La
recuperación de las políticas activas del Estado en el mercado laboral
en los últimos ocho años tuvo un actor oculto que, sin embargo, fue
trascendental para corregir estrategias y adecuar las herramientas a las
condiciones cambiantes del mundo del trabajo.
Marta Novick es la
especialista que Carlos Tomada convocó, apenas se hizo cargo del
Ministerio de Trabajo, para ocuparse del seguimiento y análisis de esa
realidad dinámica. Al frente del área de Programación, Técnica y
Estudios Laborales del ministerio, esta socióloga formada en la UBA y la
Universidad de París VII comenzó con un equipo de veinte profesionales y
hoy congrega a más de setenta.
A la serie de estudios publicados bajo
el título “Trabajo, ocupación y empleo” acaba de sumar un ensayo
titulado “Multinacionales en Argentina”, donde analiza las estrategias
de empleo y relaciones laborales en particular en este tipo de empresas.
“El mito neoliberal de que las multinacionales son las que mantienen el
empleo, son innovadoras y generan derrame no es cierto”, es una de las
conclusiones desafiantes que lanza Novick. En esta entrevista, la
responsable del análisis estratégico de la cartera laboral analiza éste y
otros fenómenos de los distintos actores en estos años, en particular
frente a la crisis, por qué se consiguió una rápida recuperación de una
distribución más justa del ingreso y qué se debería hacer para que ese
proceso no se detenga.
¿Cómo se explica la mejora en la distribución del ingreso?
–Las políticas orientadas al mercado de trabajo y la protección
social, la decisión de poner el empleo en el centro de las políticas
públicas, demostró ser un pilar central en la inclusión social. No sólo
en la distribución del ingreso sino también en la reducción de la
pobreza e indigencia. Entre 2003 y 2010, el índice de Gini cayó 17 por
ciento. Esta reducción en los niveles de desigualdad se logró
básicamente por el crecimiento del empleo registrado y de sus ingresos.
El 72 por ciento de esa caída está explicada con lo que ocurre en los
ingresos laborales de las familias. En especial el crecimiento del
empleo registrado y su remuneración explican el 45 por ciento del
comportamiento de esa caída mientras que más del 25 por ciento se
origina en la reducción de los empleos precarios, dado que muchos de
esos asalariados se han insertado como trabajadores formales.
Además, no sólo hay incrementos de empleo registrado y su salario,
sino que esto ocurre en una proporción mayor entre los deciles más bajos
de la distribución, que también se beneficiaron de los sucesivos
incrementos del salario mínimo. Pero el mercado de trabajo no fue el
único factor de reducción de las desigualdades, sino que también la
expansión del sistema de protección social ha incrementado los ingresos
no laborales. La mejora de la cobertura e ingresos provenientes de las
jubilaciones y pensiones ha explicado más del 20 por ciento de la mejora
distributiva. Entre 2009 y 2010 la Asignación Universal por Hijo
explicó una parte significativa de la disminución en la desigualdad.
¿Qué significa profundizar el modelo en materia de políticas laborales?
–Una política macroeconómica que integre el sostenimiento de la
demanda agregada, además de no perder de vista otras condiciones, como
la evolución de los macro-precios y su relación con la estructura
productiva y el mercado de trabajo, la regulación de los mercados de
capitales y la administración de los riesgos de la globalización
financiera. Más allá de estas condiciones macro, necesitamos avanzar en
la implementación de políticas que desarrollen la competitividad
genuina. Después de años de tipo de cambio competitivo y un amplio
espectro de ventajas, las empresas todavía exhiben una organización del
trabajo rutinaria con largas jornadas y pocos cambios.
Los beneficios se
concentraron en mejoras de rentabilidad, más que en mejoras salariales.
El Estado reconoce esa situación. Es necesario encarar una estrategia
de generación de empleo productivo de alta calidad que permita no solo
reducir los niveles de desempleo sino también mejorar los ingresos
laborales y su distribución. Hoy el grupo de empresas innovadoras es muy
reducido. El desafío es seguir introduciendo estrategia innovativa en
el tejido productivo, que no pase sólo por las empresas de base
tecnológica software, biotecnología y nanotecnología. Es necesario que
incluso el sector textil sea innovador.
Los indicadores laborales no evidencian un deterioro, pero
el dinamismo del mercado de trabajo y las mejoras distributivas parecen
haberse estancado.
–Acabamos de atravesar una fase contractiva durante la crisis en
2009 y ahora hay una recuperación lenta. Por eso es necesario ver la
evolución del mercado de trabajo en el largo plazo. Además, tenemos que
tener en cuenta que la generación de empleo entre 2004 y 2006 es
inédita. A medida que el modelo fue madurando observamos un período de
formalización: las empresas comienzan a sustituir empleo en negro por
empleo formal. Detrás de tasas más modestas de crecimiento del total de
ocupados, se esconde una situación de crecimiento del empleo formal a
tasas tan altas como el crecimiento económico, junto con reducción de la
informalidad o la precariedad. Con el estallido de la crisis financiera
internacional, Argentina no estuvo exenta de sus consecuencias. Aunque
pudo, con políticas expresas, amortiguar la caída del empleo, en
especial del empleo de calidad. Aun con bajas en la producción, las
empresas sostuvieron mucho los puestos y hasta pudieron crear más.
La actual fase de recuperación es quizá resultado de las tendencias
verificadas: por un lado las empresas pudieron afrontar el mayor
crecimiento económico sin una alta generación de empleo, por el
atesoramiento de trabajadores durante la desaceleración de 2009. Por
otro lado han vuelto a un régimen de mayor creación de empleo formal con
caída del empleo precario. Todavía hay una gran cantidad de empleo no
registrado y mucha heterogeneidad al interior de los empleos
registrados.
¿Qué particularidades exhibe el mercado de trabajo de las empresas multinacionales?
–Hay una mitología muy difundida acerca del rol de las firmas
extranjeras. Se dice que son buenas porque traen nuevas prácticas
laborales, que pagan mejores salarios y que se insertan en las cadenas
globales de valor. Nosotros observamos que si bien frente a las crisis
mantuvieron más empleo, en la reciente crisis las firmas nacionales son
las que retuvieron más trabajadores. El mito de que las multinacionales
son las que mantienen el empleo no es cierto, depende mucho del
escenario global. En materia salarial, las multinacionales y las firmas
exportadoras suelen tener salarios por encima de la media. Pero en estos
últimos ocho años, donde existieron muchísimas negociaciones
colectivas, las brechas se achicaron. La negociación colectiva juega un
rol de homogeneización muy fuerte.
También se suele decir que las firmas extranjeras son las que más innovan.
–Supuestamente las multinacionales innovan y generan derrames, y los
trabajadores después pasan a firmas nacionales donde conducen esos
procesos de innovación. En Argentina es al revés. Los trabajadores pasan
de las empresas nacionales a las multi, que son las que aprovechan las
competencias generadas por las firmas locales. No se trata de demonizar a
las multinacionales, sino de evidenciar los comportamientos diferentes a
lo que indica la mitología neoliberal sobre sus beneficios. Además, hay
muchas diferencias de comportamiento al interior de las multi de
acuerdo al origen del capital, fundamentalmente en lo relativo a las
relaciones laborales. Por ejemplo, las empresas industriales de capital
estadounidense tienen una tasa de sindicalización mucho más baja y un
menor rol de los sindicatos que las multinacionales de capital europeo.
¿Cómo se explica que durante la crisis el Estado argentino haya subsidiado a grandes multinacionales como General Motors?
–Es absolutamente lógico. El Estado desplegó una política
anticíclica. El mercado interno para la industria automotriz no exhibía
problemas, los problemas estaban en el exterior. Los ajustes que iba a
aplicar General Motors eran por un problema de la empresa a nivel
global. Entonces, el Estado apoyó a la compañía para mantener el empleo y
la producción a través del Fondo de Garantías de Sustentabilidad de
Anses y el Programa de Recuperación Productiva. Fue necesario un trabajo
conjunto entre el gobierno nacional y la provincia de Santa Fe. Sin
esas medidas, las estrategias de disminuir empleo por la situación de
los balances globales en las casas matrices hubieran sido mucho más
fuertes.
¿Cuál es el rol de la sindicalización y la negociación colectiva?
–La negociación colectiva y la sindicalización de los trabajadores
achican las brechas salariales en todas las actividades. Nosotros
realizamos una investigación sobre mercado de trabajo y género en la
posconvertibilidad. Tomamos dos sectores tradicionales, hotelería y
química, y dos donde suponíamos podría haber una relación distinta con
la mujer, como software y publicidad. En todos los sectores la brecha
salarial entre hombres y mujeres era la misma, 20 por ciento. La
excepción eran las ramas más bajas de hotelería y química, donde hay
convenios salariales que reducen la brecha y fijan un piso. Pero el
salario no solo creció mediante la negociación colectiva sino también a
través de mayores incrementos del salario mínimo y de las categorías más
bajas de la escala. Así se logra una reducción de las diferencias
salariales quebrando la tendencia que se venía verificando previamente.
El índice de dispersión salarial entre todos los trabajadores
registrados del sector privado cayó 23 por ciento, quebrando la
tendencia contraria que se observó durante la convertibilidad. Las
políticas implementadas repercutieron favorablemente en lograr una
estructura salarial más equitativa.
http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/cash/17-5732-2012-01-16.html
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