Hoy
se conmemora el Día del Pensamiento Nacional, en homenaje a don Arturo
Jauretche, que nació el 13 de Noviembre de 1901, en Lincoln, provincia
de Buenos Aires.
Jauretche fue uno de los exponentes más altos del
pensamiento político nacional y emancipador, tradición de la que forman
parte también hombres como Juan José Hernández Arregui y Raúl Scalabrini
Ortiz.
La fecha fue establecida por el Congreso de la Nación mediante
la Ley 25.844, sancionada durante el gobierno de Néstor Kirchner.
Es necesario tener un pensamiento agresivo, por Ernesto Jauretche, periodista y sobrino de Arturo.
"Señores, ¡qué boquita!", protestarían los
hipócritas defensores de las buenas costumbres y los modales
republicanos; como esos que se rasgaron las vestiduras cuando al
"Cuervo" Larroque se le disparó la bronca en la Cámara de Diputados,
harto ya de tanta chicana jurídica y discursiva para obstaculizar de
cualquier manera la marcha del gobierno popular. "¡Ehee… más respeto!",
reclamaron los que a cada rato, si no le faltan el respeto a la
presidenta de la Nación, avalan los agravios que se infligen a las
mayorías populares (la AUH es para drogarse y jugar, los fondos de las
ex AFJP van a la corrupción, matones acarreados a los actos oficiales
por un choripán, las Netbook compraron los votos de jóvenes
irresponsables, expropiaron YPF para robar… Para qué seguir mentando
infamias. Corro el riesgo de que al poner en claro sin maquillaje la
pobreza y malignidad de los argumentos de la llamada oposición me digan:
"¡Qué falta de respeto a las instituciones!").
Don Arturo, en su momento (Los profetas…), sufrió los mismos insultos y
descalificaciones. En sus palabras: "Pido disculpas al lector si
encuentra agresividad en algunas partes del texto. Yo entré al debate de
buena fe, conociéndolos adversarios, y prevenido sobre el pensamiento
colonialista que representan. No esperé de ellos revelaciones sobre las
raíces profundas de los males que nos afligen, pero soy un combatiente, y
entre combatientes vivo y fui a su lectura esperando la crítica como el
resultado de meditaciones hechas en la serenidad del laboratorio o del
gabinete de investigación. Preveía conclusiones falsas. Pero sólo han
salido a las puertas los tachos de los desperdicios. La injuria a
personas y a íntegros estratos sociales, la incapacidad total, más que
para comprender, para ponerse en actitud de comprensión. Y un fárrago
increíble de analogías disparatadas y asimilaciones imposibles, es el
contenido único de esos basureros, volcados sobre el país entero, sobre
su pasado, sobre su presente y ¡ay!, sobre su futuro." Es oportuno enunciar una de las fórmulas que explican la obra jauretcheana: "Es necesario tener un pensamiento agresivo." Un pensamiento de nuestro tiempo, sí, nada más lejos de reivindicaciones anacrónicas; pero que no negocie ni renuncie a ninguna de nuestras convicciones; que no se deje acobardar por la salvaje ofensiva gorila; que rechace las tentaciones de los honores y prestigios cipayos; que se atreva a convencer, simplemente, porque tenemos razón: el buen sentido de los que tienen menos que desaprender está de nuestro lado. Un pensamiento que, en esta hora de combate por adelantar camino hacia el futuro, devuelva golpe por golpe a la reacción conservadora.