra”. De los productos analizados, cinco presentaron un valor de extracto seco menor al que corresponde a sidra.

Paralelamente, en cuatro productos analizados se advirtió que la acidez volátil dio un valor muy cercano al límite establecido por el CAA para considerar una sidra apta para el consumo. Si bien los resultados están dentro del límite hay que tener en cuenta que este parámetro es un indicativo de la alteración por bacterias lácticas que imparten un gusto ácido a la sidra. Este tipo de alteración no causa un efecto dañino a la salud pero modifica organolépticamente al producto, es decir, su sabor.
Respecto de la seguridad del envase, se observó que de los 30 productos analizados, al intentar ser abiertos, en tres casos el corcho saltó solo, lo que implicaría un riesgo para quien manipula la botella.
Por último, al evaluarse la información útil al consumidor que (a criterio del INTI y basada en normativas vigentes) debería estar presente en el envase del producto, se advirtió que 16 marcas carecían de alguna o varias de las informaciones útiles esperables. 

Información confiable para fortalecer la producción

Además de brindar información confiable a los consumidores, este informe tiene por objetivo fortalecer la producción nacional de la sidra, que alcanza a los 40 millones de litros al año; a la vez que acercar a las empresas productoras, concentradas en las provincias de Buenos Aires, Río Negro, Mendoza y San Juan, información técnica que permita incluir mejoras en sus procesos y productos.

Desde 2008 este programa realiza ensayos a los más variados productos y elabora informes técnicos de cada uno con un doble objetivo: asistir a la industria nacional en la mejora de la calidad de su producción y sus procesos productivos, y a su vez colaborar en la educación del consumidor para que se convierta en parte activa del proceso de mejora continua de la industria nacional.

La Argentina es el país con menor pobreza en la región - Informe de CEPAL

6.12.13

Es además el segundo con menor indigencia apenas detrás de Uruguay, según un informe publicado hoy por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal).



Argentina redujo su nivel de pobreza de 5,7 a 4,3% de la población de 2011 a 2012 y se ubicó así junto con Uruguay como los países con mejor desempeñó en la materia dentro de la región, según un informe publicado hoy por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal).

La indigencia, en tanto, descendió de 1,9 a 1,7% en el mismo período.

Los indicadores de Argentina no solo resultaron ser uno de los más bajos de la región, sino que además el país está entre dos veces y media y once veces y media por debajo de los números que exhiben en promedio las naciones sudamericanas más México.

Venezuela, en tanto, presentó la mayor reducción de la pobreza entre 2011 y 2012, de 5,6 puntos porcentuales, al pasar de 29,5 a 23,9%; y de la indigencia, de 2 puntos, de 11,7 a 9,7.

El 4,3 por ciento de pobreza que registró Argentina en 2012 supera en 1,6 puntos porcentuales a la de Uruguay, y juntos son los dos únicos países de la región que ostentan una tasa de un dígito.

En materia de distribución del ingreso, Argentina también fue de los que más la mejoraron en los últimos años, según la Cepal, con una reducción de 1 punto porcentual en lo que respecta a la desigualdad entre 2011 y 2012.

De esta manera se ubicó en el lote de países que más redujeron la desigualdad entre 2008 y 2012, aun a pesar del desencadenamiento de la crisis financiera mundial y su persistencia en estos años.

El análisis destacó que la baja de estas variables, al igual que la reducción de la desigualdad, también se produjo en el resto de la región.

Si se compara la pobreza registrada en Argentina con la de Chile, la diferencia es de dos veces y media, frente al 11% que existe en el país trasandino; y de cuatro veces, con respecto al 18% de Brasil.

Si se toma el 25,8% de Perú, la diferencia llega a ser de seis veces menos en favor de la Argentina; y en cuanto al 23,9 de Venezuela, de cinco veces y media.

Con respecto a Ecuador y Colombia, con tasas similares de 32,2 y 32,9% de pobres, respectivamente, la brecha se estira a siete veces y media menos.

Si se incluye a México, con un índice de 37,1%, el nivel de pobreza local es 8,5 veces inferior; con el 42,4 de Bolivia, la diferencia es de casi diez veces; y en comparación con el 49,6 de Paraguay, llega hasta once veces y media.

En Ecuador la pobreza bajó 3,1 puntos, de 35,3 al 32,2 %; y la indigencia 0,9 puntos, de 13,8 a 12,9.

En Brasil la pobreza disminuyó 2,3 puntos, de 20,9 a 18,6%; y la indigencia 0,7 puntos, de 6,1 a 5,4.

El resto de la nómina se completa con Paraguay, que presenta niveles de 49,6% de pobreza y 28 de indigencia; Bolivia, de 42,4 y 22,4; México, de 37,1 y 14,2; Colombia, de 32,9 y 10,4; Perú, 25,8 y 6; y Chile, de 11 y 3,1.

Notas relacionadas

“Las tecnologías digitales debilitan la capacidad de decidir”

19.11.13


SOCIEDAD › ENTREVISTA AL ENSAYISTA FRANCES ERIC SADIN

Eric Sadin analiza en su obra, y en esta nota, las relaciones entre el individuo, la sociedad, los datos, los programas, los iPhones o los smartphones, los grandes sistemas que deciden por sí solos y la amenaza de los Data Center.

 Por Eduardo Febbro
 
Desde París
Ya no estamos solos. Un doble o muchos dobles nuestros persisten en los incontables Data Center del mundo, en las redes sociales, las memorias gigantescas de Google, de Facebook o de la Agencia Nacional de Seguridad de Estados Unidos, la NSA. Es lo que el ensayista francés Eric Sadin, uno de los autores más proféticos y brillantes en el análisis de las nuevas tecnologías, llama “la humanidad paralela”. Este ensayista francés no comete la tontería de agitar espantapájaros triviales a propósito de nociones como el “transhumanismo”. Tampoco se refiere a la fusión física entre el ser humano y las máquinas, el famoso ciborg, ni ahonda en la tesis del fin de una humanidad recuperada o salvada mediante soportes numéricos. No. Eric Sadin piensa de manera magistral las relaciones entre el individuo, la sociedad, los datos, los programas, los iPhones o los smartphones, los grandes sistemas que deciden por sí solos y la amenaza de los Data Center.

En cada uno de sus libros anteriores, Surveillance Globale, La Société de l’anticipation, Eric Sadin ha explorado como pocos las mutaciones humanas inherentes a la erupción de la hiper tecnología en nuestras vidas. Lejos de contentarse con un anecdotario trivial de los instrumentos tecnológicos que surgieron desde hace décadas, Sadin los piensa de una forma inédita. Su último libro, L’Humanité Augmentée, L’administration numérique du monde (La humanidad aumentada, La administración digital del mundo), explora la capacidad cada vez más creciente que tienen los dispositivos inteligentes para administrar el rumbo del mundo. El libro ganó en Francia el Hub Awards 2013, un premio que recompensó al mejor ensayo del año.

La obra navega fuera de los senderos evidentes. Ni elogio fúnebre de la especie humana ni cántico de rodillas a las nuevas tecnologías, sino una reflexión pura que demuestra que nos encontramos en un momento crítico de la historia humana. Para Eric Sadin, Hal 9000, la computadora súper potente que en la película 2001 Odisea del Espacio equipa la nave Discovery, ha dejado hace mucho de ser una ficción: Hal 9000 ha sido incluso superada por la tendencia actual hacia una “administración robotizada de la existencia”. GPS, iPhone, smartphone, sistemas de gestión centralizados que deciden por sí solos, trazabilidad permanente, todo confluye en la creación de lo que el autor llama un “órgano-sintético que repele toda dimensión soberana y autónoma”. En esta entrevista con Página/12, Sadin analiza ese doble tecnológico que nos facilita muchas cosas al tiempo que nos acecha al punto de transformar nuestra humanidad.

–Eric Schmidt, el presidente de Google, dice en su último libro The New Digital Age que “acabamos de dejar los starting-blocks” de la revolución numérica. Usted, al contrario, estima que la revolución digital se acaba. ¿Fin o nueva fase?

–La década actual señala el fin de lo que se llamó “la revolución digital”, que empezó a principios de los años ’80 mediante la digitalización cada vez más vasta de lo real: la escritura, el sonido, la imagen fija y animada. Ese amplio movimiento histórico se desplegó paralelamente al desarrollo de las redes de telecomunicación e hizo posible el advenimiento de Internet, o sea, la circulación exponencial de los datos en la red. Esta condición tecnológica universalizada trastornó prioritariamente tres dimensiones: las condiciones de acceso a la información, el comercio y la relación con los otros a través de los correos electrónicos y las redes sociales. Hoy, esta arquitectura que no cesó de desarrollarse y consolidarse está sólidamente instalada a escala global y permite el advenimiento de lo que yo llamo “la era inteligente de la técnica”.

–La historia del siglo XXI se parece entonces a una redefinición de las líneas antropológicas. Usted la define como una humanidad “comprometida en una odisea incierta e híbrida, antropólogo-mecánica”.

–Nuestro tiempo instaura una relación con la técnica que ya no está prioritariamente fundada sobre un orden protético, o sea, como una potencia mecánica superior y más resistente que la de nuestro cuerpo, sino como una potencia cognitiva en parte superior a la nuestra. Hay robots inmateriales “inteligentes” que colectan masas abismales de datos, las interpretan a la velocidad de la luz al tiempo que son capaces de sugerir soluciones supuestamente más pertinentes, e incluso de actuar en lugar nuestro, como ocurre con el trading algorítmico, por ejemplo.

–Precisamente, el trading algorítmico desempeñó un papel nefasto en la crisis financiera de 2008. Un dispositivo creado por el ser humano operó una suerte de sustitución que terminó ahondando la crisis.

–Las transacciones financieras mundiales se llevan a cabo mediante la colecta automatizada de volúmenes astronómicos de datos: su tratamiento en tiempo real, la compra o la venta de acciones están a cargo de robots numéricos que trabajan a una velocidad que sobrepasa nuestras capacidades cognitivas. Hace 30 años, esa actividad estaba realizada por seres humanos, pero fue poco a poco transferida hacia sistemas interpretativos y reactivos. Ese fenómeno expone el momento inquietante de nuestra contemporaneidad, donde las producciones tecnológicas concebidas por seres humanos nos sustituyen e incluso actúan en lugar nuestro.

–En su último ensayo, La humanidad aumentada, la administración digital del mundo, usted expone un mundo cartografiado de manera constante por los sistemas digitales. Usted muestra la emergencia de una suerte de humanidad paralela –las máquinas– destinadas a administrar el siglo XXI. Se impone una pregunta: ¿qué queda entonces de nuestra humanidad?

–La historia de la humanidad está constituida por una infinidad de evoluciones sucesivas en todos los campos. Desde el Renacimiento, nuestro potencial humano se fundó sobre la primacía humana constituida por la facultad de juzgar, la facultad de decisión y, por consiguiente, de la responsabilidad individual que funda el principio de la Ley. La asistencia de las existencias por sistemas “inteligentes”, además de que representa una evolución cognitiva, redefine de facto la figura de lo humano como amo de su destino en beneficio de una delegación progresiva de nuestros actos concedida a los sistemas. Una creación humana, las tecnologías digitales, contribuyen paradójicamente a debilitar lo que es propio al ser humano, o sea, la capacidad de decidir conscientemente sobre todas las cosas. Esta dimensión en curso se amplificará en los próximos años. Además, nuestras vidas individuales y colectivas están cada vez más reorientadas por sistemas que nos conocen con mucha precisión, que nos sugieren ofertas hiper individualizadas, que nos aconsejan este u otro comportamiento. Por medio del uso de nuestros protocolos de interconexión se opera una cuantificación continua de los gestos, la cual autoriza un “asistente robotizado” expansivo de las existencias.

–Usted se refiere al surgimiento de un componente “órgano-sintético que repele toda dimensión soberana y autónoma”. En suma, el mundo, nuestras vidas, están bajo el orden de lo que usted llama “la gobernabilidad algorítmica”. El ser humano ha dejado de administrar.

–No se trata de que ya no administre más, sino de que lo hará cada vez menos en beneficio de amplios sistemas supuestamente más eficaces en términos de optimización y de seguridad de las situaciones individuales y colectivas. Esto corresponde a una ecuación que está en el corazón de la estrategia de IBM. Esta empresa implementa arquitecturas electrónicas capaces de administrar por sí mismas la regulación de los flujos de circulación del tráfico en las rutas o la distribución de energía en ciertas ciudades del mundo. Esto es posible gracias a la colecta y al tratamiento ininterrumpido de datos; los stocks de energía disponibles, las estadísticas de consumo, el análisis de los usuarios en tiempo real; la energía disponible, las estadísticas del consumo, el análisis de la utilización en tiempo real. Estas informaciones están conectadas con algoritmos capaces de lanzar alertas, de sugerir iniciativas o asumir el control decidiendo por sí mismos ciertas acciones: aumento de la producción, compras automatizadas de energía en los países vecinos, o corte del suministro en ciertas zonas.

–Eso equivale a una suerte de pérdida mayor de soberanía.

–La meta consiste en buscar la optimización y la seguridad en cada movimiento de la vida. Por ejemplo, hacer que una persona que pasa cerca de una zapatería pueda beneficiarse con la oferta más adecuada a su perfil, o que alguien que se pasea en una zona supuestamente peligrosa reciba un alerta sobre el peligro. Vemos aquí el poder que se le delega a la técnica, o sea, el de orientar cada vez más con mayor libertad la curva de nuestras existencias. Ese es el aspecto más inquietante y más problemático de la relación que mantenemos con las tecnologías contemporáneas.

–El escándalo del espionaje que explotó con el caso Prism, el dispositivo mediante el cual la NSA espía todo el planeta, puso al descubierto algo terrible: no sólo nuestras vidas, nuestra intimidad, son accesibles, sino que nuestras vidas están digitalizadas, convertidas en Big Data, dobladas.

–Prism reveló dos puntos cruciales: en primer lugar, la amplitud abismal, casi inimaginable, de la colecta de informaciones personales; en segundo, la colusión entre las compañías privadas y las instancias de seguridad del Estado. Este tipo de colecta demuestra la existencia de cierta facilidad para apoderarse de los datos, guardarlos y, luego, analizarlos para instaurar funcionalidades de seguridad. La estrecha relación que liga a los gigantes de la red con la NSA debería estar prohibida por la ley, salvo en ocasiones específicas. De hecho, no es tanto la libertad lo que disminuye sino partes enteras de nuestra vida íntima. El medio ambiente digital favoreció la profundización inédita en la historia del conocimiento de las personas. Este fenómeno está impulsado por las compañías privadas que colectan y explotan esas informaciones, a menudo recuperadas por las agencias de seguridad y también por cada uno de nosotros mediante las huellas que diseminamos permanentemente, a veces sin ser conscientes, a veces de manera deliberada. Por ejemplo, a través de la exposición de la vida privada en las redes sociales.

–El caso NSA-Prism marca todo un hito en la historia. De alguna manera, incluso si la gente ha reaccionado de forma pasiva, hemos perdido la inocencia digital. ¿Cree usted que aún persiste la capacidad de rebelarse en esta gobernabilidad digital?

–Con Prism habrá un antes y un después. Este caso mostró hasta qué punto la duplicación digital de nuestras existencias participa de la memorización y de su explotación. Esto ocurrió en apenas 30 años bajo la presión económica y de las políticas de seguridad sin que se haya podido instaurar un debate a la medida de lo que estaba en juego. Este es el momento para tomar conciencia, para emprender acciones positivas, para que los ciudadanos y las democracias se apropien de lo que está en juego, cuyo alcance concierne a nuestra civilización.

–La ausencia de Europa ha sido en este robo planetario tan escandalosa como cobarde. Usted, sin embargo, está convencido de que el Viejo Mundo puede ahora desempeñar un papel central.

–Me parece que Europa, en nombre de sus valores humanistas históricos, en nombre de su extensa tradición democrática, debe influir en la relación de fuerzas geopolíticas de Internet y favorecer la edificación de una legislación y una reglamentación claras. El término Big Data, más allá de las perspectivas comerciales que se desprenden de él, nombra ese momento histórico en el cual el mundo está copiado bajo la forma de datos que pueden ser explotados en una infinidad de funcionalidades. Se trata de una nueva inteligibilidad del mundo que emerge a través de gigantescas masas de datos. Se trata de una ruptura cognitiva y epistemológica que, me parece, debe ser acompañada por una “carta ética global” y marcos legislativos transnacionales. No obstante, hay que desconfiar de todo intento de toma de control por ciertos países capaz de conducir a una fragmentación de Internet. Justamente, el valor de Internet radica en su dimensión universalizada. Me parece que lo que necesitamos es un acuerdo en torno de algunas exigencias fundamentales.

El smartphone, ese “asistente robotizado”

En su libro, usted se refiere a una figura mítica del cine, Hal, el sistema informático de la nave Discovery que aparece en la película 2001 Odisea del espacio. ¿Hal es, para usted, como la figura que encarna nuestro devenir tecnológico a través de la inteligencia artificial?

–Hal es un sistema electrónico hiper sofisticado que representa la figura mayor de la película de Stanley Kubrick. Hal es un puro producto de la inteligencia artificial, es capaz de colectar y analizar todas las informaciones disponibles, de interpretar las situaciones y actuar por sí misma en función de las circunstancias. Exactamente como ciertos sistemas existentes en el trading algorítmico, o en el protocolo de Google. Hal no corresponde más a una figura imaginaria y aislada sino a una realidad difusa llamada infinitamente a infiltrar sectores cada vez más amplios de nuestra vida cotidiana.

–En esa misma línea se sitúa para usted el iPhone o los smartphones. No se trata de juguetitos sino de un casi complemento existencial.

–Creo que la aparición de los smartphones en 2007 corresponde a un acontecimiento tecnológico tan decisivo como el de la aparición de Internet. Los smartphones permiten la conexión sin ruptura espacio-temporal. Con ello los smartphones exponen a un cuerpo contemporáneo conectado permanentemente, tanto más cuanto que puede ser localizado vía el GPS. También, a través de él se confirma el advenimiento de un “asistente robotizado” de las existencias por medio de las innúmeras aplicaciones capaces de interpretar un montón de situaciones y sugerirle a cada individuo las soluciones supuestamente más adaptadas.

–Esos objetos, que son táctiles, nos hacen mantener una relación estrecha con el tacto. Pero, al mismo tiempo que tocamos, las cosas se tornan invisibles: toda la información que acumulamos desaparece en la memoria de los aparatos: fotos, videos, libros, notas, cartas. Están pero son invisibles.

–En efecto, ese doble movimiento trastornante debería interpelarnos. Nuestra relación con los objetos digitales se establece según ergonomías cada vez más fluidas, lo que alienta una suerte de creciente proximidad íntima. La anunciada introducción de circuitos en nuestros tejidos biológicos amplificará el fenómeno. Por otro lado, esa “familiaridad carnal” viene acompañada por una distancia creciente, por una forma de invisibilidad del proceso en curso. Esto es muy emblemático en lo que atañe a los Data Centers que contribuyen a modelar las formas de nuestro mundo y escapan a toda visibilidad. Es una necesidad técnica. Sin embargo, esa torsión señala lo que se está jugando en nuestro medio ambiente digital contemporáneo: por un lado, una impregnación continua de los sistemas electrónicos, y, por el otro, una forma de opacidad sobre los mecanismos que la componen.

“Desarrollar una conciencia crítica”

Los poderes públicos, principalmente en Europa, son incapaces de administrar el universo tecnológico, incapaces de encuadrarlo con leyes o fijar límites. La ignorancia reina, pero la tecnología termina por imponerse, al igual que las finanzas, a todo el espectro político. De alguna manera, los poderes públicos son víctimas de la ignorancia y de lo que Paul Virilio conceptualizó como nadie: la velocidad.

–Una velocidad aumentada sin nunca cesar caracteriza el movimiento vertiginoso imprimido por la innovación tecnológica. Estamos viviendo en el seno de un régimen temporal que se vuelve exponencial, prioritariamente mantenido por la industria que impone sus leyes. Lo propio de los regímenes democráticos es su facultad deliberativa, su capacidad colectiva para elegir conscientemente las reglas que enmarcan el curso de las cosas. Ese componente está hoy eminentemente fragilizado. Ahora como en el futuro, debemos enfrentarnos activamente, sin nostalgia y bajo diversas formas, a la amplitud de lo que está en juego éticamente, bajo la inducción de esta “tecnologización” de nuestras existencias. Tanto en las escuelas y universidades, creo que es urgente enseñar el código, la composición algorítmica, la inteligencia artificial. Creo que son los profesores de “humanidad numérica” quienes deberían ingresar en las escuelas y contribuir a despertar las conciencias y ayudar a encontrar las perspectivas positivas que se están abriendo con este movimiento. Es preciso que en adelante desarrollemos una conciencia crítica ante nuestra propia utilización, que se instaure lo que yo llamo “una disciplina de la utilización”. Esta disciplina me parece indispensable si no queremos estar infinitamente pegados a las producciones tecnológicas, si no queremos volvernos un mismo cuerpo con la técnica. Es preciso mantener cierta distancia, porque es la distancia quien condiciona el principio mismo de una relación abierta y singularizada con el mundo.

efebbro@pagina12.com.ar

“Hay que romper con ciertos prejuicios sobre la militancia”

21.10.13

CULTURA › EL LIBRO OESTERHELD, LA BIOGRAFIA. VIñETAS Y REVOLUCION

“Hay que romper con ciertos prejuicios sobre la militancia”

Hugo Montero publicó una biografía sobre el autor de El Eternauta. Señala la necesidad de desmontar lugares comunes, como aquel que dice que los militantes “priorizaron la política por encima de los hijos, cuando en realidad ellos hacían política con los pibes encima”.

 Por Silvina Friera

“El paraíso son los demás”, escribe el más importante narrador de aventuras de este país, polemizando con Sartre. Ya no es el mismo, el Viejo. En la bitácora de ese itinerario que comenzó en las fronteras de una viñeta y que trascendió el campo de la imaginación, sorteó los prejuicios, las dudas y las desconfianzas del pasado. El ejemplo de sus jóvenes hijas, Beatriz, Estela, Diana y Marina, fue la chispa que encendió la convicción del compromiso militante en Montoneros. A una edad en que muchos otros preferirían mirar el devenir de la historia “desde la banquina de la comodidad y el escepticismo”, Héctor Germán Oesterheld eligió dar un paso al frente y transformarse entre compañeros. El pibe que leyó sus obras con una voracidad insaciable tampoco es el mismo. Y da en el blanco –o en ese agujero negro– cuando dice que no es sencillo leer una biografía del autor de El Eternauta que se detenga exhaustivamente en ese camino político. “Algo obtura ese relato ausente o disperso. Algo que no permite profundizar la mirada, que incomoda, que perturba”, plantea Hugo Montero en la introducción de Oesterheld, la biografía. Viñetas y revolución (Sudestada), un libro notable que viene a saldar esa deuda.
El autor de esta biografía, fundador y codirector de la revista Su-destada, advierte que la tragedia familiar –la desaparición de las cuatro hijas y del propio Oesterheld– quizás haya sido el elemento que impidió hasta ahora poner la lupa sobre el trayecto militante en Montoneros, además del rechazo que han generado las erradas decisiones de la dirección partidaria. “¿Cómo fue que Oesterheld, un lector sagaz, agudísimo, no leyó el aventurerismo político de la militarista cúpula montonera”, se pregunta Guillermo Saccomanno. Montero intenta esbozar una respuesta al interrogante. “Ni Oesterheld ni sus hijas eran cuadros dirigentes de la organización en la que militaban. Por el contrario, eran militantes de base –aclara–. Su ámbito de trabajo político fue la villa y la prensa, su diálogo se generó con los compañeros que compartieron con ellos esos universos, y el vínculo militante pasó muchas veces menos por lo estratégico y programático que por lo afectivo. En tantos ensayos acerca de los años ’70, el eje siempre gira alrededor de tácticas asumidas por las direcciones, pero soslaya en muchos casos el anónimo trabajo en la base, el esfuerzo silencioso de todos los días, el vínculo inquebrantable con vecinos y trabajadores, el borrador de una historia que también merece ser contada.”

–Queda claro en el libro que son las hijas las que lo llevan a militar. Que Oesterheld comienza teniendo empatía con el entusiasmo militante de sus hijas y luego se va involucrando cada vez más.
–Sí, sin dudas. Ellas eran pibas jóvenes y estaban más predispuestas a superar el dilema entre teoría y práctica: “Sometamos las ideas al mundo de la realidad, veamos en la calle cómo resuelven los excluidos, los oprimidos, los marginados, esta contradicción”. Las chicas hacen esa experiencia de campo, y Héctor escucha los relatos de ellas en las sobremesas de la casa, en ese ámbito que es clave para entender cómo se van comprometiendo. El tiene mucha admiración por las chicas, tiene una relación muy cercana, de pares, más allá de que son muchos años que los separan. El Viejo siente que su ámbito cotidiano, su ámbito de discusión sobre política, sobre cultura, sobre todos los temas, está ligado a esa generación. Evidentemente es un fenómeno que tiene que ver con la nueva izquierda, porque hay muchos casos de padres que militan a partir del ejemplo de sus hijos. Héctor es uno de los más paradigmáticos, porque las cuatro chicas terminaron vinculadas a una organización revolucionaria.

–¿Qué fue lo que más lo sorprendió durante la investigación? –Yo no conocía la dinámica de las juntadas a la noche en el chalet de Beccar. Sabía la historia de los Fernández Long –los hermanos Pablo y Miguel–, que habían sido señalados por Elsa como los responsables de haber apresurado los tiempos de las chicas y de Héctor. Encontrarme con ellos me permitió primero comprender la posición de Elsa y luego la de ellos. Y ahí apareció la dinámica de juego, de charlas, de sobremesa, de lecturas ligadas al grupo de amigos, en que la cuestión política no era lo central al principio; no era un cenáculo de discusiones sobre la lucha armada. En esa dinámica vi el pasaje del Viejo que recibe a los pibes jóvenes, que escucha y mezcla en ese puchero todo lo que cada uno trae. El Viejo es receptor de toda esa información, pero no desde un lugar del patriarca erudito y catedrático que les da clase a los pibes, sino del que escucha y quiere tratar de entender la realidad que está pasando a través de las hijas y de los amigos de las hijas. La verdad que era una imagen que yo no tenía de Oesterheld.

–Lo imaginaba más encerrado, escribiendo, pensando. –Más intelectual, sí. Además, todos los que lo conocieron del mundo de la historieta tenían una imagen de él más serio, más gruñón y conflictivo como patrón, porque en algún momento fue jefe de su propio proyecto editorial –Frontera– y eso siempre genera roces, chisporroteos y contradicciones. Sacarlo de ese lugar y verlo al Viejo en cueros, como me contaron, haciendo el asado o sentado en un sillón con una copa de ginebra en la mano quedándose dormido, o jugando a los baldazos al carnaval en el chalet, es una imagen que rompe esa idea del tipo que le va mal en su proyecto profesional. En su casa encuentra un refugio de felicidad, pero es ahí también donde se empieza a preguntar cómo hacemos para cambiar el mundo.

Al principio, cuando arrancó con la escritura de la biografía, Montero quería dividir el libro en tres partes: el oficio, el amor y la pasión revolucionaria. Pronto comprendió que era descabellado intentar mantener ese plan. “El entrecruzamiento se da todo el tiempo, particularmente al final, cuando se vincula orgánicamente con Montoneros y pasa a publicar historietas en la prensa partidaria y a la vez milita en una villa del Norte del conurbano, en la Sauce, con Beatriz. Hay un trasvasamiento que no me permitía escindir las historias. Es imposible comprender sus trabajos políticos sin el vínculo que tenía con las chicas –explica–. El Viejo asume desde el punto de vista narrativo algunos desafíos, como contar la historia argentina, y se mete en debates históricos revisionistas sobre Mariano Moreno, sobre Rosas. Esos mundos que aparentemente parecen separados están muy entrecruzados: cada uno fue marcando un pedacito de su evolución política, de su cambio como narrador. Muchos plantean que la parte política de Oesterheld es la menos imaginativa, la menos creativa. Pero en realidad hay cosas muy lindas desde el punto de vista estético en esa etapa.”

–Cuando Oesterheld interviene con estas historietas de carácter político, ¿están atravesadas por el imperativo de la actualidad militante? –Sí, en un punto están marcadas por la actualidad, por la coyuntura. Oesterheld entiende que en ese momento su función como intelectual orgánico es aportar esa mirada a la historia desde un punto de vista montonero. Hay un cruzamiento constante entre los traidores de Mayo de 1810 con los traidores del 25 de mayo de 1973. Si entrás a la historieta de Oesterheld por el lado de la aventura, la parte más rica es la de los años ’50. Eso es evidente. Ahora si intentás ver la obra que hace a nivel político, no es de baja calidad, sino que es distinta. A muchos del mundo de la historieta le sigue chocando la segunda parte de El Eternauta; hay cuentas que no cierran, pero él mismo dice que ya era otro, que tenía ganas de hacer otras cosas. Tenía una visión antiimperialista muy marcada y la aplica en su historieta.

–¿Por qué cuestiona el uso del Nestornauta y habla de “equívoco”? –Creo que hay un problema, que sucede también con otros militantes que terminan siendo símbolos, como Rodolfo Walsh y Haroldo Conti. El problema del Nestornauta es utilizar sólo lo que te sirve de ese símbolo. Hay cuestiones que se vinculan con tu lucha o con el dirigente al que intentás comparar, pero hay partes que incomodan y generan una discusión que no podés sostener. Por ejemplo el tema de la lucha armada o su militancia en Montoneros, que no están relacionadas con los Kirchner, que siempre fueron críticos de la lucha armada. Cuando elegís de símbolo a un militante montonero, con cuatro hijas militantes montoneras, hay que entender que hay cosas de ese símbolo que van a generar contradicciones desde el presente político. Como el hecho de que el fusil de Juan Salvo se borra con el Photo-shop; en ese intento de manipulación hay una apropiación simbólica sólo de algunos elementos. Si vas a elegir un símbolo, bancate lo que venga: la discusión sobre la lucha armada en los ’70, la militancia en Montoneros. Me parece que no es justo con Oesterheld porque él no tenía dudas respecto de su militancia, no la ocultaba, puso el cuerpo y militó a la par de pibes de veinte años. Y relegar esa parte, intentar ocultarla o dejarla en un segundo plano, me parece que no le hace justicia a Oesterheld, que es lo que me interesa validar.

“Un pasillo con paredes de látex azul brillante. Las paredes de El Vesubio. Héctor allí, de pie, mirando a su nieto. Reconociendo de inmediato la dimensión de esa presencia: la ternura infinita del abuelo que se sienta a tomar la chocolatada con el nieto, a mirar los dibujitos en un viejo televisor, y el más lacerante dolor consumiéndolo por dentro. El Viejo lo sabía: si Martín está allí solito, era porque Estela había caído. La última de las chicas, la cuarta. Otro desgarro incurable, otra ausencia”, relata Montero en la biografía. “No necesito más homenajes ni las pelotas, no quiero saber nada de eso –dice Martín Mórtola Oesterheld, guionista y director de cine–. Cuando salí del juicio por El Vesubio, yo no podía dejar de pensar en mi abuelo. En mi abuelito, no en Oesterheld. El primer recuerdo de toda mi vida es estar con mi abuelo en El Vesubio, y seguramente hablando de las cosas que yo hablaba con él, o de lo que yo hablo hoy con mis hijos. El dato es que mi abuelo sabía lo que le esperaba. No puedo dejar de verla como una secuencia: mi abuelo hablando conmigo sabiendo que acababan de asesinar a su hija, y me habla y jugamos como si nada pasara.”

–El encuentro con Martín es uno de los momentos más impactantes de la biografía, ¿no? –Sí, a mí me aportó una mirada distinta de cómo se da el proceso de construcción de la memoria a nivel colectivo. Martín habla de una etapa en la que relacionarse con un desaparecido era equivalente a ser hijo de un subversivo, a ser discriminado o chicaneado por las instituciones del Estado, y cómo ese discurso fue variando pero la posición de él no fue cambiando sobre lo que eran sus viejos. Uno escucha a hablar a Martín y te ponés a pensar en lo que han vivido los hijos de desaparecidos. Son miradas muy inteligentes, muy elaboradas; ha tenido un largo proceso de discusión con él mismo y con la memoria de sus viejos y de su abuela. El discute todo el tiempo con su abuela. Lo mismo hace Fernando (Araldi). Ellos tienen una relación de amor y conflicto constante con Elsa, como lo tenían también las chicas. La mirada de Martín es muy elaborada porque está cansado de los homenajes. El quiere otro vínculo con el recuerdo. El quiere la imagen íntima con su abuelo, por eso defiende esos espacios propios como un tesoro.

–¿Coincide con Martín en la necesidad de bajar del pedestal a Oesterheld? –Sí, es difícil reclamarle cosas a esa imagen en el pedestal. Hay que bajarlo de ahí y saber cosas chiquitas. Martín se mira en las fotos –y yo las vi– y en todas las fotos están Estela, el Vasco y él chiquito. Hay una presencia de los tres muy fuerte. Los compañeros lo veían a él en la isla Maciel, donde militaban los viejos. Martín se sabe parte de una construcción familiar y se siente cómodo con ese recuerdo, que después fue truncado por el genocidio; pero rompe con ciertos lugares comunes y prejuicios sobre la militancia que está bueno sacárselos de encima definitivamente: que priorizaron la política por encima de los hijos, que dejaron atrás las cuestiones familiares y se volcaron exclusivamente a la política, cuando en realidad ellos hacían política con los pibes encima. Ese fue el caso de las chicas.

Un grupo de tareas secuestró a Oesterheld en La Plata, el 27 de abril de 1977. Varios testimonios de sobrevivientes dan cuenta de su paso por los campos de concentración de Campo de Mayo, en el regimiento de Monte Chingolo, en El Vesubio de La Matanza y El Sheraton de Villa Insuperable. A cada una de las preguntas de sus carceleros por algún dato, una casa, una persona, el Viejo terco respondía con la misma frase: “No tengo nada que decir; no tengo nada que negociar”. Después de un traslado masivo desde El Sheraton presuntamente a la localidad bonaerense de Mercedes, en febrero de 1978, se diluye el rastro del escritor. “Como en una doliente historieta –escribe Montero–, la silueta de Héctor se funde en el negro de la viñeta. Y en el siguiente cuadrito, se hace sombra.”

“Hay que romper con ciertos prejuicios sobre la militancia”

CULTURA › EL LIBRO OESTERHELD, LA BIOGRAFIA. VIñETAS Y REVOLUCION

“Hay que romper con ciertos prejuicios sobre la militancia”

Hugo Montero publicó una biografía sobre el autor de El Eternauta. Señala la necesidad de desmontar lugares comunes, como aquel que dice que los militantes “priorizaron la política por encima de los hijos, cuando en realidad ellos hacían política con los pibes encima”.

 Por Silvina Friera

“El paraíso son los demás”, escribe el más importante narrador de aventuras de este país, polemizando con Sartre. Ya no es el mismo, el Viejo. En la bitácora de ese itinerario que comenzó en las fronteras de una viñeta y que trascendió el campo de la imaginación, sorteó los prejuicios, las dudas y las desconfianzas del pasado. El ejemplo de sus jóvenes hijas, Beatriz, Estela, Diana y Marina, fue la chispa que encendió la convicción del compromiso militante en Montoneros. A una edad en que muchos otros preferirían mirar el devenir de la historia “desde la banquina de la comodidad y el escepticismo”, Héctor Germán Oesterheld eligió dar un paso al frente y transformarse entre compañeros. El pibe que leyó sus obras con una voracidad insaciable tampoco es el mismo. Y da en el blanco –o en ese agujero negro– cuando dice que no es sencillo leer una biografía del autor de El Eternauta que se detenga exhaustivamente en ese camino político. “Algo obtura ese relato ausente o disperso. Algo que no permite profundizar la mirada, que incomoda, que perturba”, plantea Hugo Montero en la introducción de Oesterheld, la biografía. Viñetas y revolución (Sudestada), un libro notable que viene a saldar esa deuda.
El autor de esta biografía, fundador y codirector de la revista Su-destada, advierte que la tragedia familiar –la desaparición de las cuatro hijas y del propio Oesterheld– quizás haya sido el elemento que impidió hasta ahora poner la lupa sobre el trayecto militante en Montoneros, además del rechazo que han generado las erradas decisiones de la dirección partidaria. “¿Cómo fue que Oesterheld, un lector sagaz, agudísimo, no leyó el aventurerismo político de la militarista cúpula montonera”, se pregunta Guillermo Saccomanno. Montero intenta esbozar una respuesta al interrogante. “Ni Oesterheld ni sus hijas eran cuadros dirigentes de la organización en la que militaban. Por el contrario, eran militantes de base –aclara–. Su ámbito de trabajo político fue la villa y la prensa, su diálogo se generó con los compañeros que compartieron con ellos esos universos, y el vínculo militante pasó muchas veces menos por lo estratégico y programático que por lo afectivo. En tantos ensayos acerca de los años ’70, el eje siempre gira alrededor de tácticas asumidas por las direcciones, pero soslaya en muchos casos el anónimo trabajo en la base, el esfuerzo silencioso de todos los días, el vínculo inquebrantable con vecinos y trabajadores, el borrador de una historia que también merece ser contada.”

–Queda claro en el libro que son las hijas las que lo llevan a militar. Que Oesterheld comienza teniendo empatía con el entusiasmo militante de sus hijas y luego se va involucrando cada vez más.
–Sí, sin dudas. Ellas eran pibas jóvenes y estaban más predispuestas a superar el dilema entre teoría y práctica: “Sometamos las ideas al mundo de la realidad, veamos en la calle cómo resuelven los excluidos, los oprimidos, los marginados, esta contradicción”. Las chicas hacen esa experiencia de campo, y Héctor escucha los relatos de ellas en las sobremesas de la casa, en ese ámbito que es clave para entender cómo se van comprometiendo. El tiene mucha admiración por las chicas, tiene una relación muy cercana, de pares, más allá de que son muchos años que los separan. El Viejo siente que su ámbito cotidiano, su ámbito de discusión sobre política, sobre cultura, sobre todos los temas, está ligado a esa generación. Evidentemente es un fenómeno que tiene que ver con la nueva izquierda, porque hay muchos casos de padres que militan a partir del ejemplo de sus hijos. Héctor es uno de los más paradigmáticos, porque las cuatro chicas terminaron vinculadas a una organización revolucionaria.

–¿Qué fue lo que más lo sorprendió durante la investigación? –Yo no conocía la dinámica de las juntadas a la noche en el chalet de Beccar. Sabía la historia de los Fernández Long –los hermanos Pablo y Miguel–, que habían sido señalados por Elsa como los responsables de haber apresurado los tiempos de las chicas y de Héctor. Encontrarme con ellos me permitió primero comprender la posición de Elsa y luego la de ellos. Y ahí apareció la dinámica de juego, de charlas, de sobremesa, de lecturas ligadas al grupo de amigos, en que la cuestión política no era lo central al principio; no era un cenáculo de discusiones sobre la lucha armada. En esa dinámica vi el pasaje del Viejo que recibe a los pibes jóvenes, que escucha y mezcla en ese puchero todo lo que cada uno trae. El Viejo es receptor de toda esa información, pero no desde un lugar del patriarca erudito y catedrático que les da clase a los pibes, sino del que escucha y quiere tratar de entender la realidad que está pasando a través de las hijas y de los amigos de las hijas. La verdad que era una imagen que yo no tenía de Oesterheld.

–Lo imaginaba más encerrado, escribiendo, pensando. –Más intelectual, sí. Además, todos los que lo conocieron del mundo de la historieta tenían una imagen de él más serio, más gruñón y conflictivo como patrón, porque en algún momento fue jefe de su propio proyecto editorial –Frontera– y eso siempre genera roces, chisporroteos y contradicciones. Sacarlo de ese lugar y verlo al Viejo en cueros, como me contaron, haciendo el asado o sentado en un sillón con una copa de ginebra en la mano quedándose dormido, o jugando a los baldazos al carnaval en el chalet, es una imagen que rompe esa idea del tipo que le va mal en su proyecto profesional. En su casa encuentra un refugio de felicidad, pero es ahí también donde se empieza a preguntar cómo hacemos para cambiar el mundo.

Al principio, cuando arrancó con la escritura de la biografía, Montero quería dividir el libro en tres partes: el oficio, el amor y la pasión revolucionaria. Pronto comprendió que era descabellado intentar mantener ese plan. “El entrecruzamiento se da todo el tiempo, particularmente al final, cuando se vincula orgánicamente con Montoneros y pasa a publicar historietas en la prensa partidaria y a la vez milita en una villa del Norte del conurbano, en la Sauce, con Beatriz. Hay un trasvasamiento que no me permitía escindir las historias. Es imposible comprender sus trabajos políticos sin el vínculo que tenía con las chicas –explica–. El Viejo asume desde el punto de vista narrativo algunos desafíos, como contar la historia argentina, y se mete en debates históricos revisionistas sobre Mariano Moreno, sobre Rosas. Esos mundos que aparentemente parecen separados están muy entrecruzados: cada uno fue marcando un pedacito de su evolución política, de su cambio como narrador. Muchos plantean que la parte política de Oesterheld es la menos imaginativa, la menos creativa. Pero en realidad hay cosas muy lindas desde el punto de vista estético en esa etapa.”

–Cuando Oesterheld interviene con estas historietas de carácter político, ¿están atravesadas por el imperativo de la actualidad militante? –Sí, en un punto están marcadas por la actualidad, por la coyuntura. Oesterheld entiende que en ese momento su función como intelectual orgánico es aportar esa mirada a la historia desde un punto de vista montonero. Hay un cruzamiento constante entre los traidores de Mayo de 1810 con los traidores del 25 de mayo de 1973. Si entrás a la historieta de Oesterheld por el lado de la aventura, la parte más rica es la de los años ’50. Eso es evidente. Ahora si intentás ver la obra que hace a nivel político, no es de baja calidad, sino que es distinta. A muchos del mundo de la historieta le sigue chocando la segunda parte de El Eternauta; hay cuentas que no cierran, pero él mismo dice que ya era otro, que tenía ganas de hacer otras cosas. Tenía una visión antiimperialista muy marcada y la aplica en su historieta.

–¿Por qué cuestiona el uso del Nestornauta y habla de “equívoco”? –Creo que hay un problema, que sucede también con otros militantes que terminan siendo símbolos, como Rodolfo Walsh y Haroldo Conti. El problema del Nestornauta es utilizar sólo lo que te sirve de ese símbolo. Hay cuestiones que se vinculan con tu lucha o con el dirigente al que intentás comparar, pero hay partes que incomodan y generan una discusión que no podés sostener. Por ejemplo el tema de la lucha armada o su militancia en Montoneros, que no están relacionadas con los Kirchner, que siempre fueron críticos de la lucha armada. Cuando elegís de símbolo a un militante montonero, con cuatro hijas militantes montoneras, hay que entender que hay cosas de ese símbolo que van a generar contradicciones desde el presente político. Como el hecho de que el fusil de Juan Salvo se borra con el Photo-shop; en ese intento de manipulación hay una apropiación simbólica sólo de algunos elementos. Si vas a elegir un símbolo, bancate lo que venga: la discusión sobre la lucha armada en los ’70, la militancia en Montoneros. Me parece que no es justo con Oesterheld porque él no tenía dudas respecto de su militancia, no la ocultaba, puso el cuerpo y militó a la par de pibes de veinte años. Y relegar esa parte, intentar ocultarla o dejarla en un segundo plano, me parece que no le hace justicia a Oesterheld, que es lo que me interesa validar.

“Un pasillo con paredes de látex azul brillante. Las paredes de El Vesubio. Héctor allí, de pie, mirando a su nieto. Reconociendo de inmediato la dimensión de esa presencia: la ternura infinita del abuelo que se sienta a tomar la chocolatada con el nieto, a mirar los dibujitos en un viejo televisor, y el más lacerante dolor consumiéndolo por dentro. El Viejo lo sabía: si Martín está allí solito, era porque Estela había caído. La última de las chicas, la cuarta. Otro desgarro incurable, otra ausencia”, relata Montero en la biografía. “No necesito más homenajes ni las pelotas, no quiero saber nada de eso –dice Martín Mórtola Oesterheld, guionista y director de cine–. Cuando salí del juicio por El Vesubio, yo no podía dejar de pensar en mi abuelo. En mi abuelito, no en Oesterheld. El primer recuerdo de toda mi vida es estar con mi abuelo en El Vesubio, y seguramente hablando de las cosas que yo hablaba con él, o de lo que yo hablo hoy con mis hijos. El dato es que mi abuelo sabía lo que le esperaba. No puedo dejar de verla como una secuencia: mi abuelo hablando conmigo sabiendo que acababan de asesinar a su hija, y me habla y jugamos como si nada pasara.”

–El encuentro con Martín es uno de los momentos más impactantes de la biografía, ¿no? –Sí, a mí me aportó una mirada distinta de cómo se da el proceso de construcción de la memoria a nivel colectivo. Martín habla de una etapa en la que relacionarse con un desaparecido era equivalente a ser hijo de un subversivo, a ser discriminado o chicaneado por las instituciones del Estado, y cómo ese discurso fue variando pero la posición de él no fue cambiando sobre lo que eran sus viejos. Uno escucha a hablar a Martín y te ponés a pensar en lo que han vivido los hijos de desaparecidos. Son miradas muy inteligentes, muy elaboradas; ha tenido un largo proceso de discusión con él mismo y con la memoria de sus viejos y de su abuela. El discute todo el tiempo con su abuela. Lo mismo hace Fernando (Araldi). Ellos tienen una relación de amor y conflicto constante con Elsa, como lo tenían también las chicas. La mirada de Martín es muy elaborada porque está cansado de los homenajes. El quiere otro vínculo con el recuerdo. El quiere la imagen íntima con su abuelo, por eso defiende esos espacios propios como un tesoro.

–¿Coincide con Martín en la necesidad de bajar del pedestal a Oesterheld? –Sí, es difícil reclamarle cosas a esa imagen en el pedestal. Hay que bajarlo de ahí y saber cosas chiquitas. Martín se mira en las fotos –y yo las vi– y en todas las fotos están Estela, el Vasco y él chiquito. Hay una presencia de los tres muy fuerte. Los compañeros lo veían a él en la isla Maciel, donde militaban los viejos. Martín se sabe parte de una construcción familiar y se siente cómodo con ese recuerdo, que después fue truncado por el genocidio; pero rompe con ciertos lugares comunes y prejuicios sobre la militancia que está bueno sacárselos de encima definitivamente: que priorizaron la política por encima de los hijos, que dejaron atrás las cuestiones familiares y se volcaron exclusivamente a la política, cuando en realidad ellos hacían política con los pibes encima. Ese fue el caso de las chicas.

Un grupo de tareas secuestró a Oesterheld en La Plata, el 27 de abril de 1977. Varios testimonios de sobrevivientes dan cuenta de su paso por los campos de concentración de Campo de Mayo, en el regimiento de Monte Chingolo, en El Vesubio de La Matanza y El Sheraton de Villa Insuperable. A cada una de las preguntas de sus carceleros por algún dato, una casa, una persona, el Viejo terco respondía con la misma frase: “No tengo nada que decir; no tengo nada que negociar”. Después de un traslado masivo desde El Sheraton presuntamente a la localidad bonaerense de Mercedes, en febrero de 1978, se diluye el rastro del escritor. “Como en una doliente historieta –escribe Montero–, la silueta de Héctor se funde en el negro de la viñeta. Y en el siguiente cuadrito, se hace sombra.”

“Hay que romper con ciertos prejuicios sobre la militancia”

CULTURA › EL LIBRO OESTERHELD, LA BIOGRAFIA. VIñETAS Y REVOLUCION

“Hay que romper con ciertos prejuicios sobre la militancia”

Hugo Montero publicó una biografía sobre el autor de El Eternauta. Señala la necesidad de desmontar lugares comunes, como aquel que dice que los militantes “priorizaron la política por encima de los hijos, cuando en realidad ellos hacían política con los pibes encima”.

 Por Silvina Friera

“El paraíso son los demás”, escribe el más importante narrador de aventuras de este país, polemizando con Sartre. Ya no es el mismo, el Viejo. En la bitácora de ese itinerario que comenzó en las fronteras de una viñeta y que trascendió el campo de la imaginación, sorteó los prejuicios, las dudas y las desconfianzas del pasado. El ejemplo de sus jóvenes hijas, Beatriz, Estela, Diana y Marina, fue la chispa que encendió la convicción del compromiso militante en Montoneros. A una edad en que muchos otros preferirían mirar el devenir de la historia “desde la banquina de la comodidad y el escepticismo”, Héctor Germán Oesterheld eligió dar un paso al frente y transformarse entre compañeros. El pibe que leyó sus obras con una voracidad insaciable tampoco es el mismo. Y da en el blanco –o en ese agujero negro– cuando dice que no es sencillo leer una biografía del autor de El Eternauta que se detenga exhaustivamente en ese camino político. “Algo obtura ese relato ausente o disperso. Algo que no permite profundizar la mirada, que incomoda, que perturba”, plantea Hugo Montero en la introducción de Oesterheld, la biografía. Viñetas y revolución (Sudestada), un libro notable que viene a saldar esa deuda.
El autor de esta biografía, fundador y codirector de la revista Su-destada, advierte que la tragedia familiar –la desaparición de las cuatro hijas y del propio Oesterheld– quizás haya sido el elemento que impidió hasta ahora poner la lupa sobre el trayecto militante en Montoneros, además del rechazo que han generado las erradas decisiones de la dirección partidaria. “¿Cómo fue que Oesterheld, un lector sagaz, agudísimo, no leyó el aventurerismo político de la militarista cúpula montonera”, se pregunta Guillermo Saccomanno. Montero intenta esbozar una respuesta al interrogante. “Ni Oesterheld ni sus hijas eran cuadros dirigentes de la organización en la que militaban. Por el contrario, eran militantes de base –aclara–. Su ámbito de trabajo político fue la villa y la prensa, su diálogo se generó con los compañeros que compartieron con ellos esos universos, y el vínculo militante pasó muchas veces menos por lo estratégico y programático que por lo afectivo. En tantos ensayos acerca de los años ’70, el eje siempre gira alrededor de tácticas asumidas por las direcciones, pero soslaya en muchos casos el anónimo trabajo en la base, el esfuerzo silencioso de todos los días, el vínculo inquebrantable con vecinos y trabajadores, el borrador de una historia que también merece ser contada.”

–Queda claro en el libro que son las hijas las que lo llevan a militar. Que Oesterheld comienza teniendo empatía con el entusiasmo militante de sus hijas y luego se va involucrando cada vez más.
–Sí, sin dudas. Ellas eran pibas jóvenes y estaban más predispuestas a superar el dilema entre teoría y práctica: “Sometamos las ideas al mundo de la realidad, veamos en la calle cómo resuelven los excluidos, los oprimidos, los marginados, esta contradicción”. Las chicas hacen esa experiencia de campo, y Héctor escucha los relatos de ellas en las sobremesas de la casa, en ese ámbito que es clave para entender cómo se van comprometiendo. El tiene mucha admiración por las chicas, tiene una relación muy cercana, de pares, más allá de que son muchos años que los separan. El Viejo siente que su ámbito cotidiano, su ámbito de discusión sobre política, sobre cultura, sobre todos los temas, está ligado a esa generación. Evidentemente es un fenómeno que tiene que ver con la nueva izquierda, porque hay muchos casos de padres que militan a partir del ejemplo de sus hijos. Héctor es uno de los más paradigmáticos, porque las cuatro chicas terminaron vinculadas a una organización revolucionaria.

–¿Qué fue lo que más lo sorprendió durante la investigación? –Yo no conocía la dinámica de las juntadas a la noche en el chalet de Beccar. Sabía la historia de los Fernández Long –los hermanos Pablo y Miguel–, que habían sido señalados por Elsa como los responsables de haber apresurado los tiempos de las chicas y de Héctor. Encontrarme con ellos me permitió primero comprender la posición de Elsa y luego la de ellos. Y ahí apareció la dinámica de juego, de charlas, de sobremesa, de lecturas ligadas al grupo de amigos, en que la cuestión política no era lo central al principio; no era un cenáculo de discusiones sobre la lucha armada. En esa dinámica vi el pasaje del Viejo que recibe a los pibes jóvenes, que escucha y mezcla en ese puchero todo lo que cada uno trae. El Viejo es receptor de toda esa información, pero no desde un lugar del patriarca erudito y catedrático que les da clase a los pibes, sino del que escucha y quiere tratar de entender la realidad que está pasando a través de las hijas y de los amigos de las hijas. La verdad que era una imagen que yo no tenía de Oesterheld.

–Lo imaginaba más encerrado, escribiendo, pensando. –Más intelectual, sí. Además, todos los que lo conocieron del mundo de la historieta tenían una imagen de él más serio, más gruñón y conflictivo como patrón, porque en algún momento fue jefe de su propio proyecto editorial –Frontera– y eso siempre genera roces, chisporroteos y contradicciones. Sacarlo de ese lugar y verlo al Viejo en cueros, como me contaron, haciendo el asado o sentado en un sillón con una copa de ginebra en la mano quedándose dormido, o jugando a los baldazos al carnaval en el chalet, es una imagen que rompe esa idea del tipo que le va mal en su proyecto profesional. En su casa encuentra un refugio de felicidad, pero es ahí también donde se empieza a preguntar cómo hacemos para cambiar el mundo.

Al principio, cuando arrancó con la escritura de la biografía, Montero quería dividir el libro en tres partes: el oficio, el amor y la pasión revolucionaria. Pronto comprendió que era descabellado intentar mantener ese plan. “El entrecruzamiento se da todo el tiempo, particularmente al final, cuando se vincula orgánicamente con Montoneros y pasa a publicar historietas en la prensa partidaria y a la vez milita en una villa del Norte del conurbano, en la Sauce, con Beatriz. Hay un trasvasamiento que no me permitía escindir las historias. Es imposible comprender sus trabajos políticos sin el vínculo que tenía con las chicas –explica–. El Viejo asume desde el punto de vista narrativo algunos desafíos, como contar la historia argentina, y se mete en debates históricos revisionistas sobre Mariano Moreno, sobre Rosas. Esos mundos que aparentemente parecen separados están muy entrecruzados: cada uno fue marcando un pedacito de su evolución política, de su cambio como narrador. Muchos plantean que la parte política de Oesterheld es la menos imaginativa, la menos creativa. Pero en realidad hay cosas muy lindas desde el punto de vista estético en esa etapa.”

–Cuando Oesterheld interviene con estas historietas de carácter político, ¿están atravesadas por el imperativo de la actualidad militante? –Sí, en un punto están marcadas por la actualidad, por la coyuntura. Oesterheld entiende que en ese momento su función como intelectual orgánico es aportar esa mirada a la historia desde un punto de vista montonero. Hay un cruzamiento constante entre los traidores de Mayo de 1810 con los traidores del 25 de mayo de 1973. Si entrás a la historieta de Oesterheld por el lado de la aventura, la parte más rica es la de los años ’50. Eso es evidente. Ahora si intentás ver la obra que hace a nivel político, no es de baja calidad, sino que es distinta. A muchos del mundo de la historieta le sigue chocando la segunda parte de El Eternauta; hay cuentas que no cierran, pero él mismo dice que ya era otro, que tenía ganas de hacer otras cosas. Tenía una visión antiimperialista muy marcada y la aplica en su historieta.

–¿Por qué cuestiona el uso del Nestornauta y habla de “equívoco”? –Creo que hay un problema, que sucede también con otros militantes que terminan siendo símbolos, como Rodolfo Walsh y Haroldo Conti. El problema del Nestornauta es utilizar sólo lo que te sirve de ese símbolo. Hay cuestiones que se vinculan con tu lucha o con el dirigente al que intentás comparar, pero hay partes que incomodan y generan una discusión que no podés sostener. Por ejemplo el tema de la lucha armada o su militancia en Montoneros, que no están relacionadas con los Kirchner, que siempre fueron críticos de la lucha armada. Cuando elegís de símbolo a un militante montonero, con cuatro hijas militantes montoneras, hay que entender que hay cosas de ese símbolo que van a generar contradicciones desde el presente político. Como el hecho de que el fusil de Juan Salvo se borra con el Photo-shop; en ese intento de manipulación hay una apropiación simbólica sólo de algunos elementos. Si vas a elegir un símbolo, bancate lo que venga: la discusión sobre la lucha armada en los ’70, la militancia en Montoneros. Me parece que no es justo con Oesterheld porque él no tenía dudas respecto de su militancia, no la ocultaba, puso el cuerpo y militó a la par de pibes de veinte años. Y relegar esa parte, intentar ocultarla o dejarla en un segundo plano, me parece que no le hace justicia a Oesterheld, que es lo que me interesa validar.

“Un pasillo con paredes de látex azul brillante. Las paredes de El Vesubio. Héctor allí, de pie, mirando a su nieto. Reconociendo de inmediato la dimensión de esa presencia: la ternura infinita del abuelo que se sienta a tomar la chocolatada con el nieto, a mirar los dibujitos en un viejo televisor, y el más lacerante dolor consumiéndolo por dentro. El Viejo lo sabía: si Martín está allí solito, era porque Estela había caído. La última de las chicas, la cuarta. Otro desgarro incurable, otra ausencia”, relata Montero en la biografía. “No necesito más homenajes ni las pelotas, no quiero saber nada de eso –dice Martín Mórtola Oesterheld, guionista y director de cine–. Cuando salí del juicio por El Vesubio, yo no podía dejar de pensar en mi abuelo. En mi abuelito, no en Oesterheld. El primer recuerdo de toda mi vida es estar con mi abuelo en El Vesubio, y seguramente hablando de las cosas que yo hablaba con él, o de lo que yo hablo hoy con mis hijos. El dato es que mi abuelo sabía lo que le esperaba. No puedo dejar de verla como una secuencia: mi abuelo hablando conmigo sabiendo que acababan de asesinar a su hija, y me habla y jugamos como si nada pasara.”

–El encuentro con Martín es uno de los momentos más impactantes de la biografía, ¿no? –Sí, a mí me aportó una mirada distinta de cómo se da el proceso de construcción de la memoria a nivel colectivo. Martín habla de una etapa en la que relacionarse con un desaparecido era equivalente a ser hijo de un subversivo, a ser discriminado o chicaneado por las instituciones del Estado, y cómo ese discurso fue variando pero la posición de él no fue cambiando sobre lo que eran sus viejos. Uno escucha a hablar a Martín y te ponés a pensar en lo que han vivido los hijos de desaparecidos. Son miradas muy inteligentes, muy elaboradas; ha tenido un largo proceso de discusión con él mismo y con la memoria de sus viejos y de su abuela. El discute todo el tiempo con su abuela. Lo mismo hace Fernando (Araldi). Ellos tienen una relación de amor y conflicto constante con Elsa, como lo tenían también las chicas. La mirada de Martín es muy elaborada porque está cansado de los homenajes. El quiere otro vínculo con el recuerdo. El quiere la imagen íntima con su abuelo, por eso defiende esos espacios propios como un tesoro.

–¿Coincide con Martín en la necesidad de bajar del pedestal a Oesterheld? –Sí, es difícil reclamarle cosas a esa imagen en el pedestal. Hay que bajarlo de ahí y saber cosas chiquitas. Martín se mira en las fotos –y yo las vi– y en todas las fotos están Estela, el Vasco y él chiquito. Hay una presencia de los tres muy fuerte. Los compañeros lo veían a él en la isla Maciel, donde militaban los viejos. Martín se sabe parte de una construcción familiar y se siente cómodo con ese recuerdo, que después fue truncado por el genocidio; pero rompe con ciertos lugares comunes y prejuicios sobre la militancia que está bueno sacárselos de encima definitivamente: que priorizaron la política por encima de los hijos, que dejaron atrás las cuestiones familiares y se volcaron exclusivamente a la política, cuando en realidad ellos hacían política con los pibes encima. Ese fue el caso de las chicas.

Un grupo de tareas secuestró a Oesterheld en La Plata, el 27 de abril de 1977. Varios testimonios de sobrevivientes dan cuenta de su paso por los campos de concentración de Campo de Mayo, en el regimiento de Monte Chingolo, en El Vesubio de La Matanza y El Sheraton de Villa Insuperable. A cada una de las preguntas de sus carceleros por algún dato, una casa, una persona, el Viejo terco respondía con la misma frase: “No tengo nada que decir; no tengo nada que negociar”. Después de un traslado masivo desde El Sheraton presuntamente a la localidad bonaerense de Mercedes, en febrero de 1978, se diluye el rastro del escritor. “Como en una doliente historieta –escribe Montero–, la silueta de Héctor se funde en el negro de la viñeta. Y en el siguiente cuadrito, se hace sombra.”

“Argentina no tiene que pagar...”

20.9.13



Mark Weisbrot, director del Centro para la Investigación Económica y Políticas Públicas de Estados Unidos, visitó Buenos Aires invitado por la CNV, el Cemop y el Cefid-AR. 


Weisbrot mantiene una crítica sostenida hacia la política de los organismos financieros internacionales y las estrategias de los países centrales para sortear la crisis económica, al tiempo que apoya a los gobiernos de América latina que han impulsado políticas económicas heterodoxas. 

En diálogo con Cash, el economista estadounidense marcó su enfática posición en contra de los fondos buitre que reclaman el pago total de la deuda argentina, analizó la economía de Venezuela y las causas de los aumentos de precios.

¿Qué implicancias cree que tendrá la ratificación del fallo del juez Thomas Griesa por parte de la Cámara de Nueva York? ¿Se imagina cuál será la decisión que tome la Corte Suprema de Estados Unidos sobre este fallo?
–No sé qué va a decidir la Corte Suprema..., es difícil predecir. Pero creo que no es tan importante como muchos piensan en los medios.

¿Por qué?
–Porque la Argentina puede ir “manejando el tema”: mantener su pago de la deuda a los acreedores que entraron al canje y no pagar a los buitres.

¿Aun cuando la Corte Suprema decida no considerar el caso?
–Creo que sí, porque hay mecanismos por los que pueden continuar pagando a los otros acreedores.

¿Cómo evalúa la decisión del gobierno argentino de enviar al Congreso un proyecto de ley para abrir el canje de deuda por tercera vez?
–Es una buena decisión. Incluso si los tenedores de bonos “holdouts” no aprovecharan esta reapertura para reemplazar sus títulos de deuda, el gobierno argentino ganará más tiempo para tomar las medidas necesarias con el fin de seguir pagando al 92,4 por ciento de los bonistas que aceptaron la reestructuración de la deuda.

¿Qué precedentes podría sentar un fallo desfavorable para la Argentina en relación con otros países endeudados?
–Eso es importante. Por esa razón, el Fondo Monetario Internacional, el gobierno de Francia y la mayoría de los que integran el Departamento del Tesoro de los Estados Unidos quieren que Argentina gane. Si la Corte Suprema de Estados Unidos llegara a tener un fallo a favor de los fondos buitre sería un problema para el sistema financiero mundial. Se puede volver más difícil reestructurar otras deudas. Ese es el problema principal.

¿Qué alcance tiene el poder de lobby de los fondos buitre sobre la Justicia y los poderes del Estado norteamericanos?
–Hay muchos lobbies, se “compran” diputados, pero hasta ahora, los buitres y sus lobbies no han tenido mucho éxito. Sólo en los márgenes. En el caso de la última solicitud que hizo la Cámara de Diputados pidiendo la intervención del Departamento del Tesoro sólo habían conseguido el apoyo de diez o doce diputados, poniendo millones de dólares.

Venezuela

Afirmó hace poco tiempo que Venezuela está siguiendo el camino correcto en materia económica. ¿Por qué?
–Venezuela ha estado muy bien económicamente desde 2003 hasta comienzos de este año. No deberíamos incluir los cuatro primeros años de Chávez en este análisis, entre 1999 y 2003. No sería justo incluirlos, porque durante ese período el gobierno de Chávez no tuvo el control sobre el petróleo. Por eso es mejor empezar en 2003 o, incluso, en 2004. Desde este año a 2012 tuvo un crecimiento per cápita de 2,5 por año. Eso está bien para cualquier economía en el mundo, y es una performance muy buena, en términos históricos, para Venezuela.

¿Por qué?
–Porque antes de Chávez el PIB per cápita no creció durante veinte años. Asimismo, es un buen nivel en comparación con el resto de América latina u otros países, en términos de desarrollo. Además, se puede ver que hubo sólo dos recesiones. La primera, causada por el paro del sector petrolero que organizó la oposición, en 2002. La segunda, experimentada por la mayoría de los países, fue causada por la recesión global y tuvo lugar entre 2009 y la primera mitad del 2010. A mediados de 2010, la economía (venezolana) comenzó a recuperarse y creció muy bien por más de dos años. Al mismo tiempo, la inflación comenzó a bajar a pesar de que el crecimiento económico fue más y más rápido, alcanzando un 5,7 por ciento en 2012.
¿
Por qué, luego de esa baja, volvió a subir el nivel de la inflación?
–En octubre, después de las elecciones en Venezuela, el gobierno dejó de proveer divisas, eso provocó el problema. Eso produce muchos problemas, sobre todo, porque hubo recortes en la oferta. La escasez en la cadena de ofertas de productos creó muchos retrocesos. Esto también suele generar inflación, al mismo tiempo produce una brecha muy grande entre la tasa de cambio paralela y la tasa oficial. La devaluación fue también un error porque no era necesaria. Eso no fue producto de escasez de dólares. El gobierno de Venezuela tiene muchas reservas, mucho está en oro, aunque no importa porque se puede vender, y además tiene otros activos. Por lo cual no puedo explicar por qué devaluaron ni por qué, de repente, cortaron la oferta de dólares en el mercado.

¿Cree que eso fue un error?
–Sí, claro. Eso fue un error del gobierno.

Inflación

¿Es posible establecer un denominador común en la región como causante de la inflación? La ortodoxia suele ubicar la emisión monetaria como la causa principal.
–¡No! Eso es un mito. Es lo más falso que la gente podría creer. Incluso la izquierda en Venezuela cree que la inflación viene dada por la emisión monetaria del Banco Central, lo cual es ridículo. La inflación que hay desde el otoño del año pasado se debe a la escasez de divisas.

¿Y en otros países de América latina? ¿Cuáles son los motivos de la inflación?
–Es que en otros países no hay mucha inflación, sólo en Argentina y en Venezuela. En Argentina, la causa es mucho más compleja, hay causas múltiples.

¿Por ejemplo?
–La depreciación del tipo de cambio contribuye a la inflación. También hay problemas de competencia, los monopolios también contribuyen a subir la inflación. Pero no es una espiral que se agrande. Creo que el gobierno puede contenerla y detenerla. Hay otras causas también que son externas.

¿Cuáles?
–La inflación del precio de los productos importados y la contribución de la crisis alimentaria. Hay inflación también en otros países. Brasil tiene una inflación del 6,5 por ciento. Para la banca central brasileña ese nivel es demasiado. Los medios están en contra del gobierno y pretenden crear una “inflación de peligro” que pueda modificar los impuestos allá, entonces hacen creer a mucha gente que la inflación es muy grave cuando, en realidad, el nivel actual es normal. Al mismo tiempo, el gobierno argentino no quiere sacrificar la generación de empleo, ni la reducción de la pobreza, ni el crecimiento de la economía con el objetivo de disminuir drástica y rápidamente la inflación. No (quieren) volver a las recetas del pasado, a las que recurrían los gobiernos de América latina cuando tenían inflación, y también los Estados Unidos.

¿Se refiere al aumento de la tasa de interés?
–Claro. Todas nuestras recesiones en Estados Unidos, desde la Segunda Guerra Mundial hasta el 2000, fueron causadas por la Reserva Federal (banca central estadounidense), que aumentaba las tasas de interés intencionalmente para bajar la inflación y causaba recesión. Y esto no es teoría conspirativa, sino un conocimiento que todos los economistas tienen: las recesiones después del año 1946 hasta el 2000 fueron causadas. La última, la de diciembre 2007, fue causada por la explosión de la burbuja inmobiliaria, y la recesión de 2001 fue producto de la explosión de la burbuja de la Bolsa. Es lo que el gobierno (argentino) no quiere hacer, y yo creo que es lo correcto.
¿Por qué?
–Porque se puede ir bajando la inflación gradualmente. Es mejor, especialmente para un país en desarrollo o de ingreso medio, no causar nuevas recesiones sólo para disminuir la inflación.

¿Cómo evalúa la política de ingresos que está implementado el gobierno argentino? ¿Cree que contribuye a una baja de la inflación o se requieren mecanismos alternativos?
–Pienso que esta política de ingresos puede funcionar. Es difícil, pero pienso que puede funcionar. Sin dudas, es mejor que la alternativa neoliberal, que implica reducir la economía y despedir a millones de personas. Eso es lo que ellos hacen: bajan los sueldos porque han creado tanto desempleo que eso mismo baja la inflación. Esto no es una exageración, es la política explícita de las bancas centrales en todo el mundo; así es como ellos luchan contra la inflación. Creo que vale la pena buscar una alternativa

Las PASO por Norberto Galasso

6.9.13


Para efectuar un balance necesitamos establecer cuál es el objeto de análisis y desde donde se efectúa. 

Por ello es necesario partir de la condición semicolonial de la Argentina y su carácter de país que proviene de la disgregación de la Patria Grande Latinoamericana.

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La condición semicolonial de un país, como en este caso, resulta de presentar símbolos de soberanía, pero no serlo realmente por motivos diversos: extranjerización del aparato productivo, deuda externa, colonización mental de gran parte de sus habitantes, saqueo de sus riquezas, entre otros. Esta sumisión genera la reacción  a través de movimientos nacionales que procuran quebrarla.
Estos movimientos nacionales, constituidos por las víctimas del vasallaje, enfrentan a una oligarquía nativa, muy poderosa, asociada a  intereses antinacionales. Por ese motivo, resulta crucial, en toda elección, conocer qué partidos o grupos expresan a los intereses de dominación externa y cuál y cómo se compone el movimiento nacional que lo enfrenta.
En nuestra historia, los caudillos federales del interior y el P.A.N. en cierto momento fueron en el siglo XIX la expresión de esa reacción nacional. En el siglo XX, el radicalismo irigoyenista expresó la reacción de los sectores desheredados del interior del país y de las clases medias del litoral, con una concepción nacionalista agropecuaria  que, siendo hija del modelo agroexportador montado por Gran Bretaña, no llegaba a constituir un auténtico antiimperialismo. Luego, el Peronismo nacido en 1945 vació al radicalismo ya en declinación y se presentó como un movimiento nacional sustentado por los trabajadores, los sectores más populares de la clase media y cierto apoyo débil e inestable de sectores empresariales nacionales, en alianza con sectores nacionales del Ejército.
A partir de allí, el peronismo, como movimiento policlasista, ha ofrecido diversas versiones, según los sectores del movimiento que han logrado hegemonizarlo: el peronismo de la resistencia, después del 55, sustentado mayoritariamente en los trabajadores; el peronismo de los setenta que reclama la vuelta de Perón, que resulta de una alianza inestable y muy contradictoria entre camadas juveniles de clase media popular, con ímpetus revolucionarios y los sindicatos que resistían o conciliaban, en algunos casos, para subsistir a la proscripción; el peronismo posterior al fallecimiento de Perón, cuando se  agudizadaron esas disidencias, el cual mostró un rostro liberal en economía con una derecha lopezrreguista que enfrentó a la juventud y a ciertos sectores de una dudosa burguesía nacional, hasta su caída en 1976; el peronismo reaparecido posteriormente mostró una identidad confusa -que lo llevó a la derrota  electoral del 83- y peor aún, más tarde (entre 1989 y 2003) copado por el sector empresarial que se ha asociado al capital extranjero, quedando reducido, en los sectores populares, a solo un sentimiento afectivo que permitía suponer su desaparición como protagonista político.
Sin embargo, en el 2003, desde el peronismo aparece una nueva expresión del movimiento nacional que podría discutirse si es un nuevo movimiento -el kirchnerismo, con entidad propia- o una nueva versión del peronismo. En este caso, que es el que nos interesa, reinicia un proceso de liberación nacional con una base social integrada por  trabajadores  y movimientos sociales de desocupados aliados a sectores de clase media de posiciones progresistas (en especial, democráticos, defensa de los Derechos Humanos, etc.) así como a restos del viejo peronismo histórico.
Este peronismo kirchnerista asume una política nacional en cuestiones claves como independencia del FMI, disminución de la deuda externa, baja de la pobreza y de la desocupación, reactivación del mercado interno, recupero de conquistas laborales, avances previsionales, recuperación de algunas empresas que habían sido privatizadas, y una política latinoamericanista (rechazo al ALCA, Unasur , etc.)
Sin embargo, en su segundo período de gobierno, se evidencia, con el gobierno de Cristina, una cada vez mayor tendencia a suponer que su base de sustentación se encuentra especialmente en el movimiento juvenil  y que no puede ya decirse, como lo fue antes, que la clase trabajadora es la columna vertebral del movimiento. En este sentido, las listas del Frente para la Victoria para las PASO se caracterizan –no por el 25% o el 33% que Perón otorgaba a los sindicatos, sino por una escasísima presencia, casi nula, de representantes de los trabajadores. Asimismo, el sector más movilizado es el de la juventud de la clase media popular.
Hemos ido a las PASO con el movimiento obrero dividido en cinco organizaciones obreras, con sindicalistas en las listas de Partidos de derecha como el Renovador (Massa) y  la agrupación de Narváez. Asimismo, hemos llegado a las PASO con una campaña virulenta por parte de la oposición, especialmente de carácter mediático, aprovechando que en este tipo de elecciones de medio término –como ya se vió en el  2009- el electorado tiende a dispersarse, manifestándose en función de matices ideológicos, o de personajes mediáticos y no se polariza como en las elecciones presidenciales. (En 2011, Cristina obtuvo el 54%).
En estas condiciones, consideramos que el Frente para la Victoria debió rondar, en las PASO, por lo menos el 30% que es el núcleo duro de su apoyatura. No fue así, sin embargo, alcanzando sólo el 26%. Podemos argüir que el candidato del Frente se lanzó tardíamente y que alguna parte del electorado creyó votar peronismo al apoyar a Massa quien había sido jefe de gabinete del gobierno de Cristina, pero igualmente no podemos contentarnos con la derrota en municipios tradicionalmente peronistas del Gran Buenos Aires, especialmente porque la misma Cristina y el gobernador Scioli apuntalaron con fuerza al candidato oficialista en los últimos tramos de la campaña.
La oposición, a través de su fuerza mediática, logró hacer girar la campaña principalmente sobre cuestiones que son sumamente sensibles al electorado: la inseguridad, la inflación y la corrupción, responsabilizando de ellas al gobierno. Argumentos sobran para contrarrestar esas imputaciones pero o no fueron suficientemente esgrimidos o lo fueron con poca contundencia: una sociedad  que hasta hace muy poco tiempo mantenía altísimos niveles de desocupación y de trabajo en negro, así como altos niveles de pobreza, no puede evitar cierto grado de inseguridad por más que hayan bajado ostensiblemente los índices en estas cuestiones. Por otro lado, la violencia y la inseguridad, ligados a la marginalidad, se dan en casi todos los países.
La inflación, por su parte, proviene no de la emisión monetaria sino de la estructura económica creada por los gobiernos anteriores y caracterizada por un alto  grado de monopolización u oligopolización en el sector empresario Son las grandes y aún las medianas empresas las que al encontrarse con una creciente demanda de sus productos -debido a la reactivación del mercado interno- prefrieren, en vez de aumentar la producción, vender lo mismo en cantidad pero a precios más altos. La responsabilidad es de los formadores de precios y sólo es posible remediarlo indagando en sus costos, medida para la cual se necesita audacia y una correlación de fuerzas entre el gobierno y los capitalistas que lo haga posible. La corrupción, a su vez, integra la naturaleza  del capitalismo y aparece en todos los países. Si alguien pone su voto contra el gobierno por algún hecho de corrupción se equivoca. Debe ir contra el capital concentrado y proponer entonces el reemplazo del capitalismo por otro sistema donde prepondere la solidaridad y no el “soy porque tengo” propio del sistema en que vivimos. Son diversos los factores, pues, que han provocado la notoria disminución del caudal electoral del gobierno, aunque ello, por supuesto, no exime a éste de autocríticas.
Y aquí viene la segunda parte: ¿desde dónde analizamos los hechos ocurridos? Componentes consecuentes del campo nacional, nuestro objetivo no es la constitución de un posible y dudoso capitalismo nacional, sino como se planteó siempre desde la  Izquierda nacional como objetivo estratégico, como también lo voceó la Jotapé del 70, como asimismo lo sostuvo el propio Perón en 1968 cuando dijo que el capitalismo estaba perimido y la cuestión era ir en camino de un socialismo dogmático (como el ruso) o en cambio, de un socialismo nacional y latinoamericano, como también la izquierda peronista (Cooke y Hernández Arregui, por ejemplo). La Liberación Nacional por la que luchamos va en camino del Socialismo Nacional, resolviendo así, no sólo la cuestión nacional sino también la cuestión social.
Desde esta perspectiva, juzgamos que así como la clase trabajadora fue la columna vertebral del peronismo histórico  lo debe seguir siendo para, en la lucha misma, como objetivo estratégico, alcanzar las condiciones para convertirse en la cabeza política del frente nacional que integren todos los demás sectores sociales víctimas de la opresión nacional y de la explotación social. De ahí que aún colocando todas nuestras fuerzas para que el Frente para la Victoria prosiga adelante y profundice su modelo sin dar ni la más pequeña posibilidad para esa oposición que quiere atrasar de nuevo el reloj de la historia, consideremos, con vistas al futuro, que la actual débil presencia de los trabajadores resulta muy preocupante, especialmente cuando en barriadas tradicionalmente del peronismo histórico se ha reducido el caudal electoral del Frente para la Victoria, que no debió bajar de manera alguna, del 30  ó 32 % y sólo llegó al 26% en el total general. Es preciso, pues, redoblar los esfuerzos militantes, profundizar la autocrítica y reconstruir el Frente para mejorar notablemente los resultados en octubre y estar entonces, en condiciones de legítima gobernabilidad en los dos años siguientes, para continuar profundizando las transformaciones a partir del  2015.
Intereses expresados por la oposición 
Esto lo sabe el enemigo. Lo supo la Mesa de Enlace Agropecuaria cuando logró arrastrar detrás suyo a la Federación Agraria quebrando su vieja  tradición  y colocar a su servicio a amplios sectores de clase media inclusive algunos enarbolando insólitamente  banderas rojas cuando fue la disputa por la Repsol. 125. Grondona y Biolcati fueron claros en aquel diálogo inolvidable creyendo que a poco tiempo del  2009 llevarían al poder a un traidor, pero el kirchnerismo reaccionó y golpeó con sucesivas medidas que desbarataron la maniobra y los derrotó ampliamente  en el 2011 (con nueve puntos más que en el  2007) dejando al segundo candidato a una distancia enorme de  casi 40 puntos). Todos sabemos que se avanzó en lo económico, en los derechos sociales, en los pasos hacia la unidad latinoamericana y se luchó por la desmonopolización de los medios de comunicación, etc. “El modelo” empezó a resultar demasiado molesto para una parte de la sociedad que veía con pavor estos avances mientras el neoliberalismo conducía a Europa y a Estados Unidos a una fuerte crisis. De allí que el frente antikirchnerista se jugara entero por incrementar su fuerza y disputar el poder, antes de que fuese demasiado tarde.
La Sociedad Rural estrechó filas junto a las grandes corporaciones multinacionales y mediáticas y con los sectores más conservadores de la  Justicia. Además, sus más conocidos políticos se convirtieron en asiduos visitantes de la embajada de Estados  Unidos. Desde el frente reaccionario brotó una campaña virulenta imputando al gobierno todos los males. Ese frente económico social encontró –como lo dijo la Presidente- sus representantes en una dirigencia política de izquierda a derecha que solo supo oponerse a cuanto proyecto manifestase el gobierno. Es el neoliberalismo que quiere volver. Disfrazado de Capriles, el señor Massa ya habla de rescatar el sistema jubilatorio privado y de recurrir al mercado de capitales mundial. Nos cabe la responsabilidad de no dar un paso atrás y eso solo se logra dando pasos hacia adelante, porque quedarse en lo que estamos ya no basta. Quien recuperó algunas conquistas, como el caso de los trabajadores que pasaron del 24% de desocupación al 7,5% ahora exigen aún más y reclaman el trabajo en blanco para los compañeros  que trabajan en  negro sin protección social alguna.
En este sentido, las dos primeras medidas adoptadas por la Presidente expresan esa reacción: elevar el mínimo no imponible para Ganancias y para Asignaciones familiares –que si se hubiese hecho con anterioridad hubiera evitado problemas con el sindicalismo- y entablar el diálogo con “los titulares” como ella dice y no con los suplentes, especialmente porque estos suplentes son saltibanquis y cambian de camiseta de un día para otro, no siendo rescatables ni política ni éticamente. (Ha corrido mucho dinero comprando punteros y concejales para convencer al votante a cambio de promesas ilusorias: por ejemplo, otorgar el 82% móvil de las jubilaciones mientras por debajo de la mesa concertaban con los Bancos la vuelta de las AFJP).
Caracterización del actual proceso político
Vivimos hoy pues un proceso de transformación que tiene detrás una Década Ganada  o para ser más precisos, un proceso de liberación nacional que por supuesto, como en todo proceso de este tipo, mantiene aún algunos problemas sin resolver. Pero este proceso no lo encabeza una burguesía nacional dispuesta a enfrentar a los intereses imperialistas para desarrollar un capitalismo autónomo. Carece de esa estrategia porque carece de conciencia nacional, porque es débil, porque ni siquiera puede rotularse como burguesía nacional (ya que el aparato productivo está altamente extranjerizado). De manera tal que un proceso de liberación nacional en estas condiciones sólo puede profundizarse  en un camino de cambios drásticos, a través de una profundización, en un camino semejante al que ha tomado Venezuela, por ejemplo donde, cuando Techint no quiso someterse a la planificación del gobierno, fue expropiada.
Todo lo hecho hasta aquí  ya ha advertido  al enemigo que vamos por más y que ese es el único camino, Avanzar en las elecciones de octubre  implicará un primer paso. El segundo estará dado por robustecer todas las líneas del Frente para la Victoria  y preparar las fuerzas para ganar el 2015. Para ello es imprescindible que la clase trabajadora vuelva a constituir, por ahora, la columna vertebral, sin desmerecer por eso los aportes que pueda cumplir la juventud, reorganizar el P. J. o el Frente o como se llame, en la estructura partidaria, donde la opinión de los militantes incida, donde el compañero de base sepa que va a tener su posibilidad de promover a un candidato y no a otro, que “las mesas chicas” ya no arman las listas con gruesos errores y que  si hubo errores, no hay que repetirlos. Sólo una fuerte participación popular, en los sindicatos, en las unidades básicas, en los ateneos culturales, etc. puede asegurar la permanente revalidación de los liderazgos para avanzar en las transformaciones que urgen.
La oposición –desde los traidores que integraron un día nuestras filas hasta los declinantes que un día levantaron nuestras banderas- se jugará el todo por el todo. Ellos saben lo que quieren aunque no pueden expresarlo públicamente como no podía expresarlo Menem en el 89, según propia confesión. Pero saben que quieren las AFJP, el libre juego de divisas, la libertad de empresa (y no de prensa verdadera), en fin, “el ajuste”.  Nosotros estamos en condiciones de expresar que vamos a dar apoyo total a las empresas recuperadas, a las cooperativas, que vamos a producir medicamentos en empresas estatales, que vamos a recuperar la red ferroviaria, no en vanas promesas demagógicas, y además explicar incluso cuando no se puede hacer determinada transformación  cuáles son los inconvenientes que exigen dejarla para más adelante.
De la  Presidenta hacia el pueblo y del pueblo hacia la presidenta, pero no sólo en los actos sino en el día a día, a través de la forja de los cuadros medios necesarios en las distintas áreas y mecanismos de comunicación, exigir por ejemplo que las comunas funcionen aunque para ello entremos en conflicto con el macrismo que las  obstaculiza, aplicar  la ley de medios para que todos se expresen, controlar los costos en origen. Sabemos que  solo con la democracia, como decía Alfonsín, no basta, que no se come, ni se educa, ni se cura, que sólo un auténtico protagonismo popular  hará posibles cambios  profundos y  duraderos, y el surgimiento de militantes y cuadros que aseguren  que las conquistas logradas no se perderán.
Que no se ilusionen los Magneto, los Mitre, los Biolcati, los  Etchevere y otros por el estilo. Que saluden amablemente y se retiren del escenario, ya no tienen nada que hacer en el mundo nuevo, en esta América Latina, que a pesar de todos los obstáculos, va consolidando su liberación y  su unificación  concretando transformaciones profundas y Argentina debe estar a la altura que corresponde vigorizando esos cambios..
Para ello también es preciso un conocimiento profundo de la realidad en que actuamos. Que el militante común, cuando confronta dentro de su familia y le piden paz y consenso, sepa que en ningún lado donde hay ricos y pobres hay fraternidad ni siquiera buenas maneras. Que la paz y la tranquilidad son propias de los cementerios. Que antes es necesario que impere la justicia y entonces no habrá confrontación. Que cada ateneo o unidad básica se convierta en un hervidero de discusión, de descolonización ideológica, de “avivar giles siendo nosotros solo giles avivados”-como decía Jauretche- que transmitimos la verdad en la economía, la historia, la cultura, la unión latinoamericana y que salgan de allí las nuevas propuestas, nuevas refutaciones a los mitos de la clase dominante.  La fuerza de la juventud debe estar puesta en el territorio, en la ayuda al barrio, pero no hay mejor ayuda que  difundir las ideas de Jauretche, de Scalabrini Ortiz, de Cooke, de Hernández Arregui y por supuesto, de Perón.
Lograr colocar al lado de los trabajadores a las clases medias a través de la descolonización es una de las  tareas principales para destrozar el mensaje de los Lanata, Nelson Castro, Bonelli y tantos otros periodistas al servicio del gran capital. Ese  mensaje intenta legitimar la vuelta a los 90 y es preciso quebrarlo con argumentos poderosos, que nos sobran, en todos los frentes donde presenten batalla ideológica
Con esos mensajes crean agenda e imponen los  temas que resultan más sensibles a los sectores medios. Lo hicieron desde allá lejos con la historia mitrista, la economía liberal, la cultura enciclopedista, etc. Lo siguen haciendo ahora adjudicado al gobierno la inseguridad, la inflación, la corrupción y la intolerancia con la consiguiente  confrontación. Estos fueron la base de un gorilismo que ha resurgido en los últimos años.
No podemos, sin embargo, dejar de mencionar algunos errores del movimiento nacional, como lanzar, con poco tiempo, un candidato casi desconocido así como, en la preparación de las listas “a mesa chica” ignorar algunas figuras importantes por motivos secundarios.
El actual proceso político
Las grandes corporaciones económicas, Sociedad Rural, Clarín, etc. se dieron a la  tarea de buscar un Capriles, es decir, alguien que escondiese su verdadera condición liberal tras una aparente reconocimiento a algunos hechos del gobierno, como si se tratase de un peronista prolijo, honesto, que aceptaba lo bueno realizado pero corregiría la confrontación, (inevitable en un régimen social desigual). Allí apostaron con mucho dinero y sacaron de la galera a un tipo joven -lindo según dijo la señora de Duhalde- que vive en uno de los countries mas caros del país y cuya intendencia está rodeada por los municipios donde vive la gente más rica del país. La circunstancia de haber  participado del gobierno como jefe de gabinete  facilitó la confusión y aparece hoy como un posible presidenciable, mientras que el movimiento nacional ofrece debilidad en este terreno pues no se han forjado los cuadros necesarios.
También es cierto que los vaticinios demasiado optimistas provienen del microclima  que existe en los sectores de nueva clase media, progresistas, que han celebrado fervorosamente el matrimonio igualitario, la identidad de género, el castigo a los represores,  avances que  valoran en alto grado esos lectores de Página  12  pero que en cambio resultan  evaluadas con menor interés por los trabajadores.
A su vez los sectores de clase media con pensamiento más ligado al viejo país se molestan  según su criterio, porque es una mujer la que ejerce la presidencia, porque no se cumple con formalidades como reuniones de gabinete, porque se cuestiona a un periódico que por rutina compran hace muchos años.

Desafíos futuros
Pero al igual que en el 2009, cuando fue derrotado por Narváez, el gobierno ha reaccionado políticamente. Por un lado, ha elevado el mínimo no imponible  liberando a los trabajadores que ganan hasta 15.000 de la obligación de pagar ganancias -reclamo que había sido bandera de Moyano, antes de su derrumbe político,  y de otros sectores de la oposición a la cual el gobierno no había accedido porque provocaría déficit fiscal. Al mismo tiempo ha creado un sistema de diálogo con sectores económico-sociales, mejorando así su relación con la CGT  de Caló, que hasta ese momento no había tenido mayor reconocimiento por su oposición a los planteos del moyanismo y también con  sectores de la industria. Al mismo tiempo, intenta robustecer la figura de Insaurralde  para lograr que la elección arroje resultados mejores que los de las PASO. Esto no es fácil porque los votantes de Narváez probablemente se vuelquen a Massa e incluso algunos reaccionarios de otros partidos, pero expresa que el gobierno se defiende y avanza. La tenida en la Justicia con respecto a la ley de medios también parece haberle salido bien  en el debate, aunque no se sabe si la justicia fallará o lo dejara para más adelante pero sería vergonzoso para los magistrados declarar la inconstitucionalidad de la ley después de los debates contundentes que probaron la constitucionalidad.
Quienes entendemos  que el gobierno debe profundizar el modelo retomando las banderas del  45 con la perspectiva  de avanzar hacia el socialismo del siglo XXI que planteó Chávez, (control de precios y otras medidas), consideramos que ese es el camino que se consolidará haciendo posible  transformaciones más profundas con la mira puesta en una América Latina  libre, unida e igualitaria.