Así, desde la concepción a la pubertad, aprendimos a vernos a nosotros mismos y a la vida desde una óptica negativa. No aprendimos a valorizar las cosas maravillosas que existen en nosotros. Crecimos con una visión negativa de nosotros, de los otros y del mundo. En casi todas las situaciones podemos percibir los aspectos negativos casi inmediatamente: fuimos entrenados para ser así. En la mayoría de las personas hay un analizador negativo interno que constantemente nos evalúa a nosotros mismos, a la situación y a las personas. Este mecanismo capta de manera instantánea las cosas negativas y las examina. Al hacerlo, las expande, pasando sucesivamente por todas ellas, hasta que cada una sea resaltada. En este proceso dejamos de lado todo lo positivo, como si eso no fuera importante. Cuando pensamos en cosas negativas, podemos pasar mucho tiempo y gastar mucha energía describiendo todos los detalles y examinando los hechos desde todas las perspectivas posibles. Hablamos de lo que sentimos, de lo que otros sienten, de lo que cada uno piensa y pretende, de las posibles maneras de modificar la situación de las cosas, que hicimos en el pasado y no funcionaron. Tenemos mucha paciencia con lo negativo y podemos entrar en la negatividad instalada en nuestro interior, cuando estamos solos, en contacto con amigos y aun en contactos casuales.
Las terapeutas Marisa Thame y Kani Comstock son la autoras de Cómo pasar su vida en limpio, donde promueven un cambio drástico en la comprensión de la historia personal para liberarse de la culpa que dejan relaciones no resueltas. Aquí, un fragmento.
http://www.lanacion.com.ar/1382064-palabras