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"La soja se puede mantener un año o más sin venderse" , Luis Miguel Etchevehere, Presidente de la Sociedad Rural

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La vigencia de un referente del pensamiento nacional y popular

21.9.11






















A 37 años de la muerte de Juan José Hernández Arregui, se reeditó La formación de la conciencia nacional

 
El texto, publicado hace más de 50 años, marcó profundamente a los militantes políticos de los años ’60 y comienzos de los ’70. Muchos de sus conceptos y categorías han sido revitalizados por la irrupción política del kirchnerismo.
  A más de 50 años de su publicación original, Ediciones Continente-Peña Lillo acaba de lanzar una nueva edición de La formación de la conciencia nacional. Este escrito de Juan José Hernández Arregui marcó profundamente a la generación que irrumpió en la militancia en los años sesenta y comienzos de los setenta. Además de contribuir a aumentar el interés de los jóvenes por su obra, la iniciativa pretende resaltar la actualidad y vigencia que tienen las ideas de este referente del pensamiento nacional.

Sin perder de vista el contexto histórico en el que construyó su profusa producción intelectual y los elementos específicos de la realidad concreta que le tocó abordar, desde 2003 en adelante, la aparición del kirchnerismo revitalizó conceptos y categorías propias de un ideario que parecía terminado, asociado a la conjunción del peronismo con un marxismo heterodoxo y antidogmático, atento a las necesidades y especificidades argentinas y latinoamericanas.

Liberación Nacional, Pueblo u Oligarquía, Cipayos, Vendepatrias, Antiimperialismo, Peronismo Revolucionario, Izquierda Nacional, Izquierda Peronista, Unidad Latinoamericana son ideas-fuerza que, en diferentes grados, volvieron a movilizar el campo nacional y popular y a las nuevas camadas, porque surgieron como consecuencia del retorno de la política y de la consolidación de un Estado reparador e inclusivo.

En el prólogo a la última edición de 2004, Eduardo Luis Duhalde escribió: “Juan José Hernández Arregui se asumió como parte de una izquierda nacional que definió como una corriente de pensamiento que tiene por fin aplicar la teoría general marxista a un caso nacional concreto. Logró ser el camino ideológico más importante para la nacionalización de vastos sectores de la izquierda.” Según el secretario de Derechos Humanos de la Nación: “Es posible distinguir las condiciones de producción de las de reconocimiento: la distancia entre las circunstancias sociales bajo las cuales fue elaborado y las condiciones en que se desplazó a lo largo del tiempo histórico. Las tragedias originadas por el brutal asalto al Estado y la sociedad argentina desde la acción imperialista y el liberalismo arrasador nos coloca hoy en una nueva situación en la que no es casual que la mirada vuelva a la obra de Hernández Arregui, Jauretche, Scalabrini Ortiz, John William Cooke y Rodolfo Puiggrós”.

La flamante reedición del voluminoso libro incluye, además del prólogo de Duhalde, el prólogo a la primera edición del propio autor, una advertencia del mismo a la segunda edición de 1970 y un prefacio a cargo de Juan Carlos Distéfano.

Vale recordar que La formación de la conciencia nacional se centra, sobre todo, en el período que va desde 1930 a 1960. El libro está dividido en seis capítulos. Cada uno de ellos está dedicado a las principales tradiciones ideológicas que influyeron en la historia política del país tomando en cuenta el proceso que se abre en 1880 con la irrupción de la república oligárquica hasta el fin del modelo agroexportador y el paradigma liberal en 1930.

En palabras del propio autor: “Esta es la crítica –inspirada en un profundo amor al país y fe en el destino racional de la humanidad– contra la izquierda argentina sin conciencia nacional y el nacionalismo de derecha sin amor al pueblo.” La frutilla del postre es una afectuosa carta de Juan Perón al autor que data del 10 de diciembre de 1969 y que se encuentra en las últimas páginas de la obra.

Hernández Arregui nació el 29 de septiembre de 1913, en Pergamino, en el corazón del llano bonaerense. En 1931, en plena dictadura de Uriburu, se afilió a la UCR yrigoyenista, proscripta por el régimen fascista. En los años cuarenta, estudió en la Facultad de Filosofía y Letras de la ciudad de Córdoba. Allí tuvo como maestro a Rodolfo Mondolfo, el filósofo italiano que se exilió durante la Segunda Guerra Mundial en nuestro país, lejos de las garras de los camisas negras, y que tuvo una incidencia trascendental en su formación al introducirlo en el conocimiento del materialismo dialéctico.

En 1947, se acercó al peronismo de la mano de Arturo Jauretche, quien lo llevó a colaborar al gobierno de la provincia de Buenos Aires. Al año siguiente comenzó su labor como profesor en la Universidad Nacional de La Plata y en la Facultad de Ciencias Económicas de la UBA. Luego del golpe de septiembre de 1955, “La revolución fusiladora” lo expulsó de ambas universidades. En 1964 lanzó el movimiento CONDOR junto con otros intelectuales. El 19 de octubre de 1972 sufrió un atentado político en su domicilio. Un año después fue distinguido como Profesor Emérito de la UBA. En 1974 dirigió la mítica revista Peronismo y liberación. Falleció el 22 de Septiembre de 1974 en Mar del Plata. Entre sus obras se destacan Imperialismo y Cultura, ¿Qué es el ser nacional?, Nacionalismo y liberación y Peronismo y socialismo.

Su estela se revitaliza en esta época y sus enseñanzas contienen elementos de una importancia insoslayable para todos los lectores que busquen profundizar su formación teórica y se propongan entender las principales encrucijadas que recorren la historia argentina hasta el presente.

http://tiempo.elargentino.com/notas/vigencia-de-referente-del-pensamiento-nacional-y-popular

El primer intendente electo integrante de los pueblos originarios

20.9.11


“Alcanzamos un sueño nunca pensado”


Miembro de la comunidad toba qom, el domingo fue elegido jefe comunal de El Espinillo, en pleno Impenetrable chaqueño. Conectar su pueblo con una ruta asfaltada, cloacas y agua potable son las necesidades más urgentes.
  Ricardo Sandoval tiene 37 años, pertenece a la comunidad toba qom y vive de la cosecha de algodón, el desmonte y el cuidado de animales en El Espinillo, en pleno Impenetrable chaqueño, donde el domingo fue elegido intendente por el Frente para la Victoria. Sandoval no sólo se convirtió, con el 27,37% de los votos, en el primer mandatario de este nuevo municipio de Chaco, sino también en el primer integrante de los pueblos originarios en ser electo intendente en el país.

Sandoval consideró que el triunfo se debió a su “coraje” y a la “valentía en la lucha por la comunidad”, y destacó que entre las necesidades más urgentes que deberá resolver al asumir será tener una ruta asfaltada que llegue hasta el pueblo, agua potable y cloacas.

“Me sorprende todo. Mi comunidad por primera vez decidió darme este apoyo. No es por la admiración de mi capacidad, sino por ser un hombre con coraje. Esto es lo que me va a llevar a esta instancia tan importante para atender la situación de las comunidades” aseveró.

–¿Por qué considera importante que los qom tengan a un representante de su propia comunidad en la intendencia?
–Porque al ser una persona nacida en una familia humilde, con mis costumbres, tengo la capacidad de saber bien las necesidades y lo que está viviendo mi comunidad. Es importante porque conozco esa situación tan grave y el reclamo por mucho tiempo ante todo el Estado. Existe la necesidad del pueblo de El Espinillo de tener su propio patrimonio, como cualquier pueblo del Chaco. Es necesario tener un proyecto ante el Estado provincial y nacional para resolver esta situación, que no se puede resolver mañana o pasado mañana, sino que va a pasar un año o dos para poder mejorar la calidad de vida de nuestros habitantes. Por eso quiero encontrar una solución con el respaldo del Estado Nacional y provincial, para que haya un sostén pero que no sea una migaja.

–¿Considera una responsabilidad ser el primer integrante de los pueblos originarios en ser elegido intendente en la Argentina?
–Es la primera vez que el pueblo qom recibe este cargo tan importante, para el que se necesita mucha experiencia y muchos proyectos. Pero voy a tratar de hacer una gestión buena hasta donde llegue mi capacidad para atender las necesidades de las comunidades.

–¿Cuáles son las primeras necesidades a atender en El Espinillo?
–En El Espinillo, que está en El Impenetrable, la distancia hasta una ruta asfaltada es de 48 kilómetros a Villa Río Bermejito y de 84 a Castelli. El Espinillo es un pueblo muy humilde y la necesidad es tener una ruta asfaltada hasta donde están las comunidades indígenas. En segundo lugar, tener agua potable y cloacas, para incluir en un proyecto a todas las comunidades que viven en nuestra querida tierra.

–En 2006 participó de la huelga de hambre contra el gobernador Roy Nikisch, ¿cambió la situación?
–Gracias a Dios cambió. No tanto, porque lo poco que hay son migajas, pero nos separó de lo que era la esclavitud de los pueblos indígenas antes de la huelga de hambre y los cortes de ruta que hicimos hace cinco años. Se distribuyó una pensión para discapacitados. Un plan que abastece a los chicos de las familias que simplemente paga las cuentas de un almacén a una familia que no tiene para comprar zapatillas o útiles para los chicos. Un plan que resuelve tener un pan a la mañana para los chicos indígenas. A partir de una elección como la del domingo, las comunidades indígenas cambiaron en su mentalidad, en poder decidir, en tener un proyecto político, y estoy orgulloso que mi comunidad me haya confiado ser intendente. Gracias a Dios alcanzamos un sueño que nunca pensamos tener. 

http://tiempo.elargentino.com/notas/alcanzamos-sueno-nunca-pensado

Cambio de paradigma

RESISTENCIAS Y VENTAJAS DEL SOFTWARE LIBRE


La opción del software libre para empresas y Estados permitiría ventajas en términos de costos, de flexibilidad y control. Sin embargo, la migración es muy lenta. Ventajas y desventajas de un nuevo modelo de negocios que trasciende la cuestión económica.

 Por Esteban Magnani

En distintos ámbitos, tanto privados como estatales, aparece cada vez con más intensidad la posibilidad de migrar a opciones de sistemas basadas en Software Libre (SL). El primer argumento es económico: las licencias del software libre son, en su mayoría, gratuitas. Si bien es difícil mensurar el ahorro potencial, un informe de 2008 del Estado brasileño, uno de los países más adelantados en ese sentido, aseguraba que se habían ahorrado casi 170 millones de dólares en licencias, mientras que el gobierno francés de Nicolas Sarkozy calculaba en 2010 que sólo por usar el OpenOffice (equivalente libre del Office de Microsoft) el Estado se ahorraba unos 300 millones de euros.

El SL es producto del trabajo en comunidad: cada persona desarrolla alguna mejora en los programas y está obligado por el tipo de licencia a permitir que otros lo usen de la misma manera. Por eso la gratuidad o el bajo costo es en realidad la punta del iceberg: todos pueden ver cómo se hizo el desarrollo y mejorarlo a su vez liberando luego sus versiones. Los usuarios, en todo caso, no pagan licencias, sino las mejoras o la adaptación a sus propias necesidades, pero los miles de horas de programación se acumulan para beneficio del conjunto. Por ejemplo, la comunidad de Extremadura, en España, desarrolló su propia versión de Linux específica para sus necesidades e historia, llamada Linex, dentro de un ambicioso programa de migración a SL. En esto reside la diferencia principal con el software que se compra como paquete cerrado y debe contratarse al productor para poder “entrar” a él y hacerle cambios o comprar uno nuevo.

Esta diferencia con el SL tiene varias consecuencias que implican un nuevo modelo de negocio que trasciende la cuestión económica. Al tener acceso a la forma en la que se maneja la información, el usuario puede, por ejemplo, reorganizarla o cruzarla con otras plataformas como mejor le sirva. Un efecto colateral de esta posibilidad es que no se hace necesario pagar a las empresas (generalmente extranjeras) que hacen buena parte de los programas masivos o a sus licenciatarias para poder intervenir sobre el sistema que se utiliza, lo que, a su vez, facilita el desarrollo local de la industria.

Las empresas que ofrecen servicios con SL destacan que la seguridad de estos sistemas es mejor, entre otros factores, porque casi no existen virus que los ataquen o se puede controlar que no haya escapes de información plantados en el código. Este último rasgo puede ser fundamental para organismos del Estado que manejan información sensible.

Esta serie de argumentos que repiten los defensores del SL debería, en teoría, incentivar a empresas y Estados a elegir esa opción. Pero eso no está sucediendo. Para el sociólogo Pablo Vannini, miembro de la cooperativa Gcoop dedicada a desarrollos en SL, este tipo de software muchas veces es invisible. Y lo explica: “¿Usaste Google, Facebook o un cajero automático hoy? Si es así, usaste SL. Es muy difícil medir cuánto de lo que se usa es SL. Lo cierto es que las grandes empresas, sobre todo después de 2001, se dieron cuenta de que pagar licencias era muy caro y empezaron a volcarse hacia el SL, lo que les dio otros beneficios además del ahorro. Y a nivel de Estado, el SL debería ser una política fuerte como es hoy en Brasil”.

Vannini pone como ejemplo que si Buenos Aires armara un servicio para el manejo de hospitales con SL, luego tendría la posibilidad de compartirlo con otro sistema de hospitales de provincia. En caso contrario, estaría pagando una fortuna por un sistema cerrado que no puede compartir. “Ese concepto se llama Software Público y está basado en SL y en la idea de que pongo mis desarrollos a disposición de todos”, señala Vannini. Y se pregunta: “¿Cuántos sistemas de gestión de expedientes hay en el Estado? ¿Cuántas veces se pagaron? ¿Qué sentido tiene hacerlos desde cero si son todos muy parecidos?”.

El Software Público debería “subirse” a repositorios de libre acceso para ser considerado tal, como ocurre, por ejemplo, en Brasil. El beneficio sería para todos, ya que se aprovecharía lo que otros hicieron. En Rosario se viene implementando una propuesta similar desde la década del noventa, aunque mucho más lentamente.

Para Guillermo Movia, representante argentino de Mozilla, la fundación que sostiene y divulga Firefox, “hay muchas razones económicas, ideológicas y de seguridad para adoptar el SL. Pero hay muchas otras cosas en juego que tienen que ver con los hábitos. El SL viene creciendo, pero a muchos usuarios les cambiás un ícono de lugar y se sienten perdidos”. Para agregar que “esos hábitos son más difíciles de cambiar y no tienen que ver estrictamente con argumentos racionales. Por ejemplo, en la Argentina los navegadores de SL, como Firefox y Chrome, deben tener el 40 por ciento del mercado, menos que el Internet Explorer de Microsoft, y eso tiene que ver con que este navegador ya viene con el Windows”.

Daniel Coletti, presidente de la Cámara Argentina de Empresas del Software Libre, cree que la difusión es un tema clave para que el uso del SL crezca a mayor velocidad. “En lo que respecta a aplicaciones para escritorio, sí hay mucho implementado, mucho más de lo que se cree, pero aún no es mayoritario por falta de difusión, que en estos casos es de boca a boca. Como el negocio no tiene amplios márgenes, no hay empresas que lo impulsen a través de publicidad masiva”, indica. Con respecto al ahorro y los costos, Coletti asegura que “en estaciones de trabajo, o sea, el reemplazo de aplicaciones como Ms-Office, creo que habría un ahorro total del 40-50 por ciento”

http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/cash/17-5468-2011-09-18.html

Un contador entre caudillos

19.9.11

Negociando y articulando con un amplio espectro de fuerzas políticas, Capitanich construyó el frente que en 2007 dio la sorpresa y logró destronar al radicalismo. En el último tiempo apareció como hombre cercano a CFK en el PJ.

 
 Imagen: Télam.
 
Capitanich fue jefe de Gabinete en 2002 y luego manejó la Comisión de Presupuesto del Senado. 

Las caras de sorpresa, la fiesta improvisada a medianoche en el centro político de Resistencia eran una muestra de lo que muchos todavía no creían. En medio del reñido cierre electoral de ese septiembre de 2007, la alianza del Frente Chaco Merece Más había logrado no sólo ganar por poco más del 0,8 por ciento las elecciones, sino aguar la fiesta del radicalismo, que hasta último momento esperaba celebrar, convencido de que no abandonaría la gobernación de la provincia. 

El mentor del frente que aglutinó a fuerzas políticas por derecha y por izquierda para disputar la hegemonía radical ahora volvió a ganar las elecciones con márgenes que anoche superaban 65 por ciento de los votos. La construcción de esa alianza fue una de las mejores invenciones de Jorge Capitanich, y acaso una de las metáforas de su modo de construcción de gobierno. Hombre que creció definiéndose como un “técnico” abocado a la “gestión”, construyó un polo de poder a partir de una continua articulación y negociación de espacios políticos.

Hay pasos en la vida de Capitanich que pueden leerse en esa clave: su trayectoria como jefe del gabinete de crisis durante la presidencia de Eduardo Duhalde, posteriormente su mandato en la Comisión de Presupuesto y Hacienda del Senado. O, más acá, su lugar como vicepresidente del PJ, articulador entre propios y díscolos. Siempre mencionado, candidato constante a ocupar lugares en disputa, en los últimos tiempos apareció como hombre de confianza de la presidenta Cristina Fernández en la siempre cargada relación con los poderes del PJ.

Jorge “Coqui” Milton Capitanich nació el 28 de noviembre de 1964, en una familia de inmigrantes de Montenegro que fundó una colonia en la localidad de Roque Sáenz Peña. En 2009, en medio de una crisis matrimonial con su ahora ex esposa Sandra Mendoza, ella presentó esa parte de la familia, lo ubicó en una tradición familiar y lo satirizó como advenedizo del peronismo. “Yo soy ciento por ciento peronista, no Capitanich”, dijo ella y, como parte de una pelea pública con ribetes de novela, explicó que su padre, ex presidente de la Corte Suprema de Chaco, le abrió las relaciones del mundo político: “Viene de una familia radical, de agricultores”, dijo ella. “A mí me debe la carrera política”, siguió.

Ingresado a la Universidad del Nordeste en 1982, Capitanich se graduó como contador en 1988 y asumió las primeras funciones públicas como secretario privado del entonces gobernador Danilo Baroni. Luego fue subsecretario general y más tarde secretario de Comunicación.

Con el fondo de la crisis de 2001, Duhalde lo nombró jefe de Gabinete en el 2002, un cargo que ocupó durante cuatro meses que aparecen como claves en su ascenso político. Los diarios de la época dicen que ese lugar le permitió vincularse con todo el espectro político, empresario y sindical, un ámbito que volvió a sentar alrededor suyo más tarde desde el ejecutivo puesto de presidente de la Comisión de Presupuesto y Hacienda del Senado. Para entonces, Chaco estaba gobernada por Roy Nikisch, el sucesor radical del también radical Angel Rozas. Un hombre que buscaba crecer pero sobre todo preservarse en ese juego de sucesores y herencias, Nikisch, que ayer fue derrotado, confiaba en ese senador del PJ chaqueños para que acelerara y negociara con la Nación las obras públicas de la provincia.

Con la conformación del Frente Chaco Merece Más aspiró en 2007 a lo que parecía una utopía. “Sumé por derecha y por izquierda”, dijo después del triunfo. Ganó la provincia después de doce años de gobierno radical, alternado entre Rozas y Nikisch, con tradición de caudillos, una oposición desarticulada y endémica como los números de la pobreza que por esos días contaban 17 muertos por hambre en el Impenetrable. “¡Hijo de puta!”, dicen que le vociferó la misma noche de aquel triunfo a Aníbal Fernández. “¡Ni ustedes creían que íbamos a ganar!” Pero ganó, y de esa alianza hizo un sello: sumó a buena parte de los partidos de izquierda, los integrantes de las fábricas recuperadas, los organismos de derechos humanos, el Frente Grande, el PJ, el Frente para la Victoria. Un espacio que además se consolidó con el tiempo. Sólo algunos bloques se desarticularon. Los que se fueron lo hicieron alineados a las decisiones de sus partidos a nivel nacional. Fue el caso de Libres del Sur, que sigue aliado generalmente en la Legislatura. Hay integrantes del PRO, más de los esperados por los sectores de centroizquierda, aunque admiten que están en lugares técnicos. En los dos últimos años, jóvenes militantes de los organismos de derechos humanos se incorporaron por compromiso personal a funciones políticas.

Habrá que ver si ese movimiento de alianzas se profundiza. Y entender la dirección en que avanza. Capitanich ocupó un rol importante en la dinámica del PJ después de la derrota del Frente para la Victoria de 2009. Cuando varios gobernadores aparecían disputando espacios de poder y planteando un escenario de poskirchnerismo, él se ancló al lado del ex presidente. Apareció como vocero y mentor de acuerdos en la discusión de los fondos de coparticipación. Su nombre llegó a sonar como candidato a presidente. Y luego a vice, en los últimos meses. Después de la designación de Amado Boudou como compañero de fórmula de Cristina Fernández, volvió a centrarse en el trabajo en el PJ, desde donde parece representar a la Presidenta para articular como en sus mejores momentos las relaciones de poder con la siempre compleja corporación peronista.

Gobernación Chaco - Spot TV "Micro"


 

En homenaje a Fray L. Beltrán feliz día Metalúrgicos

7.9.11

En homenaje a Fray Luis Beltrán, quien impulsó planes para tomar como eje económico la riqueza mineral del país en beneficio de la independencia de la nación, se celebra hoy el Día del Metalúrgico.

Beltrán nació en Mendoza el 7 de septiembre de 1784. Por sus conocimientos de química, matemáticas y mecánica, fue designado por José de San Martín como Jefe del Parque de Artillería del Ejército de Los Andes.

Beltrán se caracterizó por ser de los primeros en impulsar la idea de que la riqueza mineral del país podía prestar servicios valiosísimos en la lucha por la independencia, favoreciendo la fabricación de armas como fusiles y cañones.

Biografía


FRAY LUIS BELTRÁN
Nació el 7 de septiembre de 1784 en la provincia de Mendoza.  Sus padres Luis Bertrand, francés y Manuela Bustos, criolla, lo hicieron bautizar a los tres días de su nacimiento, cuando por error le castellanizaron el apellido paterno.Estudió en el Colegio Francisco de Mendoza.  A los 16 años se decidió por la carrera eclesiástica y fue aceptado en el convento que poseían los franciscanos en esa ciudad.  Más tarde, ya como miembro de esa orden religiosa y con el hábito de la misma, fue enviado por sus superiores a Santiago, Chile, donde continuó sus estudios.  Se interesaba por materias como física, química y matemática, además fue nombrado vicario de coro.Se ordenó como sacerdote y en 1812 entró como capellán al ejercito de Carrera de Chile asistiendo al combate de Hierbas Buenas. Por los conocimientos que puso en evidencia para recomponer el material dañado en esa derrota se le dio el grado de teniente de artillería, aunque no dejó los hábitos.  Continuó con las armas hasta la derrota de Rancagua en 1814, cuando regresó,  a pie a través de la cordillera, al convento mendocino.Bernardo de O’Higgins luego de cruzar la cordillera  y unirse al Ejército  de los Andes le habló al general José de San Martín acerca de los conocimientos  de mecánica, herrería y química que el joven Beltrán poseía.  San Martín carecía de armamentos para el ejército que estaba organizando para liberar a Chile, por lo que no dudó en solicitar su ayuda.  Beltrán fue incorporado a las tropas de San Martín, éste lo nombró teniente 2° y le confió el montaje de parque y maestranza.  De los talleres bajo su dirección salieron los cañones, obuses, fusiles, sables, herraduras para mulas y caballos y otros implementos para el Ejército de los andes. Por esforzar la voz dando instrucciones a 300 obreros , mientras trabajaba a la par de ellos, quedó ronco para toda la vida.San Martín lo ascendió a capitán graduado antes del paso de los Andes.  Cruzó la cordillera con el Ejército de los Andes y pudieron transportar los cañones por los senderos de montaña gracias a las “zorras” (carros angosto montados sobre cuatro ruedas y tirados por mulas) inventadas por él.El joven sacerdote participó en la batalla de Chacabuco, y luego de la sorpresa de Cancha Rayada que les hizo perder casi todo el material trabajó día y noche para reemplazarlo.  Rehizo las armas y fundió cañones, y 17 días después, el 5 de abril de 1818 el Ejército de los Andes salió victorioso en Maipú.En 1822 fray Luis Beltrán  fue ascendido a sargento mayor, y en 1823 se le entregaron los despachos de teniente coronel graduado.  Acompañó a San Martín en la Expedición Libertadora al Perú, donde trabajó como director de maestranza hasta 1824.En 1825 reconocido en su grado se le destacó al ejército que estaba organizando el general Martín Rodríguez en la línea del río Uruguay.  Allí desarrolló una importante labor técnica, ayudando además a proveer de armas a la escuadra del almirante Brown.  Con las tropas de Alvear participó en la batalla de Ituzaingó, pero se enfermó y debió ir a Buenos Aires donde renunció a la carrera militar y regresó al convento y a vestir los hábitos.Murió en Buenos Aires el 8 de diciembre de 1827, a los 43 años, y fue sepultado en el Cementerio de la Recoleta.

Un nuevo concepto de lo político

5.9.11

 Por Fernando Peirone *

Gran parte de la comunidad política –y de los medios de comunicación– parece haber visibilizado el “interés” de los jóvenes por la política a partir de la muerte de Néstor Kirchner. 

Fue interpretado como la “irrupción” de un actor político que durante mucho tiempo había sido excluido del escenario político con naturalidad, como si se tratara de un organismo exánime. Algunos medios explicaron el “sorprendente fenómeno participativo” inscribiéndolo en una genealogía nacional que remontaron hasta la primavera alfonsinista, cuando la participación popular comienza a recibir los embates de un largo proceso de corrosión. 

Era la democracia que –como dice León Rozitchner– los militares habían perdido en Malvinas, no la que nuestro clamor había conquistado en las calles, una democracia “regalada”, enclenque y timorata que frente al entusiasmo de los jóvenes se reveló expulsiva y ficcional. El relato que por entonces comenzó a circular de los jóvenes fue en clave mediática, estigmatizados como víctimas de los descarríos o victimarios de una población medrada por la delincuencia y la inseguridad, muy lejos de aquel sujeto político que durante los años ’60 y ’70 había protagonizado la política de nuestro país y del mundo. 

La persistencia en posiciones tan refractarias, la degradación política del menemismo y los sucesivos golpes económicos hicieron que los jóvenes se apartaran masivamente de la escena política, tanto es así que muchos que estaban en condiciones de hacerlo, en las postrimerías del gobierno de la Alianza, terminaron yéndose del país o adscribiendo al Movimiento 501, que proponía trasladarse a más de 500 kilómetros del domicilio para quedar exceptuados de la obligación de votar. 

Ninguna de estas expresiones, acompañadas por emergentes estéticos que iban desde Los Redonditos de Ricota y La Bersuit hasta Los rubios, de Albertina Carri, fueron leídos como los gestos políticos de un actor social vivo y dinámico; por el contrario, fueron calificados como nihilismo, renuncias irresponsables o activismo antisistema; de ningún modo como el rechazo rotundo a una política en la que se (con)fundían las corporaciones políticas, económicas y mediáticas. 

La arrogancia y la impunidad impidió ver, en eso que llamaban antipatía, los primeros escarceos de una incipiente mutación en los modos de hacer política que tendría a los discursos mediáticos y a las corporaciones como sus principales antagonistas.

- Entusiasmo, frustración, entusiasmo. En el comienzo de la democracia, una gran masa de jóvenes había visto en Franja Morada y la Juventud Radical la oportunidad para desplegar una experiencia política diferente, que se apartara de la militancia setentista que aún fulguraba como modelo de referencia. Con el diario del lunes en la mano, se le puede reprochar al radicalismo la escasa representatividad social más allá de la clase media universitaria y responsabilizarlo de los importantes niveles de frustración que se generaron tras el “Felices Pascuas”, pero habiendo recibido un Estado penetrado y sin institucionalidad, eligió resignar su credibilidad por una democracia que –aunque sea “con muletas”– debía ser transferida al próximo mandato. Sobrevendría entonces una de las décadas más infames de la historia democrática argentina, la que se inició con el Pacto de Olivos y culminó con el oprobioso desfile de cinco presidentes en menos de una semana, tras el asesinato de 39 personas durante la revuelta del 19 y 20 de diciembre de 2001.

El arribo de Néstor Kirchner al poder, tras un año y medio de Duhalde y asambleas populares pidiendo “que se vayan todos”, también albergó la esperanza de un recambio. Pero a diferencia del alfonsinismo, que contaba con la ilusión y las expectativas de un nuevo período democrático, el kirchnerismo tuvo que remontar la desconfianza en la política y el desánimo colectivo que había generado la propia democracia. En ese contexto, la embestida de Kirchner contra las corporaciones –la militar en primer lugar, con menos réditos que costos– robustece el rol del Estado y le devuelve el protagonismo a la política, produciendo una creciente identificación entre jóvenes, minorías civiles y sectores más postergados. 

Este modo interpelador –que incluyó la desvinculación del FMI– generó condiciones simbólico-culturales que funcionaron como espacios de identificación para muchos jóvenes que venían desarrollando una poderosa expresión estético-política y que comenzaban a experimentar el contenido social de los nuevos recursos tecnológicos, a partir de lo cual se abría una nueva dimensión política. Este escenario, como sucedió en los ’60, excede la coyuntura nacional para acoplarse a un contexto mayor y más complejo (epocal), en el que el accionar de los jóvenes se enmarca y cobra un sentido y un alcance diferentes; pero esta variable de análisis no ha sido incorporada en los muchos artículos escritos sobre la “irrupción” juvenil.

Por eso, decimos que lo que vino a evidenciar la muerte de Kirchner ya venía sucediendo, sólo que en un registro que no se pudo –o no se quiso– descifrar. La recuperación que el kirchnerismo hizo de la política puso en marcha una trama de reconocimiento, deliberación y acción que no se reduce a las nuevas tecnologías ni se ajusta a la política que conocíamos, con su propio lenguaje, sus propias estrategias y sistemas de circulación. Nos referimos a la creciente utilización de la red como dispositivo de expresión y administración con fines ideológicos. Esta estructura organizativa es horizontal y comporta un sistema de valores sobre el cual se apoyan sus integrantes para emitir juicios, discriminar los comportamientos adecuados de los que no lo son, precisar cualidades y legitimar nuevas posiciones de poder. 

El último 24 de marzo, por ejemplo, millares de jóvenes cambiaron la foto de su perfil en Facebook por una silueta con la leyenda “nunca más”. ¿Hace falta algo más para advertir el contenido político de esa sumatoria de gestos individuales? La política está en los jóvenes desde siempre, como cuando dejaron de avalar la política del menemismo y de la Alianza, como cuando recientemente llevaron adelante las tomas de las escuelas secundarias. Lo que hizo la muerte de Kirchner fue darle una visibilidad irreductible.

El gobierno de Cristina Fernández, favorecido por lo que logró encarnar desde la 125, se ha constituido en la parcialidad que mejor comulga con las nuevas expresiones políticas. Algo que no muchos hubieran augurado en un movimiento verticalista –aunque históricamente marcado por la impregnación juvenil y la raigambre popular–. Por el momento no han ido mucho más allá de la mutua simpatía. Pero el apoyo existe y persistirá en la medida que el Gobierno mantenga viva la paradoja de favorecer su despliegue sin la pretensión de dominarlo. 

Paradoja que, por cierto, tensiona con el reflejo primero de la política, que es la invocación a la militancia orgánica con objetivos programáticos. Por eso, el Movimiento Evita y La Cámpora, a pesar del notable crecimiento, no reflejan acabadamente la adhesión de la juventud a las políticas del Gobierno: porque conservan las formas de la política tradicional. Y si bien pueden convivir y potenciarse con el nuevo sujeto político, proyectan mundos diferentes. El de La Cámpora y el Movimiento Evita –tanto como las estructuras partidarias y sindicales– permanece validado por el contexto, pero necesita un cambio progresivo. El otro aún no ha logrado expresarse institucionalmente, sólo como procedimiento y potencialidad.

Es decir, el kirchnerismo logró algo que era bastante impensable: que en su interior convivan los vicios inerciales de una política tradicional que aún no ha perdido sentido ni justificativos, junto al desarrollo de las condiciones para una reinvención institucional acorde con los nuevos procesos de subjetivación e intervención política. La interacción dialógica entre estas concepciones políticas –que incluye a la blogosfera, tanto como a la juventud sindical, las redes sociales y el universo del rock, entre otras expresiones disímiles pero igualmente entusiastas– nos distingue de muchos países que aún no han encontrado un punto de encuentro que facilite la transición a una nueva época. Es un desafío a nuestras propias expectativas.

* Director de la Facultad Libre de Rosario.

Bien...

 Por Natalia Aruguete

Michael Cohen fue responsable de la división de desarrollo urbano del Banco Mundial entre 1972 y 1999, desde donde se involucró en las políticas de infraestructura, medio ambiente y desarrollo sustentable de más de cincuenta países. A fines de la década del ‘90 se alejó de la entidad crediticia por sus disidencias con las políticas de ajuste que proponía a los países periféricos para enfrentar la crisis.
Actualmente dirige el Observatorio sobre Latinoamérica y la Maestría en Asuntos Internacionales de la New School de Nueva York, donde Néstor y Cristina Kirchner fueron invitados en septiembre de 2003. Doctor en Economía Política de la Universidad de Chicago, Cohen vivió en Argentina durante 15 años y experimentó la crisis de 2001. La recuperación de la economía local se volvió el eje de su investigación, que quedará volcada en un libro de próxima publicación. En su visita por Buenos Aires para dictar un seminario en el Idaes-Unsam, el investigador norteamericano dialogó con Cash sobre los aspectos más destacados de las políticas públicas de la gestión kirchnerista.

¿Por qué considera que la recuperación económica de la Argentina es un ejemplo para los países de ingreso medio? –En plena crisis argentina, durante los primeros meses de 2002, fue muy interesante ver las críticas que se hacían desde el exterior. Desde el Financial Times, el The New York Times, en Wall Street, el comentario era que Argentina iba a caer tanto que desaparecería. Cómo explicar entonces, cinco años después, un crecimiento tan fuerte. Escribí un libro sobre este tema que será publicado en diciembre próximo.

¿Qué rasgos distingue de la experiencia argentina? –Muestra, sobre todo, las debilidades del libreto neoliberal. Trabajé muchos años en las ciudades cuando estaba en el Banco Mundial y, por ello, tengo mis dudas sobre la ayuda internacional.

¿Cuáles fueron los motivos por la fuerte recuperación del sector agrícola? –Hubo un mayor volumen de demanda de commodities por parte de China y un cambio en los precios. Sin dudas, no es correcto separar lo rural de lo urbano, hay relaciones entre ambos en términos de ganancias e inversiones. Creo que hay que reconocer la importancia de la estrategia del Gobierno en dos aspectos.

¿En cuáles?
–Primero, las políticas de empleo que implementó han sido el aspecto más interesante e inesperado. La experiencia de Argentina de más empleo en blanco, menos informalidad y más inspectores muestra una mejora en volumen y calidad del empleo. En la New School tuvimos oportunidad de escuchar a Marta Novick, subsecretaria de Programación Técnica y Estudios Laborales del Ministerio de Trabajo de la Nación, quien habló de la performance del mercado de trabajo. Es impresionante la recuperación.

¿Cuáles son los aspectos que destaca de la política de empleo? –La utilización de tantos instrumentos al mismo tiempo para reforzar el mercado. Y el hecho de que el 85 por ciento de la mano de obra formal esté incluido en los acuerdos colectivos de trabajo. En los Estados Unidos, esa cifra llega al 8 por ciento. La otra política pública que se destaca está relacionada con el apoyo a la población pobre: la Asignación Universal por Hijo, las jubilaciones y otras ayudas sociales. Es muy impresionante cómo creció este tipo de programas, que empezó con el Plan Jefas y Jefas de Hogar. Y es interesante verlos desde el punto de vista de la crisis de 2008.

¿Por qué?
–Porque la diferencia entre 2001 y 2008 es que en este último año, la Argentina tenía en marcha un sistema de políticas y programas que la dejaron blindada frente a las presiones globales de la economía. Veamos la performance de la economía de tres países: Argentina, Brasil y Estados Unidos. En Brasil, el crecimiento en 2008 y 2009 representó una V. Es decir, hubo una caída en el crecimiento e, inmediatamente, una recuperación. En Argentina fue una U, porque la caída fue menos fuerte, mientras que Brasil necesitó más instrumentos para recuperarse. En Estados Unidos, el comportamiento económico fue una L: hubo una caída en la economía, y va a caer más. En términos comparativos, el aspecto más importante no es el crecimiento, sino el empleo, cuyo aumento, en el contexto del mercado industrial urbano, es un aspecto clave. Frente a la crisis, la Argentina estuvo mucho mejor organizada para recibir y absorber los impactos a nivel económico.

Desde el punto de vista distributivo, ¿qué opina de la política de retenciones móviles que se intentó implementar en 2008?
–Creo que fue razonable la política de retenciones por ser una política fiscal progresiva. Se necesita más inversión, más impuestos, más progresivo, para apoyar las políticas de infraestructura, y desarrollar más servicios.

¿Qué factores cree que incidieron más en la crisis de 2001, los de orden externo o interno?
–Es una mezcla. Hubo factores externos e internos. La crisis del Tequila en 1994, la de Asia en el ‘97, luego la crisis rusa y la brasileña, todas tuvieron como consecuencia la suba en la tasa de interés. Y para Argentina, el pago de la deuda fue más oneroso, sobre todo con el proceso de ajuste y contracción de la economía. A eso se agregó la falta de liderazgo político en 2001.

Hoy existe una economía más globalizada que en 2001, ¿cómo se produce la transmisión de la crisis mundial hacia las economías periféricas?
–En 2001, el canal de contagio fue la tasa de interés. En 2008, el canal de transmisión fue el comercio, porque la demanda agregada global se achicó, y eso tuvo un impacto fiscal –menos ingresos–, en la inversión y en el empleo. Fue peor para Brasil que para Argentina. Ahora no es evidente que vaya a haber una baja en la demanda de los commodities por parte de China. Por eso, creo que para Argentina no será tan doloroso pasar la crisis.

¿No es contradictorio decir que Argentina podrá sortear la crisis porque no tiene una producción industrial potente?
–Sí, es una contradicción, pero estamos hablando de las vulnerabilidades. Es posible que baje la demanda de producción de automóviles, pero no son tantos los sectores de la economía argentina en los que sucederá esto. En Brasil, en cambio, la crisis significa menos aviones, menos productos industriales. En este sentido, desde el punto de vista de las políticas de desarrollo, es importante apoyar proyectos de infraestructura en el conurbano bonaerense, en Córdoba, en Rosario, lugares donde hay crecimiento pero subsiste una deficiencia importante en infraestructura.

Usted menciona regiones importantes del país que, además, están en crecimiento. ¿Qué propone para las provincias pobres del Norte argentino?
–Creo que el caso de Salta es muy importante, porque cambió mucho en los últimos diez años. También es importante impulsar políticas de desarrollo e inversión en las ciudades secundarias. Si hay más inversión en las ciudades pequeñas, hay más productos y servicios y la oferta es más grande. Además, las regiones más productivas son una mezcla entre lo urbano y lo rural.

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